OPINIÓN

Victor Entrialgo De Castro: «El verano»

Victor Entrialgo De Castro: "El verano"

El verano siempre tiene la necesidad de describirse porque el aire sin humedad transmite las sensaciones más fácilmente. Como Scott Fitgerald, «Suave es la noche».

El verano se huele. A veces entra un miércoles, a veces un jueves, depende del año. Y depende de dónde te pille es diferente, más tórrido, más fresquito, en la playa, estudiando o peor, velando. Incluso dicen que en algunos días en que no se llega a ver el faro, en lugares apartados, echando en falta a un ser querido, con la bruma formada por el calor, a las primeras de la mañana, cuando aún no ha salido el sol, se escuchan las articulaciones.

Cuando el calor o el dolor acechan, la gente se siente legitimada para combatirlo de cualquier forma. Se trata de distraerlo. Y allá va el personal con una camisa ligera y un pantalón corto a cualquier sitio. Y en esto se pierden las formas y los bailes «organizados» al aire libre,
que sustituidos por el botellón explican la decadencia de Occidente. Cosas de los tiempos. Ya no son los veraneos de antes. Pero cambiar de aires. El aire es lo importante.

A veces no basta contar, ni siquiera estar sino «demostrar» que has estado allí. Qué difícil es colgarse del instante, aprehender el presente. Para competir. No en las olimpiadas sino en las fantasmadas. No para compartir y aportar o entretener al grupo sino para echarlo en cara una tarde o largarles el video sin que se enfaden.

Hoy lo mejor es el verano. Donde quiera y como quiera que sea, incluso en el café de al lado, si podemos respirarlo, reconocerlo disfrutarlo. No hay mejor verano que éste problemático que atravesamos. Es el que tenemos. Como mañana sucederá con el invierno, si es que sigue habiéndolos.

A cada día su afán.

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