OPINIÓN

Paul Buchet: «Perspectivas cristianas de Pandemia en Chile»

Paul Buchet: "Perspectivas cristianas de Pandemia en Chile"

Abrir un tema religioso en esta época de Pandemia puede parecer a muchos cómo la visita a un enfermo en cuidados paliativos. Las iglesias y los templos quedaron vacíos, las religiosidades fueron deportadas a la vida privada durante meses y si no fuera por los contactos mediáticos en zoom,“on line”o en redes, no se podría opinar de la situación actual del país y de su cristiandad que a pesar de todo sorprende .

Chile como país “emergente” tiene una economía curiosamente no deficitaria pero ve cuestionado su liberalismo instalado. Crecieron las grandes desigualdades sociales. El gobierno fue lento en poner freno a las corrupciones institucionales. Los actos de violencia y el narcotráfico son pan de cada día. En las masivas manifestaciones populares de octubre 2019 y en las subversiones indigenistas aparecieron grupos anarquistas. Los parlamentarios y el mismo gobierno saliente tuvieron que aceptar la puesta en marcha de una convención popular para cambiar la Constitución heredada del dictador Pinochet. Unos nuevos movimientos políticos más jóvenes surgieron poniendo en tela de juicio los partidos tradicionales. Las elecciones presidenciales y legislativas de fin de año y la salida progresiva de la emergencia sanitaria, con la crisis económica que creó, están dejando el país en suspenso. Las candidaturas para las próximas elecciones y los trabajos de los constitucionalistas auguran cambios importantes en la política chilena pero no desaparecieron de las sombras de la seducción del autoritarismo.
Chile es el país más secularizado de latino américo porque no subvenciona las religiones como lo hacen los otros países de la región. Sin embargo, las iglesias y la católica en particular tuvieron un prestigio y una presencia político-social relevante en el siglo pasado. La diseminación de las religiosidades y después las corrupciones provocaron un laicismo social que gana las nuevas generaciones. Globalmente se puede decir que de 8 “creyentes” chilenos, 1 “practica” mínimamente su religión. Se puede preguntarse si el confinamiento sanitario habrá cambiado la participación de los feligreses en sus respectivas confesiones religiosas. Las reaperturas de los lugares de culto podrán señalar la importancia de lo comunitario, de la liturgia, de los ministres, de los sacramentos … Se podría también preguntarse del impacto que esta situación provoca en las instituciones , organizaciones y movimientos. El silencio de los jerarcas religiosos llama especialmente la atención porque ayer multiplicaban sus declaraciones defendiendo los valores tradicionales y organizaban movimientos en defensa de la vida, la familia, el agua o la Paz … En los dos últimos años aparecieron obispos sobrevolando en avión su diócesis bendiciendo con el Santísimo o exorcizando, los sacerdotes promovieron misas y oraciones on- line y los más sociales abrieron ollas comunes

Después de las revelaciones de las corrupciones eclesiásticas, la mal lograda visita al país del Papa Francisco , se organizaron dos sínodos auto-convocados de laicos y laicas con declaraciones y demandas severas para los obispos pero estos fueron silenciados y de ellos solo siguen, hoy día, activos unas redes sociales de laico(a)s. Sus reclamos exigen cambios democráticos en la conducción clerical de la Iglesia, unos cambios litúrgicos , de la disciplina sacramental y una mejor catequesis …Es notorio descubrir la dificultad que tuvieron los laicos para salir de los ámbitos eclesiásticos para enfocar las preocupaciones de sus propias vidas laicas: el sexo, el dinero, el trabajo, la política, la familia, el ocio, la vejez…Perciben la carencia de evangelización como un problema de falta de formación y de motivación.

La teología de la liberación censurada por el Vaticano ha sido recuperada por la Iglesia a través de las conferencias continentales de los obispos que se reúnen periódicamente( Medellin, Puebla, …)Por ejemplo la “opción por los pobres” remplazó la promoción de los pobres como actor de su propia liberación, La “inculturación” de la religión se limitó a respetar el folklor indígena, la urgencia de una “nueva evangelización” se cambió por una mayor espiritualización con el tema del “discipulado de Cristo”.

Para la próxima conferencia de los obispos latino americano, el Papa Francisco se hizo líder de una encuesta preparatoria para este evento próximo. Se solicitada a todas las instancias de la Iglesia a través de las diócesis y los movimientos responder a este cuestionario que se llama “Asamblea eclesial” y que se perfila como un “caminar juntos” (sinodal). Las dificultades de reuniones presenciales dificultarán sin duda los resultados de esa búsqueda de informaciones que quieren tomarle el pulso a la Iglesia católica del continente. Al leer el cuestionario difundido se averigua que no se sale del narcicismo eclesiástico. La Iglesia “en salida” (como lo expresó el Papa) no desplaza el centro de operación si se puede decir. El mundo a evangelizar no se encuentra en la Iglesia. La Buena Nueva no es una doctrina que propagar sino un descubrimiento de Dios Salvador de los hombres allí donde viven y por lo que viven los hombres. La decadencia mundial del cristianismo proviene de una perdida de una autentica teología de las realidades terrestres, una valoración del mundo moderno con su progreso, su historia humana, sus problemas. Las iglesias están enredadas en sus divisiones dogmáticas, sus doctrinas prefabricadas sus casuísticas morales. Sus organizaciones como, actualmente, todas las instituciones están enjuiciadas. La cultura global las desautoriza con su individualismo y sus particularismos. Un economista habló del “fin de las instituciones” y la Pandemia permitió experimentar lo que significa carecer de los colectivos que muchas veces sustentan nuestras vidas. La obligación de cada ciudadano y cada cristiano de reencontrarse consigo mismo denuncia los excesos del individualismo. Para algunos esta experiencia puede llegar a ser traumática. Sin embargo se puede hablar de un fenómeno nuevo llamado la “subjetivación”. Muchos quieren salir de los confinamientos porque quieren volver a “vivir”, ser “actores” de sus vidas. El despertar político en Chile que se mantuvo y creció en medio de todas las restricciones sanitarias como se lo describió anteriormente es significativo del surgimiento de estos nuevos actores sociales.

¿No muestra esto un camino a para las iglesias?

La descripción del peso institucional en la Iglesia católica

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