OPINIÓN

Pedro Manuel Hernández López: » ¡La maldición del presidente Sánchez ¡»

Midas

Se cuenta en la mitología griega que Midas, hijo de Gordias y Cibeles, fue un rey de Frigia que gobernó entre los años 740 y el 696 a. C., aproximadamente. Por su hospitalidad con Sileno, el sátiro que le acompañaba y protegía, Dionisio –dios de la embriaguez mayor—le concedió el deseo y el poder de convertir en oro todo cuanto tocara. Viendo que no podía ni comer ni beber e, incluso, ni abrazar a su hija Zoe –que quedo convertida en estatua de oro cuando la abrazo y la beso—le pidió encarecidamente al dios Dionisio que le liberara de su don, ya que, más que un don divino, se había convertido en una auténtica maldición que le llevaría irremisiblemente a su muerte y a la de todo su reino. Este se compadeció de él y le dijo con severidad: “Las aguas del río y el cambio en tu corazón, devolverán la vida a las cosas que tu codicia convirtió en oro”. Una vez que se hubo lavado en el río Pactolo, todo el río se volvió del color del oro. Al regresar a palacio pudo recuperar a su hija y todo lo que antes había convertido en oro. A partir de entonces, Midas se convirtió en una mejor persona, generosa y agradecida por todos los bienes que poseía y, tal fue el cambio, que decidió compartir su gran fortuna con su pueblo, llevando todos –rey y pueblo—una vida próspera y feliz hasta el final de sus días… ¡Y colorín, colorado, el mito del rey Midas se ha acabado!

La historia del rey Midas –mito sobre la avaricia, la ambición y la avidez del poder por el poder– nos narra lo que ocurre cuando los gobernantes no saben reconocer la verdadera felicidad y la prosperidad de sus gobernados que en resumidas cuentas es la suya propia. Su voraz codicia nos invita a reflexionar y darnos cuenta de las terribles consecuencias que pueden llevarles a convertirnos en auténticos esclavos de sus propios y descabellados deseos políticos.

Trasladando este histórico mito, desde la antigua Frigia (la actual Turquía) a nuestra actual España en el siglo XXI, coexiste un personaje que, a diferencia del Midas mitológico, llegó a la presidencia del Gobierno de España a lomos de una moción de censura, apoyado por los 84 diputados del Grupo Socialista en el Congreso de los Diputados, y que, como todos os imagináis, se trata ni más ni menos que del ínclito Pedro Sánchez Pérez-Castejón, el otro “rey Midas” a la española. Si el mitológico y verdadero rey Midas fue, en un principio, avaricioso, ambicioso y extremadamente codicioso de poder y de riquezas, al llamado “rey Midas español” no conviene perderlo de vista, pues deja en mantillas, no solo en las citadas “virtudes” (¿?) al más pintado, sino que, además supera con creces en ambición, avaricia, egoísmo histrionismo y megalomanía al mítico rey frigio. Salvando las distancias entre uno y otro, observamos dos grandes diferencias a favor del primero (Midas) que no pasan desapercibidas en el segundo (Sánchez):

La primera, es que el rey Midas tuvo un don que le otorgó el dios Baco –por haber sido amable y hospitalario– y por eso, para su desgracia, todo lo que tocaba se convertía en “oro”. Nuestro “Midas español”, el don que consiguió no le fue otorgado por ningún dios ni por su amabilidad y generosidad, sino por todo lo contrario, por una ambición desmesurada y ávida de poder en forma de “moción de censura” al presidente Rajoy y con el apoyo de esos 84 diputados. Esta “maldición”, que no “don”, consistió, no para su desgracia ni la de su equipo de Gobierno, sino para todo el conjunto de los españoles, en haber convertido y seguir convirtiendo todo lo que toca, todo lo que dice y todo lo que hace en “mierda”(en el sentido de ruina y de perdición). Y la segunda, es que el primero, se dio cuenta que más que de un don divino se trataba de una terrible maldición que le llevaría a una irremediable muerte y, por eso, arrepintiéndose de su gran error, suplicó ser liberado de ese espantoso “don-maldición”, consiguiendo así una mejor vida para él y para su pueblo.

Pero nuestro “Midas” –imbuido en su engreída prepotencia y ungido de su fatuo poder—ni se ha dado cuenta, ni quiere, ni le interesa reconocer su error, ya que con su irresponsable y altanera actitud, está destruyendo todo lo que toca: la división e independencia de los poderes, la libertad de prensa, el parlamentarismo bicameral, la monarquía, la economía, la historia de España, la sociedad civil, la sanidad, la educación, la España vaciada, la unidad entre CC. AA, el tejido empresarial, las pensiones de jubilación, las libertades civiles, la unidad de España, las exportaciones internacionales, nuestra continuidad y permanencia en la UE, las relaciones diplomáticas y comerciales con los EE. UU, etc., etc.

En “dos palabras” –como diría, Jesulín el de Ubrique– lo está destruyendo “to-do”, “to-do”. No está dejando títere con cabeza. Solo le importa su megalómano egocentrismo…y como solíamos decir cuando éramos pequeños, aquello de “ande yo caliente, ríase la gente” o esto otro de “dame pan y dime tonto, pero pan con tulipán”. Esto en “román paladino” no es otra cosa que mientras siga siendo el Presidente y tenga un poder casi omnímodo para hacer y deshacer lo que quiera, cuando quiera y como quiera, “podéis seguir ladrando…” (la segunda parte de esta frase del Quijote no la pongo, pues todo el mundo la conoce). A nuestro “Midas” le da igual “to-do”. Solo le turba y le perturba la posibilidad de dejar de ser presidente y no poder seguir disfrutando de todos los privilegios inherentes al cargo…no poder viajar en el avión presidencial “Dassaut Falcon900EX”, no poder veranear en la Residencia Real de la Mareta (Lanzarote), ni en la “humilde cabaña” de las “Marismillas” –privilegiado paraje ubicado en el extremo sur del Parque de Doñana– en el municipio de Ayamonte (Huelva) y no excesivamente lejos del no menos famoso restaurante ”Casa Bigote”(Sanlúcar de Barrameda) donde poder degustar —un día sí y el otro también– todo lo mejor de la desembocadura del Guadalquivir. Porque ¿Qué son 235 kilómetros para el Helicóptero Superpuma, –el “taxi-aéreo” presidencial usado por Sánchez para sus estivales desplazamientos familiares y, que pagamos todos y cada uno de nosotros, los sufridos españolitos de a pie…?.No se inmuta por nada y adopta un rostro distinto en cada ocasión y según requieren las circunstancias. El sentido del ridículo para él no existe en su ideario. La mentira, la chalanería y la demagogia son sus continuas aliadas y fieles compañeras de ese viaje, sin retorno y a ninguna parte, al que está empeñado y quiere conducir la nave de España.

Nunca un mito había tenido tanta proyección social y personal en la actualidad política de España, claro que nunca habíamos imaginado ni sospechado lo más mínimo—al menos yo—que después de haber tenido que soportar el nefasto y desastroso gobierno socialista y pro- Chavista de Zapatero, íbamos a tener que soportar como presidente a un individuo de tales categorías y cualidades, cuya única aspiración ha sido, es y será convertir a España en un “desecho” social y político a semejanza de las repúblicas castristas y bolivarianas, donde sus camaradas –los comunistas, marxistas e independentistas– que lo sustentan, “llegaron pobres a un país rico y ahora son ricos en un país pobre” o como diría nuestro ex capitán de la Selección Española de Fútbol, Sergio Ramos: ”El Socialismo es capaz de dejar a Cuba sin azúcar, a Venezuela sin petróleo, a Argentina sin carne y a España sin turismo. ¡Qué desastre!”.

Parece mentira que después de “ver las barbas de nuestros vecinos pelar, no pongamos las nuestras a remojar”. España no puede seguir vendida a los independentistas catalanes y a los nacionalistas vascos. ¡Necesitamos un cambio de Gobierno ya…!, de lo contrario, dentro de muy poco, nos encontraremos simple y llanamente con una España convertida en una “era”:
¡España “era” un país libre, España “era” una nación democrática, España “era” un estado constitucionalista, España “era” un pueblo unido por una monarquía y una bandera, España… “era”, España…”era”…! ¡España “era”, lo que ya no es y nunca será!.

Pedro Manuel Hernández López es médico jubilado y periodista.

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