Supongo que no está pasando inadvertida la irregularidad climática que vivimos estos días de granizo, inundaciones, cielos cuadriculados por los chemtrails y “boinas” que no dejan pasar los rayos del sol. Nos cuentan que la dispersión de óxidos de metales en la estratosfera, entre ellos el óxido de aluminio, se está realizando con el fin de reducir el supuesto calentamiento global debido al CO2. Curiosamente, esta operación es una de las más de 300 patentes de la Hughes Aircraft Inc., anunciada por el agorero y falso filántropo Bill Gates. Poco a poco, van cumpliendo sus objetivos, sin que la sociedad –incapaz de pensar por sí misma—caiga en la cuenta de los sutiles hilos que la manejan. En el artículo anterior prometimos hablar de cómo habían programado la histeria del fin del mundo para el 2012, y a ello vamos.
Tras las diferentes conferencias sobre el clima realizadas en distintos países a partir de 1972, acompañadas de propaganda catastrofista por parte de los vividores del cambio climático, la sociedad estaba a punto para la dosis final de miedo e incertidumbre con la que se inoculó en los años previos al 2012. Una obra maestra de la manipulación a gran escala.
Curiosamente, alrededor del 2000, coincidiendo con el cambio de milenio, se incrementa la publicación de información de corte esotérico, espiritualista, extraterrestre, cosmogónico en relación a civilizaciones del pasado, y empiezan a proliferar las profecías de índole catastrofista en las que se culpa al ser humano de sus muchos errores.
El fin del mundo para el 2012 es el leitmotiv de los años precedentes a la Conferencia de la Tierra que se celebraría ese mismo año. Aparecen las profecías mayas, las de los indios hopi y las de los chamanes creados ad hoc. Los “iluminados” del mundo empiezan a recibir vía channelling los lugares seguros para salvarse de la destrucción. A este respecto, en un pueblo de Francia tienen que tomar medidas para evitar los daños colaterales de una concentración irracional de personas. Salen a relucir incluso los 144.000 justos del Apocalipsis y hay quien imagina a un Noé salvando de las aguas a los buenos para, pasada la catástrofe, empezar una edad de oro sobre el planeta, o a los extraterrestres evacuando a los humanos buenos en sus naves.
En esta dinámica, no es casual que el Panel sobre el Cambio Climático divulgue el film Home, del fotógrafo francés Yann Arthus-Bertrand, o que Hollywood salga dispuesto a movilizar conciencias con la película catastrofista 2012, en la que la Tierra se parte en mil pedazos y se hunde bajo las aguas, mientras los potentados del planeta son salvados. Un gran efecto para hacer llegar el mensaje al corazón y, sobre todo, a la mente emocional del gran público. La estrategia de manipulación de la alianza Reino Unido-USA estaba servida. Pero hacía falta un buen peón, que apareció en la figura de Sarkozy, que denuncia la falta de voluntad de sus homólogos y, de manera casi improvisada y saltándose todas las reglas de la ONU, propuso unos cuantos acuerdos de emergencia en forma de declaración final con algunos Estados, para salvar el planeta.
Sin embargo, los hispanohablantes, que habían sido prácticamente un cero a la izquierda, surgieron de las selvas para denunciar la maniobra. Hugo Chávez arremete contra el capitalismo salvaje y lo culpa de utilizar el cambio climático en su beneficio, a costa del Tercer Mundo. Los acusa además de pretender dar lecciones de moral y toma una de las consignas que gritaban los ecologistas ante el centro de convenciones: “No cambien el clima, cambien el sistema”.
A pesar de los mandatarios y la oposición de los grupos ecologistas que se manifestaban fuera del centro, la gran farsa había sido un éxito y el caldo de cultivo estaba preparado para las decisiones que se impondrían al resto de la comunidad internacional en la Cumbre de 2012.
El presidente boliviano, Evo Morales, manifiesta que si la emisión de gases de efecto invernadero es peligrosa, que se prohíba en lugar de discutir sobre límites, y mucho menos venderlos. Los acusa a su vez de saltarse los protocolos de la ONU y se pone al frente de la lucha alternativa por el clima, invitando a la sociedad civil a unirse frente a los gobiernos occidentales que no tienen en cuenta la idiosincrasia de los pueblos, y convoca a una Conferencia Mundial de los pueblos sobre el Cambio Climático y los derechos de la Madre Tierra.
El evento tiene lugar cuatro meses después en Cochabamba, con una participación de 48 delegaciones gubernamentales y más de 30.000 personas. Pero, en esta ocasión, iban a ser los grupos ecologistas quienes tomaran las decisiones y no las transnacionales a través de sus lobbies. La conferencia consiguió dividir a los ecologistas oficialistas y a los defensores de la Tierra.
Como bien señala Thierry Meysan “… en las cumbres internacionales nadie trata de evaluar el costo energético de las guerras desatadas contra Afganistán e Irak, costo energético que incluye el puente aéreo que transporta diariamente toda la logística proveniente de Estados Unidos hacia el campo de batalla, incluyendo la alimentación de los soldados. Nadie se preocupa por medir la superficie habitada contaminada por las municiones de uranio enriquecido, de los Balcanes a Somalia y pasando por el Gran Medio Oriente. Nadie menciona las áreas agrícolas destruidas por las fumigaciones en el marco de la guerra contra la droga, en América Latina o en Asia central; ni las áreas esterilizadas por el uso del agente naranja, desde la jungla vietnamita hasta los palmares iraquíes. Hasta la celebración de la conferencia de Cochabamba, la conciencia colectiva olvidó las evidencias existentes de que los principales ataques contra el medio ambiente no son consecuencia de comportamientos individuales ni de la industria civil, sino de guerras desatadas para que las transnacionales puedan explotar los recursos naturales, y de la explotación sin escrúpulos de esos mismos recursos por parte de las transnacionales que alimentan los ejércitos imperiales”. En fin, una gran estafa perpetrada por los fumigadores a costa de los fumigados.
La Cumbre de 2012 en Río fue más de lo mismo, con ausencias importantes, como Barack Obama, Angela Merkel y David Cameron y la controversial participación de Irán con sus gravísimos problemas ambientales, las reiteradas violaciones de los derechos humanos y su programa nuclear, temas que se niega a abordar [1].
Un fracaso, según los críticos, pero un motivo para seguir gastando ingentes cantidades de dinero en “ocurrencias sostenibles”.
El calentamiento global, una cuestión de intereses
Sobre el calentamiento global nunca hubo unanimidad. Una parte de la ciencia apuesta por el sí, mientras otros dicen lo contrario. Y aquí volvemos a encontrarnos con otra paradoja. Uno de los científicos escépticos del cambio climático era Edward Teller, del Proyecto Manhattan, del que surgieron la bomba atómica y la bomba de Hidrogeno.
Frente a los que sostenían que había un calentamiento global y un exceso de CO2 en la atmósfera, consecuencia de la mala utilización de los recursos del planeta, Teller decía que la Tierra no se estaba calentando. Sin embargo, curiosamente, un tiempo después ideó una fórmula mágica para RESOLVER un problema que NO EXISTÍA. La fórmula consistía en la dispersión de óxidos de metales y se llevaría a cabo por medios aéreos. La manipulación del clima o geoingeniería estaba servida y, además, iba a contar con el beneplácito de la sociedad. Solo había que activar la estrategia comodín. Cuando el sistema quiere implementar medidas que podrían ser impopulares o difícilmente aceptables por la sociedad, este tiene métodos muy eficaces para convencer: propiciar que sea la propia sociedad quien demande soluciones urgentes y drásticas. La dialéctica hegeliana es infalible: primero se crea el problema y después se pone en marcha la solución, una solución que a priori y sin la debida manipulación, no iba a ser aceptada de buen grado. A nadie le gusta ser humillado en un registro. Sin embargo, el miedo a un atentado terrorista es superior a la desvergüenza e indignidad de sentirnos controlados y tener que pasar por el escáner cada vez que entramos en un avión. El ciudadano es proclive a creer y a confiar en el papá Estado y está siempre dispuesto a consentir “por su bien” ser tutelado, aunque esto implique ser espiado y grabado en la calle sin saberlo. En estos casos extremos, el sistema es ayudado por los propios ciudadanos, que se declararán enemigos del disidente y guardianes del orden establecido.
Así, quienes controlan el clima y provocan diluvios, sequías y huracanes, tienen la facilidad de generar episodios climáticos extremos de manera que la gente desee y pida ser protegida contra esto y pida soluciones para frenar el cambio climático.
Como acabamos de ver, las organizaciones ecologistas pasaron a formar parte del proceso de negociación internacional en el seno de las Naciones Unidas. Fueron ellos los que empezaron a concienciar –o a intoxicar— con la idea de la sobreexplotación de los recursos y su incompatibilidad con un planeta sostenible. Enunciado así, parece algo loable, pero hay que ver todo lo que hay detrás y quién mueve realmente los hilos de las ideas que se implantan en la sociedad.
Como ya expresamos, esto pronto se manifestó en concentraciones masivas en todos los países contra el cambio climático, pidiendo un nuevo rumbo en la manera de producción energética y la necesidad de utilizar energías renovables y limpias. De ahí parte la histeria de los últimos años, que incluye pelotazos al por mayor, y un aumento en el recibo de la luz de los usuarios, debido a que hay que pagar el déficit tarifario, es decir, más de un cuarenta por ciento de impuestos para compensar el chorreo de dinero público que pasó a engrosar las cuentas corrientes de los políticos y sus amigos “profesionales” del clima.
Lo que el gran público desconoce es que esta campaña fue orquestada por los mismos que están promoviendo la geoingeniería. Nuestros políticos son socios necesarios y su colaboración en estos programas se sustancia en forma de subvenciones y ocurrencias que siempre son bien recibidas. Es la manera de contribuir al plan de terror global por el clima. Esto lo suelen negar, pero sin su consentimiento el proyecto no se podría llevar a cabo, al menos en su totalidad. Por ejemplo, centrándonos en los chemtrails, los aviones que invaden nuestro espacio aéreo para fumigar no podrían hacerlo sin el consentimiento de los gobiernos.
La idea para enfriar el planeta consiste en generar un filtro entre el Sol y la Tierra para que los rayos no incidan directamente en ella y así reducir el supuesto calentamiento global debido al CO2. Este filtro se consigue dispersando óxidos de metales en la estratosfera, entre ellos el peligroso óxido de aluminio [2]. El efecto, explicado de manera sencilla, es como tomar el sol bajo una sombrilla.
Sin embargo, sería lógico plantearse que si el CO2 es el causante del efecto invernadero, estos aviones que surcan nuestros cielos añadirían millones de toneladas de CO2. Es la prueba de que esto no está planificado para mitigar el CO2. Llama la atención que en todos los protocolos de geoingeniería no haya ni un solo epígrafe que abogue por la utilización de energías limpias, y se prescinda de los combustibles fósiles que son los que generan el CO2.
NOTAS:
1. Irán es un auténtico peligro. La planta de energía nuclear de Bushehr está situada en una zona de riesgo sísmico, en la intersección de tres placas (Árabe, Africana y Euroasiática). Según los expertos, un terremoto causaría daños comparables a los de Chernóbil).
2. La dispersión de óxidos de metales, entre ellos, el óxido de aluminio en la estratosfera con el fin de reducir el supuesto calentamiento global debido al CO2 es una de las más de 300 patentes de la Hughes Aircraft Inc.
(Datos del libro Conspiraciones contra la humanidad. La agenda de los amos del mundo, Salvador Freixedo/Magdalena del Amo, La Regla de Oro Ediciones, Madrid, 2017).
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