OPINIÓN

Pedro Manuel Hernández López: «Escrivá y Díaz: el nuevo dúo “Pimpinela”»

Pedro Manuel Hernández López: "Escrivá y Díaz: el nuevo dúo “Pimpinela”"

Tradicionalmente y desde la más remota antigüedad venía siendo costumbre en todas las familias el lavar “los trapos sucios” en casa y, para que el resto de vecinos no se enterasen y vieran sus vergüenzas, solían incluso, tenderlos en el interior de las viviendas para que se oreasen al sol y al viento lejos de las inquisitivas e indiscretas miradas vecinales. Esta ancestral usanza era llevada más a rajatabla según fuese más alto el nivel de los dueños de esos trapos. ¡A mayor nivel y poderío económico, social y político—que no intelectual—mayor hermetismo y obscurantismo “harapil”! (de harapos, trapos, andrajos).Pero como hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad y las modas se imponen a las costumbres, los trapos sucios ya no se lavan y se orean en casa, sino que se airean a los cuatro vientos en comparecencias y ruedas de prensa, como vienen haciendo desde hace unos días, la pareja ministerial de moda, formada por los ministros –el albaceteño José Luís Escrivá y la galega Yolanda Díaz—más conocidos últimamente en todos los burladeros de la información como el nuevo “Dúo político Pimpinela,” del no menos famoso gobierno del megalómano, narcisista y aranero Pedro Sánchez, el presidente de la progresista y maravillosa España socialcomunista.

Últimamente, este ministerial dúo–.que no musical—viene ocupando casi todas las tertulias de las distintas cadenas televisivas y las primeras páginas de la prensa digital y escrita con sus continuos rifirrafes sobre las pensiones y la reforma que prepara el manchego para el próximo 15 de noviembre. El origen de la discrepancia y que ha terminado en disputa ha sido motivado por la pregunta al ministro—tras haber sido aprobado en el Consejo de Ministros la subida del salario mínimo interprofesional (SMI) y la quinta prórroga de los ERTE—sobre si se sentía “desautorizado” por miembros de su propio Gobierno en la polémica que siguió a sus declaraciones sobre las carencias culturales del sistema español de pensiones y sobre que España—en palabras del propio Escrivá—requiere un cambio cultural para poder trabajar más entre los 55 y los 75 años. Esto fue respondido con dureza y displicencia por su colega, la vicepresidenta Yolanda Díaz—su pareja en el dúo político “Pimpinela”—que le pidió mucha “prudencia y cautela” al hablar de una materia, tan social y laboralmente sensible, como son las pensiones y, que además son competencia exclusiva de su ministerio.

Sin embargo, el ministro Escrivá no se ha quedado ni corto, ni perezoso y mucho menos mudo—y como si del habitual duelo musical del “Dúo Pimpinela” se tratase, en el que parece que se tiran los trastos a la cabeza y lavan los trapos sucios en público y, luego no es ni una cosa ni la otra—en la respuesta dada en un tuit a su colega galega:

“Veo con sorpresa que algunas personas (entre ellas mi compañera Yolanda Díaz, añado yo) han sacado de contexto mis palabras, que creo que merecen un HILO para explicarlo. Como he dicho en múltiples ocasiones y en la propia entrevista en @diariARA, España tiene una edad de jubilación adecuada, que no es necesario modificar” (sic).

Tras este tuit, el ministro de Seguridad Social ha intentado disculpar con tono moderado la reprimenda y el rapapolvo que su compañera Yolanda Díaz le propinó en todo el lomo. Pero aunque su tono ha sido moderado, no así su mensaje que ha sido mucho más directo: “Díaz habló sin conocer lo que yo había dicho realmente”. Al dúo de moda ministerial solo les ha faltado emular a Pimpinela y cantar: “¿Quién es? (Escrivá) Soy yo (Díaz) ¿Qué vienes a buscar? La reforma laboral. Es tarde ya. ¿Por qué? Porque ahora soy yo quien no la va a apoyar. Por eso vete, olvida mi nombre, mi cara, mis leyes…Y pega la vuelta. Olvídalo todo que tú para eso tienes experiencia”. Todo esto, aparte de una actuación –al más puro y característico estilo musical del Dúo Pimpinela—o si lo prefieren, a una “versión-B” de algunos de los absurdos e hilarantes diálogos de la famosa secuencia del “Camarote de los hermanos Marx”, como por ejemplo: “Si eres capaz de hablar sin parar, al final te saldrá algo gracioso, brillante e inteligente”. O este otro: “Puede que parezca un idiota y hable como un idiota, pero no deje que eso le engañe. Realmente es (Ud.) un idiota”.

Estas “razias” políticas entre ministros de facciones distintas dentro de un mismo Gobierno, el de España, no es nuevo. Ya empezaron a despuntar en los tiempos—ya casi olvidados– del ex vicepresidente y ex duque de Galapagar Pablo Iglesias. Estas disputas y públicas desavenencias entre la vicepresidenta Nadia Calviño y él, dieron mucho que hablar e incluso se llegó a especular que ponía en peligro el pacto del Gobierno de coalición. Las frecuentes y continuas desavenencias y disputas–entre los ministros del PSOE y los de Unidas Podemos– han conducido a una escalada de la tensión que se ha traducido en reproches públicos, maniobras torticeras, filtraciones parlamentarias, manifestaciones callejeras y victorias gubernamentales –a espaldas de la otra parte—han dado una sensación generalizada de que se han cruzado las líneas rojas, hasta ahora respetadas, del “rubicón” español (no confundirlo con el Rubicón, histórico río italiano que conformaba la frontera con Roma y, que Julio César y la Legio XIII Gemina cruzaron con su ejército, tras pronunciar su célebre frase “Alea iacta est”, para combatir contra los “optimates” de Pompeyo, en el año 46 a. C.).

Como si de la teatralizada canción –“Olvídame y pega la vuelta”–cantada por los hermanos Galan, alias “Pimpìnela”—se tratase, ambos se echan la culpa. El PSOE, a Unidas Podemos, les acusa y les recrimina de “querer ser a la vez Gobierno y oposición”. Estos perroflautas venidos a más–desde las salvajes y “malolientes” acampadas en la madrileña y castiza Puerta del Sol—y que han cambiado las sudaderas y moños por trajes a medida y cortes de pelo a navaja– siempre han destacado por “querer sopas” y por tener el pie derecho en el Gobierno y el izquierdo en la oposición. Pablo Iglesias y sus mariachis responsabilizan a Pedro Sánchez y a sus chicos de incumplir lo firmado en asuntos como la “limitación del precio de los alquileres” o por no apoyar el borrador de la “Ley Trans-natural” (que está por encima o más allá de la naturaleza humana) del Ministerio de Igualdad, competencia directa de su ex compañera y ex duquesa de Galapagar, Irene Montero, la responsable de ese Ministerio de “Igual-dá” (al que tantas veces he definido así y me he referido a él, dada su eximia e irrelevante función social).

Por su frenética y obsesiva actividad a favor de la eutanasia y el aborto, más bien debería llamarse el Ministerio “Tanatológico” (del griego “thánatos”, muerte y “logos”, estudio o tratado) o “Báquico” (dedicado a todo lo relativo y concerniente a Baco, dios del vino y de la embriaguez) ya que desde su sillón ministerial, no se cortó lo más mínimo en proclamar a pleno pulmón y a la “rosa de los vientos”, aquello de ”Sola y borracha quiero volver a casa”: el lema y, que a modo de slogan, el Ministerio de “Igual-dá” quiere que sea una realidad. Para que luego digan que el haber trabajado (2010-2011), como dependienta en la cadena de electrónica y electrodomésticos “Saturn”, no vale para nada. En el resto de Europa no, pero aquí en la España nuestra de hoy—no en la de Cecilia—quien vale, vale, y el que no, a ministra-tro-tre. Ya saben que “esos son sus principios y, si no nos gustan, tienen otros.”

Puestos a cambiarle el nombre, yo me quedaría con el de “Ministerio Báquico” por aquello de que tiene más morbo y “sex appeal”. Pero como estamos en una gran progresía y maravillosa democracia, deberíamos decirle al gran cocinero-cantabrón de encuestas, el señor José Félix Tezanos Tortajada, que –como presidente del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS)– haga una macro y oficialísima encuesta para saber cuál de los dos nombres sugeridos recibiría más votos.

Pedro Manuel Hernández López es médico jubilado y periodista.

 

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