Los partidos políticos, según el art 6 de la Constitución, expresan el pluralismo político, «concurren a la formación y manifestación de la voluntad popular y son instrumento fundamental para la participación política».
Millones de madrileños votaron, no hace mucho, con un hálito de corroboración nacional, otorgando una representación incontestable a Isabel Diaz Ayuso en Madrid.
Ciudadanos de diversos partidos, colectivos y simpatías políticas individuales de la derecha, el centro e incluso la izquierda no sectaria, otorgaron una representación más directa de lo habitual a quien encarna, despues de mucho tiempo, una esperanza política ciudadana, y constituye un fenómeno social sin precedentes que además de barrer en Madrid, ha trascendido al ámbito nacional.
Aparece por fin una política con cierta autenticidad, al menos por el momento, con la oreja y los pies pegados al suelo, después de un tiempo de mangüanes y covachuelistas, para los que el «fenómeno Ayuso» resulta amenazador.
No obstante, la miopía de la izquierda, incluidos sus socios golpistas, terroristas y nacionalistas, todos chantajistas, la ven aún muy lejos y desenfocada. Vox la ve bien, aunque sea con lentillas, pero puestos a revisar la visión política lo peor de todo es la presbicie interesada de su propio partido, demostrando que sin duda ve mal de cerca, mostrando la inseguridad de la mediocridad con Cayetana, Ayuso y todo lo valioso cuando maniobran y se atraviesan ahora tratando de interferir su imparable ascenso, no vaya a darle por barrer toda esta broza.
Temida por la dirección de un partido popular que parece no aspirar a desterrar al traidor sino solo a ponerse en su lugar, Ayuso pretende ser neutralizada por su partido a través de Almeida para que no presida el partido en Madrid, como sí sucede con todos los presidentes autonómicos allí donde gobierna el partido popular. Una dirección del partido recelosa de que después de demasiado tiempo, Ayuso pudiera barrer la casa por fuera, pero también por dentro.
Los comisarios no sólo quieren anular a los afiliados. Pretenden anular la voluntad popular que, incontestablemente, quiere a Ayuso porque, acertada o no, ha creído ver en ella algo diferente. Y quiere que su valor y espontaneidad sean en su dia, las encargadas de desterrar la cobardía, la mentira y la impostura de Moncloa.
¿Concurre el Pp así a la formación y manifestación de la voluntad popular de conformidad con el art 6 de la CE?
¿Resulta ser así instrumento fundamental para la participación política?
Como reitera la jurisprudencia del Tribunal Constitucional, «la representación forma parte del derecho de participación política del art 23». Y el pueblo de Madrid y el soberano español tienen derecho a la mayor representación posible que permita nuestro defectuoso sistema de representación, que nadie quiere corregir, eliminando en él la absoluta posición dominante de los partidos políticos.
¿Donde está la voluntad popular, donde la representación y donde la democracia? Pues, evidentemente, secuestrada por organizaciones políticas, partidos y sindicatos, al servicio de señores feudales que nos gobiernan, que en algunos casos ni siquiera son representantes o lo son muy poco y que dia tras día en los medios regalados con dinero público demuestran no ser ni servidores del pueblo soberano, ni servidores públicos.
Víctor Entrialgo
