OPINIÓN

Anián Berto: «El virus, la vacuna y la mente»

Anián Berto: "El virus, la vacuna y la mente"

Es necesario citar la reflexión del escritor, poeta y dramaturgo, Víctor Hugo; ‘El agua que no corre hace pantano; la mente que no trabaja hace un tonto’

Es sorprendente que la comunidad científica mundial no repare en la eficacia del órgano cerebral, y su función la mente, en contra del virus y como alternativa – o sustitución- a la vacuna para eliminar gérmenes. Quizás por eso, porque es científica y basan exclusivamente el remedio en la Ciencia y la farmacología. En definitiva, en aquello que se demuestra físico y rentable al tiempo, y no en lo que cuesta entender, o demostrar, a través de los propios recursos humanos. La protección natural potenciada desde la mente puede resultar ‘milagros’ para eruditos, e incluso, coge desprevenidos a instituciones cómo la OMS o la Agencia Europea del Medicamento.

El remedio puede estar en el interior de cada uno de nosotros, sólo falta entenderlo y seguir el cuidado que precisa algo tan delicado y exacto cómo es el cerebro y la mente. La RAE define a la mente como designio, pensamiento, propósito y voluntad, pero es algo más, incluso la añadiduria del diccionario se queda corto, cuando dice que la mente es; ‘la potencia intelectual del alma’. Con el propósito de explicarme para una más amplia comprensión, utilizo cómo definición para todos, una frase que conjugué hace décadas a modo de reflexión : ‘La mente es como el viento, ni se ve ni se toca, pero mueve las ramas del árbol’.

La mente, que deriva del argumento cerebral, tiene capacidad de dirigir nuestras vidas, decidir y ser horizonte para no ser veleta. Esto quiere decir que es el fundamento esencial y prioritario para poner en marcha el organismo en una u otra dirección. La funcionalidad de la mente equilibrada tiene capacidad de prevenir ser enfermizo, o/y crear lo contrario, acarrear los peores resultados de salud. Se trata, por tanto, de cuidar, ejercitar y obtener preparación para anular invasiones externas indeseadas y  órdenes machaconas que destruyan las barreras de protección. En este sentido, el miedo, convertido en pánico, es un elemento destructor de las emociones positivas, necesarias para fortalecer el sentido mental y las reacciones humanas. La incertidumbre, o el desconocimiento forzado, crean distorsión y disfunción de la actitud positiva y reducen la capacidad de repeler a cargo del sistema inmunitario.

Hacer protagonista vital a la mente, en su efecto revitalizador y como definición final del cerebro humano, no entra en los cálculos rutinarios de muchos sanitarios, ni generalmente en la apreciación efectiva de biólogos, inmunológos o científicos. En resumen, no se refleja en el cuadrante cotidiano del médico, ni se pone bajo el foco del microscopio del investigador entre probetas y análisis de laboratorios. Sin embargo, el cerebro, la ‘máquina perfecta’, dependiendo de la información a la que se le subyugue, puede traducir remedios incalculables, evitar enfermedades, víricas o no, y potenciar el sistema inmune orgánico a través de la función mental y reforzando las probalidables de rechazo. Es la mejor terapia, la psicosomática y directa al génesis de la Covid-19, en este caso.

La enfermedad puede aparecer por múltiples factores, intensidad o/y dimensiones, pero el organismo libra una constante batalla para mantenerse en equilibrio y en perfecto estado saludable. En infinidad de ocasiones, es el sujeto quién somete a una salvaje prueba de sobresfuerzo las capacidades orgánicas: estrés, angustia, ansiedad, alimentación deficitaria, tabaquismo, otras adicciones, vida sedentaria o falta de sueño reparador; entre un sinfín de circunstancias temerarias y actitudes suicidas, mientras otras pueden ser genéticas o inmunodeprimidas.

La mente no entra en quirófano, ni responde directamente al tratamiento químico de la farmacología, al menos en la dirección que el paciente exige de equilibrio y salud. Sin embargo, la función mental, es determinante frente a la enfermedad, decisiva para irradiar bienestar y disfrutar de un estado ánimico y emocional favorable a las defensas innatas, siempre debidamente entrenadas y sustentada en la voluntad, para eliminar ataques continuos de bacterias, microbios y virus.

El cerebro y la mente tienen capacidad para que el ser humano transforme lo material en sólo un pasaje emocional. La biología nos da un cerebro. Las experiencias vividas las convierten en una mente. Y esta nos catapulta a nuestra realidad.

Anián Berto
Diplomado Superior en Hipnosis Clínica – Periodista – escritor

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