Nuestra tesis es que Pedro Sánchez no lo hace sólo por interés. Ni siquiera por necesidad.
Le sale también de dentro, aunque el objetivo primordial sea seguir durmiendo en La Moncloa.
Y además y esto es importante subrayarlo, no es algo que imponga a sus conmilitones: al PSOE o por lo menos a un sector significativo del partido que asesinó a Calvo Sotelo y gestionó 50 chechas espantosas en el Madrid republicano, le gustan más los asesinos etarras y los golpistas catalanes que Ciudadanos, PP o VOX.
Un repaso a la lista de partidos que apoyan la manifestación convocada para pedir el traslado de todos los presos etarras a las cárceles vascas y concederles el tercer grado para darles la libertad condicional como paso previo a su salida de prisión sirve para darse cuenta de que son todos los socios de Pedro Sánchez, sin exclusión.
Podemos, ERC, PNV, Bildu y Junts, más UGT y Comisiones Obreras, estarán en la marcha que se celebrará en Bilbao el próximo 8 de enero de 2022.
Completan la lista, la CUP, La Asamblea Nacional Catalana (ANC), Omnium Cultural, El Consell per la República (el chiringuito montado por Carles Puigdemont a modo de Gobierno catalán en el exilio) y el BNG.
Todos los que mantienen a Pedro Sánchez en La Moncloa asistirán a la manifestación, lo que demuestra hasta qué punto la supervivencia del presidente del Gobierno depende de los enemigos de España.
Es el retrato más cabal de la ignominia, la prueba del nueve de que el sanchismo ha sometido el interés y la dignidad nacional a su propio y particular interés. Todo por un miserable puñado de votos. La marcha se convoca bajo tres reivindicaciones concretas y explícitas:
«El acercamiento de todos y todas las presas vascas, sin excepción y demora, el desbloqueo de la progresión de segundo a tercer grado con el disfrute de permisos penitenciarios y de la libertad condicional, y la reivindicación de continuar avanzando en pro de la convivencia y la paz, con responsabilidad, respeto y empatía».
Que el socialista Sánchez haya decidido unir su destino al de esta gente es la señal más clamorosa del grado de degradación política que atraviesa España.
Los socios de Sánchez, con los asesinos de casi un millar de personas.
A esto el socialcomunismo le llama «fuerzas progresistas». Será porque ponerse del lado de los verdugos y olvidarse de las víctimas es un síntoma claro de progreso.
Un vil, miserable y pestilente progreso.