Los medios audiovisuales se están prestando a cambio de dinero a realizar una labor que corresponde al Gobierno, haciendo de pastores de rebaño por orden del capataz.
De servir al gobierno pasan a competir con acuerdos para que «el acongojamiento súbito» inclemente del publico incremente diariamente las audiencias con el volcán, el Covid, el terremoto, Ucrania, o el siguiente susto que encuentren al que poner música de tiburón.
Mientras, no existe apenas televisión que analice serenamente el cabotaje del «marino mierdante» del Presidente que ha enmerdado este pais con un golpe de estado continuo y un montón de pelotas, arrastraos covachuelistas sin criterio, sin valor y sin escrupúlos hasta el penúltimo sainete de la reforma laboral.
Las inmientes elecciones autonómicas en Castilla y León ponen de nuevo de manifiesto que al Estado autonómico hay que darle la vuelta como un calcetín que sólo Vox se ha atrevido a enunciar y que nadie se atreve de momento a precisar.
Para acabar con los desmanes, el fraude de ley y la utilización partidista y partidaria de las comunidades autonomas. Para terminar con el saqueo del Estado y la absoluta insolidaridad de unas con otras y la vulneración flagrante y diaria de la unidad esencial del Estado español, no hace ññfalta una reforma constitucional. Esa es su disculpa y su escudo.
El principio de autonomía en esencia tiene que ver con la necesidad de que el poder político esté de facto cerca de aquellos sobre quienes se va a ejercer ese poder.
Y eso se hace con organismos, organización, mostradores, que no exijan tener que ir a Madrid como antaño para cualquier cosa.
Pero a la vez, sin necesidad de una pléyade de burócratas despilfarradores con diarrea legislativa que construyen cabilas y reinos de taifas. Covachuelistas que se instalan luego en Madrid a «hacer dietas», chantajear al Estado y bloquear al país mermando sus fuerzas.
La nueva Resonancia de España en el corazón de Castilla León revela así un pais escuálido, no ya frente a nuestros «adversarios» potenciales, sino frente a nuestros propios socios, en la labor de la negociación y en la construcción interna de mayoría y proyectos que requieren la fuerza y unidad mínima imprescindible para volver a hacer de España, no ya un imperio, sino lo que era antes de lo que toda esta ralea ha conseguido destrozar, un potencia media en el mundo.
Victor Entrialgo de Castro