OPINIÓN

Juan Pérez de Mungía: «Manual de política estúpida»

Juan Pérez de Mungía: "Manual de política estúpida"

Existen dos soluciones, la primera consiste en defenestrar, tirar por la ventana a García Egea, y que Casado dimita, o si se prefiere la convocatoria de un Congreso Nacional para elegir a Isabel Diaz Ayuso como candidata a la presidencia del PP y de España. La segunda se deduce de lo que razonamos a continuación.

El PP está cascado como un huevo duro antes de echarlo a la sartén política. Casado es engreído, soberbio, más que el inefable Igea que insulta a los ciudadanos, un político falto de talento que, además, se apoya en un grupillo de personajes de escaso entendimiento y capacidad política. Personajes todos que sufren de hebefrenia política. Con estos mimbres nunca encestarán en la cancha de baloncesto que Zapatero mandó construir en La Moncloa para mayor gloria del jugador Sánchez. El historiador económico Carlo María Cipolla lo explica brevemente “Siempre, e inevitablemente, todo el mundo infravalora el número de estúpidos en circulación”.

Casado está gastado electoralmente. La estrategia en Castilla y León ha sido nefasta, como confiesan muchos alarmados de su partido. Ha querido ganar las elecciones generales en una Comunidad Autónoma sirviendo en bandeja de plata la victoria a Vox, un resultado contrario al que pretendía. Desconcertado por los resultados aún no ha resuelto su enigma mental que indica que nada en la política es más peligroso que la ignorancia sincera y su concienzuda estupidez. Solo hubiera bastado anunciar una alianza electoral con Vox para evitar un fracaso anunciado. Mucho estudiar en la filial de Harvard y, resulta que matemáticamente es un analfabeto electoral.

Todos los que parecen estúpidos en la dirección nacional del Partido Popular, lo son y, además también lo son la mitad de los que no lo parecen de manera que solo los que han sido apartados por el aparato del partido, los más impopulares, como Cayetana, Ayuso y otros son por definición los únicos genuinamente populares y a los electores hay que remitirse. Cayetana obtuvo mejores resultados en Cataluña que su sucesor y Ayuso arrasó en Madrid pese a las trampas saduceas de Sánchez sobre la cuestión de si pactarían con Vox o no. Pues bien esos que muestran talento resultan laminados, perseguidos y espiados.

Parafraseando al impulsor del asociacionismo político en época de Franco, Torcuato Fernández Miranda, en política, como en toda actividad humana, los «noes» no tienen sentido más que cuando enmarcan, confirman o aclaran una afirmación de la cual se parte. Decir «no» a Vox, solo estaría justificado como consecuencia de un «si» previo, al cual naturalmente se adhiriera el ánimo del que después dice «no». El «no», delimita el «si» que afirma. Los saduceos preguntaban así a Cristo.

Casado imitando la conducta de su hermano gemelo, Sánchez, le pregunta a Ayuso que conteste Si o No sobre las ayudas a su hermano. Le pide que demuestre su inocencia en contra de sus derechos fundamentales. El modelo es simétrico. Ayuso no contesta. El boomerang le ha dado en toda la cabeza a la dirección del partido.

Sin embargo la misma trampa tendida por La Moncloa y, contestar a Sánchez, como hizo Casado y sus chiquilicuatres sobre la posibilidad de pactar con Vox, les ha hecho perder su techo electoral y obtener los pésimos resultados en CYL, muy al contrario que en Madrid donde Ayuso no contestó porque al no esclarecer el tema le dejó manos libres para obtener la presidencia de la CAM. Y pactar lo que a su interés conviniera con Vox. A mayor abundamiento, Casado y García Egea con sus malhadadas prácticas hacen la cama al Sánchez que encumbra a su Begoña a cátedras universitarias siendo como es analfabeta, ampara el negocio de los familiares de Calviño, y logra ocultar la total corrupción del partido.

Casado olvida constantemente que en todos los momentos y lugares y bajo cualquier circunstancia tratar o asociarse con estúpidos siempre suele ser un error costoso, algo que Abascal ya lo ha advertido. De un modo agrio e incisivo lo dice el saber popular, quien con niños se acuesta cagado se levanta. Sánchez y Casado, Casado y Sanchez tanto monta, monta tanto, son uña y carne. Con la diferencia que Sanchez sabe ejercer de mentiroso e inconstitucional ignorando a cuantos sospechan.

Casado ha tirado por la borda su promoción al poder, es solo por estupidez que alguien puede estar tan seguro de sí mismo. Pensó que si un sujeto de las características de Sánchez llegó a la Moncloa, el no iba a quedar a la zaga, le superaba con creces y le colocaba en mejor posición, cuando decide practicar el suicidio político y no la eutanasia de quien pretendía ser alternativa. La estupidez humana permite obtener una representación matemática del infinito y Casado intenta imitar lo que algunas mujeres más adoran de Sánchez, es guapo, despiadado y suficientemente estúpido como para creerse un líder mundial sin estar en ningún foro de los que convocan los que mandan. Así anda el patio político. El problema consiste en que el personaje estúpido carece de las habilidades exactas para ser capaz de reconocer lo que es. Algunos estúpidos tienen suerte pero la Lotería Política solo toca a los más agraciados, es de manual.

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