Mientras el Consejo de Seguridad de la OTAN tenía la enésima reunión para consensuar un nuevo ofrecimiento de diálogo a Putin, este ordenaba bombardear Ucrania
Está de moda desde hace unos años – al menos en esta Europa acomodaticia, conformista y un tanto vaga – y como está de moda, procrastinar es bueno. Las cosas hoy y en este mundo de “progreso” no son buenas por sí mismas, son buenas en función de que estén o no estén de moda y se hable de ellas en todos los círculos intelectuales, periodísticos y políticos, aunque sean más malas que el ricino.
Procrastinar viene del latín “procrastinare”: “pro”, delante, y “crastinus”, el futuro, y significa la acción de retrasar las actividades que deben atenderse. Está de moda el procrastinar, es decir el dejar para más tarde lo que podría hacerse perfectamente ahora, pero que, como resulta molesto y desagradable, lo dejamos para hacer algo que nos resulte placentero y agradable, aunque nos lleve al desastre. Antes, en los años de nuestros bisabuelos y hasta mediados del siglo pasado, la filosofía ancestral imperante en esta sociedad era lo contrario: “No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy”. Eran los tiempos en los que los ciudadanos daban valor al trabajo, la dedicación, el mérito y a los valores y principios que han hecho siempre fuerte a una sociedad. Hoy esos valores han sido echados a las cunetas y sustituidos por lo acomodaticio, la tolerancia hasta la náusea, la ausencia de responsabilidad y la huida del compromiso
Ha sido la OTAN la última en procrastinar. Esta institución está tan agotada que carece de fuerzas para actuar y sustituye la acción por el “mañana será otro día” Uno se pregunta para que fue creada intuyendo que, al igual que otras muchas instituciones internacionales, para colocar en puestos comodísimos a gente comodísima para cobrar sueldos galácticos. Ayer fue el último acto esperpéntico de la OTAN, uno de esos momentos que tan bien describió Valle Inclán en sus obras: Mientras el Consejo de Seguridad de la OTAN estaba reunido para acordar seguir dialogando con Putin, este atacaba en toda regla a Ucrania. Naturalmente los sesudos, progres y tolerantes miembros de la OTAN, estaban aplicando la procrastinización al problema, es decir, estaban reunidos para acordar la fecha de la próxima reunión.
En 1930 las tropas de Hitler ocuparon Polonia sin la más mínima oposición. Durante los meses anteriores toda Europa atribuía las amenazas de Hitler a una fanfarronada y nada de nada hicieron, ni siquiera cuando los tanques de la esvástica machacaban las calles de las ciudades de Polonia. El 14 de junio de 1940 los panzer nazis hacían turismo en la ciudad de la luz, una ciudad aterrorizada y estuporizada. ¿Se va a repetir la historia? Alguien dijo en una ocasión que Europa sería en pocos años el parque temático del mundo. Hemos dado un paso más para conseguirlo.
Manuel del Rosal García
