Apocalipsis según la RAE: 1) Fin del mundo. 2) Situación catastrófica, ocasionada por agentes naturales o humanos, que evoca la imagen de la destrucción total.
Los cuatro jinetes del Apocalipsis son la peste, la guerra, el hambre y la muerte. El Apocalipsis de San Juan relata cómo van apareciendo ante los ojos de los hombres conforme Dios va abriendo cuatro de los siete sellos que contiene un pergamino que descansa en su mano derecha.
La destrucción del mundo puede ser provocada por agentes naturales o humanos, pero también por la combinación de ambos. El hombre, ese ser más estúpido que la misma estupidez, no ahorra esfuerzos para provocar destrucción. La Naturaleza se defiende y, buscando el equilibrio que el hombre ha roto, provoca catástrofes y epidemias. Actualmente nos encontramos con un desequilibrio del planeta provocado por los ajustes que ella necesita hacer para restablecerlo y por la actuación del hombre.
¿Ha reparado alguien en que desde el año 2019 han aparecido dos de los caballos del Apocalipsis? El primero, la peste, ha salido del sello del pergamino en forma de Covid. El segundo, la guerra, acaba de empezar a cabalgar por las tierras de Ucrania. Dirán que lo que escribo es fruto de una imaginación extremada; estoy de acuerdo, pero no podrán negarme que, al menos, es inquietante. Quedan dos caballos: el hambre y la muerte. El caballo del hambre ya está anunciado por los expertos que auguran desabastecimiento y encarecimiento de alimentos básicos. El caballo de la muerte viene cabalgando de la mano del Covid que se ha llevado ya a millones de seres humanos cifra que aumenta día a día y que se verá incrementada con esta guerra que ha empezado por la ambición de poder de uno (Putin) y la dejadez, la cobardía, el egoísmo y la hipocresía de otros que conforman esa entelequia llamada Europa; guerra que nadie sabe cómo va a terminar.
Dios abrió el pergamino mostrando los cuatro sellos correspondientes a los cuatro jinetes del Apocalipsis, y dejó en manos de los hombres que lo que en principio era solo una parábola no se convirtiera en una realidad catastrófica.
Manuel del Rosal
