OPINIÓN

Anián Berto: «El coche de trabajo se revela y convocará huelga»

Anián Berto: "El coche de trabajo se revela y convocará huelga"

El vehículo de desplazamiento ya no es solo turismo, sino también herramienta de trabajo imprescindible y forma parte de la acción activa del usuario. No todos son deportivos con vistas al mar

El estallido social que protagonizan los transportistas, agricultores, ganaderos, pescadores, y otros sectores, será ‘peccata minuta’ si se adhieren los automovilistas que necesitan el vehículo para buscarse la vida. La penuria y aflicción nacional será estrepitosa.

Ahora los usuarios del coche de trabajo imponen sus derechos y denuncian la imposibilidad de utilizar el vehículo para desplazarse o como elemento útil de trabajo. Da miedo acercarse a las gasolineras o acelerar sin tiento al utilitario. Aquí no sirven bonos, o Decretos excepcionales para unos y dejar desprovistos a otros.

Los automovilistas igualmente echan gasolina, gasoil o enchufan y recargan, y ven insoportable los precios de los carburantes, de la electricidad e impuestos. Por tanto, no solo comprenden, y deben secundar, a los transportistas autónomos, subcontratados y de base, sino también son parte del mismo problema.

En nuestro país, la Dirección General de Tráfico, contabiliza un parque móvil de coches casi igual a la mitad de la población del país. Ya no son ‘turismos’, se trata de herramientas de trabajo. La cifra alcanza los 24.558.126 vehículos, sin incluir furgonetas, profesionales e industriales. De los cuáles más del 70 % son de obligado uso de transporte de viajeros y necesarios para el desplazamiento de trabajadores.y pasajeros con destino al tajo.

Si todos ellos se revelan y se inmovilizan, volverían a paralizar la cadena de producción, y la vida cotidiana de los ciudadanos se vería obstruida en su totalidad, ya que el coche se hizo imprescindible hace mucho tiempo y está dentro de los planes de la acción laboral.

Una explosión generalizada, que se preveía hace tiempo y ya está en su pura efervescencia. Se veía venir y fueron muchas voces las que alertaban de un nivel de inflación imposible de afrontar. Mientras tanto, el Gobierno se dedicaba a satisfacer las exigencias e insultantes peticiones de sus ministros que, junto a sus socios parlamentarios, obligan a Sánchez a pagar peajes inútiles y acuerdos inverosímiles, a costa del ciudadano.

Un Presidente provocador, capaz de virar en una vuelta de reloj y hacer ‘el más difícil todavia’ desafiando la fuerza de la gravedad. Una atracción descomunal por permanecer en Moncloa, veranear en Doñana, dar un ‘voltio’ con el Facon e interpretar atractivos cantos de sirena ideados por su camarilla de ideólogos que desatienden la realidad mientras retan la física.

Pero España comienza a despertar y a desperezarse, como se anunciaba en bares y redes, – nada de sociólogos o politólogos -. Un despertador que avisaba desde los bolsillos y los estómagos – no los agradecidos-. Algún día la asfixia generalizada obligaría a poner las aventuras extravagantes en su sitio, a pesar de los mensajes y publireportajes tendenciosos de televisiones, desde algunas radios y propaganda ideológicas de la prensa escrita subyugada. Es de justicia hacer grandes excepciones, no todos son infieles a la verdad. Y destaco este medio digital que, sin las prebendas del régimen, mantiene su ‘Libro de Estilo’ en defensa del proletariado y el precariado, con valentía, objetividad y esfuerzo.

En resumen, y a tenor de las molestias y pérdidas indirectas de la propia sociedad, y ante el descontento generalizado, quizá merece la pena organizar una huelga general y terminamos antes. Sí, de aquellas que los sindicatos sorprendían, con piquetes incluidos. Aquellas manifestaciones, muchas agresivas y violentas de quema de contenedores y dispuestos a ‘rodear el Congreso’, según dictaminaba la izquierda.

Sin embargo, los sindicatos (UGT, CC.OO. Y PATRONAL) no están por la labor. La izquierda gobierna y conoce bien como hacerles indiferentes, comprensivos y pasivos. Pero la base trabajadora no puede esperar a que le movilicen los líderes sindicales, las necesidades primarias y el hambre no entienden de política rastrera ni estrategias o estatutos hechos en despachos suntuosos.

La única razón que convence para protestar es trabajar sin ser esclavos para cubrir las necesidades perentorias de la familia. Los experimentos aleatorios con gaseosa, y aquí se han hecho con nocturnidad y alevosía. Y es más, sin escrúpulos y acorralando al trabajador, hasta tal extremo que la explosión es inevitable. El verdadero responsable y culpable final no es Franco, ni Putin y tampoco la pandemia de Wuhan, sino la gestión de Gobierno de La Moncloa.

Anián Berto
Periodista – escritor

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