OPINIÓN

Victor Entrialgo De Castro: » El maestro y el sobrao»

Victor Entrialgo De Castro: "    El maestro y el sobrao"

La distinción entre un maestro y un sobrao, lo mismo en la enseñanza que en los toros, es que el maestro, conociendo a fondo una ciencia, una técnica, un arte o un saber, busca transmitir a sus alumnos la pasión por ellos.

El sobrao, teniendo conocimientos de la misma menores a los pretendidos, hace alarde a la menor ocasión, pero no  con la intencion de aportar o sumar a lo que el discípulo atesora, como hace el maestro, de ofrendar en suma. En el sobrao nada hay de regalo sino de atesoramiento y lo importante es la propaganda y su exhibición, no la comunicación.

En el maestro predomina la entrega, la gratuidad y la autenticidad, mientras en los sobraos, -como Putin o Pedro Sanchez-, desbordados por su narcisismo, predominan los estiramientos, la falta de autenticidad de su rostro y su caminar, de sus expresiones, el engreimiento, la soberbia, la mentira, el relumbrón, el ansia, no de supervivencia, sino de poder omnímodo y notoriedad.

Pedro Sanchez es un sobrao. Habiendo alcanzado su nivel de incompetencia desde que se hizo con el PSOE, no hay en él un mínimo atisbo de duda metódica. Tan solo afirmaciones irrefutables, traslación de mentiras, denigración de la oposición y sucesivas cortinas de humo con exclusivo ánimo de atrincherarse en el poder, apoyado en golpistas y ex-terroristas primero, y sin un ápice de legitimidad ni autoridad despues.

En ocasiones, que ponen de manifiesto la crisis y el declive de una sociedad, puede llegar a ser mayor el número de adoradores de los maletillas que se tiran al ruedo, de los demagogos o los sobraos, que el de los maestros. La experiencia demuestra, sin embargo, que la verdad suele encontrarse por lo general entre los que son menos frente a los que son más.

Mientras en el maestro hay magnanimidad, desprendimiento, en el maletilla y el novillero sobrao que se lanza al ruedo, como «Paqueterito de la Moncloa» o el matador Putin, bajo sus altanerías y prepotencias hay temor a sus ocultas carencias, a la competencia, a la oposición, a la disidencia.

El auténtico maestro  en las aulas como en el alvero, -Ortega como Belmonte-, perdura de por vida dentro de nosotros. El sobrao puede llegar a transmitir datos, pero no amor por el conocimiento mismo.

El maestro enseña una disciplina con autenticidad, sentido y proyectos, con valores definidos, con certezas e incógnitas. El maestro puede llegar incluso, como refieren las escrituras, a dar su vida por sus discípulos.

Los sobraos son aquellos tiranos que, o bien hacen la guerra sirviéndose del miedo para imperar, o bien ridículos, mienten e impostan con periodistas «sobradas» por su cercanía con el poder, en entrevistas masaje.

El sobrao puede atrincherarse y pretender quedarse para siempre en el ruedo, puede incluso parecer bravo durante un tiempo, pero termina siendo sobrero.

Víctor Entrialgo

 

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