OPINIÓN

Manuel del Rosal: «Obsolescencia»

Manuel del Rosal: "Obsolescencia"

Lo que la naturaleza nos entrega nunca es obsoleto. Porque lo que la naturaleza crea tiene la eternidad en ello”. Isaac Bashevis Singer, premio Nobel de Literatura 1978

La Rae define así a la obsolescencia: Anticuado o inadecuado a las circunstancias, modas o necesidades actuales.

Mi hija ha cambiado de lavavajillas tras 15 años de servicio sin el más mínimo problema. Y no lo ha cambiado por falta de rendimiento, sino por aquello tan manido de que “ya no se lleva”. El primer día de uso sorpresa: la vajilla y los cubiertos no salen completamente secos como con la anterior, salen húmedos y algunos de ellos con restos de agua.

La obsolescencia está tirando a la cuneta lo mejor de antaño para sustituirlo por lo peor de hogaño, sin necesidad, Y esto, al fin y al cabo, tiene poca importancia cuando se trata de objetos, pero no cuando se trata de valores y principios…

La verdad es obsoleta, desde hace años ha ido sustituyéndose por la mentira que hoy es la regla de oro de las relaciones entre los ciudadanos, no digamos en los políticos. Nadie sabía que la verdad, clave del arco de las relaciones humanas, venía con fecha de caducidad. Marcada por la ley de obsolescencia, la misma que articula cuantos años ha de durar un objeto para, así poder ser sustituido por otro con menos garantías y menos durabilidad y fiabilidad. La verdad ha sido sustituida por la mentira, hasta tal punto, que ella es ahora la clave de la bóveda de esta sociedad en la que todos mentimos porque la verdad es inadecuada a los nuevos tipos de relaciones humanas.

El amor es obsoleto, por lo tanto, ha sido sustituido por una especie de relación envuelta en intereses particulares, conveniencias y, no digamos por el sexo, que desde hace tiempo ha sido confundido con el amor.

Al igual que los objetos de este nuevo mundo marcado por la obsolescencia, el amor de ahora se puede “devolver” si no funciona -para ello hay que guardar el tique – es por eso por lo que hoy, en la mayoría de los casos, el amor se somete a una prueba de tiempo por si esconde alguna tara o se escamotea intencionadamente. Este nuevo amor ya va predispuesto al fallo, así que busca garantías como si de un objeto con obsolescencia se tratara.

El silencio está también obsoleto. ¿Hay algún sitio donde se pueda estar en silencio? El silencio ha dejado su sitio a la algarabía y el ruido que nos persiguen por dondequiera que vayamos.

Si, los buenos modales se han ganado la obsolescencia, hoy es lo zafio, lo burdo, lo ordinario, lo basto los que les han sustituido.

¿Y el respeto? Tanto el respeto hacia los demás como el respeto a sí mismo son obsoletos.

¡Tantas cosas que hacían que la vida fuera más sencilla, más auténtica, más llevadera, han sido declaradas en obsolescencia! Tantas: el amor y respeto a los padres y a los ancianos, la búsqueda de la excelencia, el mérito, el esfuerzo, el buen gusto, el decoro, el pudor, el respeto a la autoridad… ¡Tantas cosas!

MAROGA

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