OPINIÓN

Jose María Manrique Garcia: «EXOCET en Malvinas. I – Sheffield y Conveyor»

Jose María Manrique Garcia: "EXOCET en Malvinas. I - Sheffield y Conveyor"

Introducción

Cuando se produjo el asalto a las Islas Malvinas el 2 de abril de 1982, Argentina contaba con misiles mar-mar Exocet embarcados en los destructores clase ARA Santísima Trinidad y Hércules (inglesas clase Tipo 42 modificado; el HMS Sheffield era de ese tipo) y en las corbetas ARA Drummond y Granville (francesas clase D’Estienne d’Orves, Tipo A-69), armados respectivamente con cuatro ó dos lanzadores de misil Aéroespatiale MM-38; también en otros barcos menos modernos, como el destructor ARA Seguí (clase Allen M. Sumner yanqui), totalizando 24 misiles. Así mismo había recibido, entre 1980 y 1981, cinco aviones de ataque embarcados franceses Dasault-Breguet Super Eténdart y otros tantos misiles aire-mar AM-39, los cuales formaban parte de un conjunto adquirido a Francia de 14 aviones de este tipo y el correspondiente lote de misiles, lo cual debía hacerse durante 1982.

En aquel momento se encontraban encargados y en construcción en Alemania cuatro submarinos TR-1700, dos submarinos TR-1400, cuatro destructores tipo MEKO 360 y seis corbetas tipo MEKO 140, así como el arribo de una misión francesa de la empresa Aéroespatiale para instalar los códigos operativos en los misiles que permitieran el enlace avión-misil y poner a punto el conjunto. Lo anterior guarda relación con que, si Argentina hubiera esperado a lanzar su ataque apenas un año, el éxito hubiera estado prácticamente asegurado, pero el oscuro incidente de Puerto Leith, en las Georgias del Sur, el 19 de marzo de 1982, así como la reunión en Estados Unidos de Galtieri, Menéndez y otros mandos argentinos con personal diplomático y militar yanqui, provocó la poco medida reacción de la nación hermana, engañados también por una supuesta postura norteamericana complaciente. Pero eso es otra historia.

Los misiles antibuque nacieron en la Segunda Guerra Mundial, cuando los alemanes los utilizaron en el Mediterráneo entre 1943-1944 lanzados desde aviones. El tipo Henschel Hs 293 hundió o dañó severamente al menos a 31 barcos, y el Fritz X otros siete, incluidos el acorazado Roma italiano y el crucero useño USS Savannah. El 21 de octubre de 1967 un misil soviético P-15 Termit (ó SS-N-2 Styx según OTAN), lanzado por una lancha Komar egipcia, hundió el destructor israelí INS Eilat.

Estos son los antecedentes que determinaron el nacimiento del Exocet francés. Su nombre deriva del genérico de los peces voladores (exocétidos), puesto que su aproximación al buque enemigo se realizaba a muy baja altura, entre los 10 m en el vuelo de crucero y los tres en el tramo final (utiliza un radio-altímetro), pudiendo también hacer una rápida ascensión seguida de picado. Había entrado en servicio en 1979 (el mar-mar en 1975), no era de gran porte (casi seis metros de largo, 35 cm de diámetro, alas pequeñas, 850 kg de peso), volaba casi a la velocidad del sonido (Mach 0’9; 310 m/s) y tenía una carga explosiva de 170 kg. Su motor era de combustible sólido y su alcance máximo 70 km (casi 40 mn), en el caso de la versión aire-mar (40 el MM-38).

Como en todo misil, lo principal y específico era su sistema de guía. En el tramo inicial era inercial, basada en giróscopos que le permitían fijar el rumbo al blanco que había determinado el avión lanzador tras una rápida exploración con su radar. A partir de su lanzamiento, el misil era del tipo “dispara y olvida”, corrigiendo la trayectoria por sus propios medios. En la fase final, el propio misil se guiaba por un radar monopulso en la banda X, asociado a una calculadora digital que analizaba las señales reflejadas por el blanco y su entorno, y determinaba las correcciones de vuelo para incidir en el barco enemigo.

Declarada la guerra, una de las prioridades argentinas fue poner apunto los pocos Exocet AM-39 que tenía y tratar de conseguir más. No tuvieron éxito los esfuerzos con Francia de la Comisión Naval de Compras establecida en esa nación, quien se agarró al embargo decretado por la UE y la OTAN, por más que Estados Unidos suministrara todo tipo de ayudas y materiales a sus primos, y la propia Francia facilitara a Inglaterra incluso entrenamiento a sus pilotos contra los ataques simulados de sus Eténdart, así como las características del radar Thompson Agave de los citados aviones. Tampoco con Iraq, que también estaba en guerra y maniatado por franceses y americanos. Fracasó así la adquisición de nuevos misiles. O al menos eso dicen las fuentes políticamente correctas, porque otras argentinas constatan que Perú y Libia suministraron armamento a la nación hermana. Perú misiles portátiles Sam-7 y aviones Mirage, y Libia también SA-7 y, seguramente, Exocet, aunque ya en junio y con la guerra prácticamente acabada.

Además, los pilotos solo habían volado una media de 45 horas con los nuevos aviones, entrenándose solo en la navegación y el tiro con cañón. Por todo ello, los ingleses dieron por seguro que los “argie” no serían capaces de utilizarlos.
Pero el 4 de mayo de 1982, la Aviación Naval Argentina logró alcanzar con uno de ellos el Sheffiel, el cual terminó hundiéndose días después. Hay quien dice que, aunque el misil no estalló, el combustible de su motor generó un gran incendio. También que debió afectar a alguna carga de profundidad atómica, por lo que la radiactividad impidió los trabajos de extinción de los fuegos. Pero, de nuevo, esa es otra historia.

¿Qué había pasado?

El Capitán de Navío Carlos Corti, jefe de la citada Subcomisión Naval de Compras en Francia, como muchos oficiales de la Marina argentina (ojo al dato), era miembro de la Logia P2 y estaba casado en segundas nupcias con una sobrina de Licio Gelli, el Maestro de la misma. Sea por este motivo, es decir, por sus contactos, o, como explica la “versión oficial” (un despechado ingeniero francés se vengó pasándole la información), los “coeficientes” para permitir la comunicación electrónica entre el ordenador de a bordo del avión y el del misil estuvieron en su mano y, tras una rocambolesca acumulación de personas, medios y subterfugios, los mismos acabaron en Buenos Aires. El 15 de abril estuvieron en la Base Espora, donde técnicos y tripulaciones se habían esforzado en poner a punto armas y tácticas. Todo encajó y, tras un ensayo de ataque contra el Santísima Trinidad, cuasi gemelo del Sheffield, la escuadrilla se trasladó a Río Grande el día 18. Desde allí se lanzó el ataque al destructor.
El HMS Glasgow, otro destructor tipo 42, detectó los Super Étenard atacantes y advirtió al portaaviones HMS Hermes y también al Sheffield … el cual ni siquiera llegó a lanzar sus misiles de defensa antiaérea Sea Dart, ni laminillas de chaff (señuelos antirradar), antes de ser alcanzado. Fue el primer buque de la Royal Navy (RN) hundido desde la Segunda Guerra Mundial.
El Conveyor durante la travesía

El SS Atlantic Conveyor, un portacontenedores comercial de 15.000 toneladas empleado como barco auxiliar por la RN, con misiones de transporte logístico y portaviones alternativo, fue atacado y hundido el 25 de mayo, Día de la Patria para los argentinos. El portaviones HMS Invencible lanzó hasta seis misiles antiaéreos para frenar el ataque, que solo derribaron un helicóptero un Sea King propio, perdiéndose los demás. El Conveyor encajó dos Exocet lanzados desde el Norte (el Sheffield lo había sido desde el Sur) por los aviones del Capitán de Corbeta Curilovic y el Teniente de Navío Barraza, y terminó hundiéndose tres días después, constituyendo la mayor pérdida logística inglesa de la guerra, condicionándola.
Había sido requisado/movilizado junto a otras 40 naves civiles como apoyos a la flota británica, lo que también denota lo preparada que estaba aquella guerra.

Con el Conveyor, los ingleses perdieron, además de una docena de hombres, nueve helicópteros (tres Chinook, un Sea Lynx y otros seis diversos) y dos aviones Harrier (según fuentes alemanas). También todo un muy completo lote de repuestos para aviones y helicópteros, más todo el equipamiento para una brigada de 4.500 hombres (tiendas de campaña, cocinas y material médico, etc), depósitos inflables de combustible, seis camiones cisternas (llenos), vehículos de combate, misiles aire-aire Sidewinder estadounidenses y una pista de aterrizaje vertical que iba a ser montada en San Carlos. El coste se estimó en 230 millones de libras esterlinas. La pérdida de los Chinook obligó a la infantería inglesa a caminar hasta Puerto Argentino, retrasando las operaciones.
El ataque argentino fue la operación aérea más larga de toda la guerra: cuatro horas y diez minutos. Despegaron a las 14:00 H. y aterrizaron a las 18:10, cuando ya era noche cerrada en Río Grande. Como prácticamente todos aquellas operaciones aéreas, con dos reabastecimientos de combustible en vuelo y el previo aviso de su iniciación por parte de los chilenos y los satélites norteamericanos.

Hubo otros ataques con Exocet, al destructor HMS Glamorgan y al portaviones Invincible, pero se lo contaremos más adelante.
Pero, antes, nos hacemos eco de una noticia muy reciente: según el tabloide británico DailyMail, “el comandante Mike Norman, segundo al mando del HMS Sheffield, exigió que se investigue si Francia contaba con la información suficiente para poder desactivar de manera remota las armas antibuques utilizadas por la Armada Argentina”. Y la consecuente reflexión: depender del armamento comprado a otros es una especie de ruleta rusa con un revolver con una sola recámara, siempre habrá algo que pueda hacer el vendedor para inutilizar el arma comprada.

J.Mª. Manrique

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