OPINIÓN

Francisco Iglesias Carreño: «Cabalgada de Benavente a Córdoba 1236-2022»

Francisco Iglesias Carreño: "Cabalgada de Benavente a Córdoba 1236-2022"

Tenemos que hablar, en la re-memorización de nuestros antepasados, y por justicia histórica, en ese ayer que a lo largo de los aconteceres humanos, de las interacciones sociales y de las múltiples incidencias de todo tipo, ambientales y hasta políticas, además de económicas y antropológicas, nos acompañan y están junto a nosotros, en nuestro derredor. Tenemos que hablar, hoy le toca en el ahora del año 2020, sobre la «cabalgada de Benavente a Córdoba de 1236» y el tesón de quienes la protagonizaron.

Decir ahora que: «Un día de finales del mes de junio, del año 1236, la ciudad de Córdoba cedió ante el cerco de los ejércitos leoneses que la rodeaban», parece cosa facil, pero en aquel entonces ni mucho menos lo era.

Preguntémonos: ¿Qué fué Córdoba en la Edad Media?, ¿que papel jugo Córdoba en los siglos XII y XIII en toda Hispania?, ¿cómo se reincorpora Córdoba al hacer de la Corona Leonesa?, ¿que papel juega Córdoba en el tramo temporal entre 1236 y 1492?…, o acaso: ¿Córdoba debe ser ocultada?.

Ya hemos indicado que: «La población de Córdoba no era, en la Edad Media, una ciudad cualesquiera, una más al uso como otras de la época, era por si misma, sin lugar a dudas, con su ubicación en el Sur de la península Ibérica, la ciudad mayestática por excelencia».

Parece claro que, en aquellos tiempos, la ciudad de Córdoba era, y para casi todos los historiadores, la excelencia urbana más significada de toda Hispania y puede que, en tales momentos, de toda Europa.

Tenemos expuesto que: «Citada siempre en todas las narraciones medievales tanto en Hispania como en el resto del mundo conocido, tanto por los que la poseían, cual tesoro, como por los que aspiraban, en un gran anhelo, a tenerla para sí».

El gobierno de Córdoba era un referente hispánico que llegaba por toda la Tangitania hasta el extremo oriente, se adentraba hacia el área subsahariana y por toda la Europa medieval, contando con embajadores en sus reinos (donde recordamos al celebre Obispo Elipando).

Estamos pues en el año 1236, a día 29 de junio, ante un gran acontecimiento. Por lo ya señalado tenemos que: » Debió ser un gran día, ¡un magnífico día!, aquel en el que Córdoba, la árabe y mahometana ciudad, el faro urbano del islam, la capital insignia que fue del Califato de los Omeyas, se rendía a las tropas que comandaba un leonés como el rey Fernando».

La situación relatora sobre la reconquista en general y en particular la de Córdoba, sufre los embates de los imperantes reacondicionamientos centralizadores, puede que incluso academicistas, que en parte vienen originados por los fantasiosos momentos noventa ochocentistas, uncidos que fueron a otros prolegómenos desde aquel trueque de «La Vardulia», con su asentada población de várdulos, desde aquella inmigración proveniente de «Castilia» (Granada), alrededor del año 758 [ en el Emirato de Abderramán I (756-788)] y después, en los tiempos del gran Alfonso III (866-910) -.- repoblador que fue de Zamora -.- y aún antes, en aprovechada que fue por Ordoño I (850-66) y Alfonso I (739-757)

El hacer hispánico, tanto en su ser como en su estar, fue objeto de una imperativa relectura, interesada y alienante, que desdibujo su plural contenido en aras de una visión centralizadora de la narración integral (humana, social, cultural, lingüística, histórica, económica, ambiental, antropológica, energética, comercial, viaria, ideológica…) tanto de la España Nación como del Estado Español.

Ante «Córdoba’1236», se obnubila la veracidad histórica, decae la imparcialidad intelectual y se acogota al libre criterio. Ante lo que sí que fue, se obscurece su presenciabilidad narrativa, se desubica su gozne originario y se aparca su veracidad.

La presenciabilidad histórica de la Casa Imperial Leonesa y su ámbito operativo ( toda la extensión de la Corona Leonesa -.- en sus formalizadas cuatro regiones históricas bi-constitucionales -.- ha sido trastocada en aras de referencialidades interpretativas correctoras ya originadas en el Antiguo Régimen, maquilladas adobadamente, y hasta suplantadas, en los comienzos de la Nación Española Contemporánea (ya desde 1807), completamente desquiciadas en los entornos del «Desastre’98» y con propósitos aniquilantes en la posconstitucionalidad del año 1981.

Tenemos todo un personaje histórico leonés en el Siglo XIII y en el año 1236, que es objeto de minusvaloración en su origen, culpabilización en su ascendencia y negación en su estricta referenciabilidad, que responde al nombre de Fernando y que es el III en la Casa Imperial Leonesa.

Ya que: «fue precisamente el «zamorano», por ende leonés, Fernando (natural de Valparaíso, en Bello Fonte- Peleas de Arriba -Zamora – Corona Leonesa), III en la Casa (Real)Imperial Leonesa (de la cual deriva directamente la Casa Real Española)».

Fernando es: «aquel que dió (en el año 1230) a la ciudad de Toro su lema («Civitas Taurensis superior est in Regno legionis» -la primera ciudad en el Reino de León-.-«, que en nuestro criterio se debiera conmemorar anualmente.

Fernando es: «quien consiguió incorporar, a sus ya amplios y extensos dominios, tanto en la Corona Leonesa como en otras Coronas, ese Sur que componían los Reinos de Jaén, de Sevilla y de Córdoba, siendo la capital de este último Reino, por su alta, significativa, trascendente y preponderante importancia, de las más preciadas por aquellos que descendían de los osados/atrevidos invasores Tarik y Muza que causaron el quebranto de la Corona Visigoda en Guadalete, Sorihuela y otros lugares».

Tenemos que decir, y lo vamos a hacer, sobre la cabalgada de Benavente a Córdoba de 1236.

Resulta que: «Tardó Fernando III, desde la ciudad leonesa de Benavente (donde estaba y fue avisado/informado/requerido de la situación de los escarceos previos a la toma de la ciudad) hasta la capital de Córdoba, doce días en llegar, en jornadas a caballo, que se narran como épicas, y se describen de tan extraordinario esfuerzo que dejaron las cabalgaduras exhaustas».

Cada cual imagine el itinerario seguido por Fernando en su cabalgada hacia Córdoba. Siendo leonés de orígen y estando ubicado en Benavente, como punto de partida, ya en pleno verano con la canícula, habría tomado La Vía de La Plata, pasando por Castrotorafe, para repostar en Zamora, desde aquí poder seguir hacia el sur por la Vía Dalmacia hacia Ledesma (para otra posta) y, atravesando el Campo Charro salmantino, llegar a Ciudad Rodrigo (O sea utilizando los históricos caminos leoneses de la reconquista), para lograr alcanzar Coria, tras pasar el Puerto de Perales, en el sur del Rebollar, en el enfilar hacia Cáceres tras la Dehesa de La Luz y alcanzar Merida para, en estando ya en Zafra desde ahi alcanzar Córdoba.

Sería una gran y extraordinaria cabalgada, seguramente única en toda la peninsula hispánica, puede que inédita a nivel europeo e incluso mundial, la efectuada por el soberano leonés Fernando, del Regnum Imperium Legionensis, con nuestra ancestral gente leonesa, sobre una distancia, de gran calado histórico y extraordinario espectro ambiental, además de un regalo para los ojos por la riqueza de sus paisajes, sus sobre 600 km y con 12 etapas de entre 55 a 70 km.

Fernando avanzó, intrépida y anheladamente, hacia el sur hispánico. Siendo consciente de a dónde se encaminaba, la importancia logística de Córdoba y la completa significación mayestática de tal lugar, como lo sabían quienes esforzadamente desde la Corona Leonesa le acompañaban. Por eso salieron raudos de la leonesa Benavente (donde murió su abuelo el Rey Fernando II, al que debía su patronímico) con lo puesto y sin cargas auxiliares, buscando no solo rapidez en el desplazamiento y si también dinámica dosificación.

Fernando salió de Benavente, cruzando el Esla (nuestro siempre Astura), con poca y selecta gente, ligeros de equipaje y comprometidos hacia su finalidad. Proyectándose concatenadamente hacia el sur con la Corona Leonesa que el heredó de su padre Alfonso IX.

Desde todas las lecturas, encuadramientos y presunciones, instamos: «Y lo hizo con tropas mayoritarias de la Corona Leonesa – de Galicia, Asturias, Reino Leonés (Salamanca, Zamora, Toro,..) -.»

Llego a Córdoba, donde se estableció un bélico y sorpresivo ardid operativo, desde la invisibilidad actuante del enmascaramiento, dando las tropas leonesas sensació de alta capacidad estratégica y así tenemos, por los relatos, que: » Una vez allí, asustó a los defensores de la ciudad con la estratagema de los abundantes fuegos de campamento, que trataban de aparentar un nutrido/fornido/descomunal ejército, que acoquinó a quienes intentaban ayudar a la ciudad de Córdoba».

Lo de Córdoba, sin asomo de perder su extraordinario legado anterior -.- que es agregativo a toda Hispania -.- tiene plasmado su singular y concreta reconquista.

Tal acontecer se escenificó en la leoneseidad de tal manera que por eso lo resaltamos: «Que hoy día, el símbolo heráldico de la ciudad de Córdoba, sea la figura heráldica de un «león rampante» -uñado y linguado en actitud de ataque-, no debe extrañar de ninguna forma y en modo alguno, ya que los componentes del ejército de Fernando III que participaron en la conquista de Córdoba fueron mayoritariamente integrantes de la Corona Leonesa y tal, ¡ y tan significativa y concreta!, representación e imagen, pasó a ser representativa de todos los cordobeses».

Pero añadamos más: «A mayores, los habitantes de Córdoba, son descendientes de las repoblaciones que llegaron desde la Corona Leonesa a tan destacada urbe del sur hispánico».

No tenemos dudas sobre la importancia, en la siempre matizada nacencia zamorana, de este extraordinario personaje leonés. Por ello insistimos:» Fernando III pasa a ser un personaje extraordinario de toda la Edad Media, como lo fue su padre Alfonso IX, su abuelo Fernando II y su bisabuelo el Emperador Leonés Alfonso VII, y lo es por muchas cosas, así tenemos que: refrenda los estudios Universitarios de Salamanca (ya otorgados por su padre el también zamorano Alfonso IX), impone el Liber Iudiciorum ( incluso fuera del ámbito de la Corona Leonesa), etc, pero de todas ellas sobresaldrá siempre la toma de Córdoba. La reconquista de Córdoba, por su impacto político y estratégico, universaliza a Fernando III y amplia sobremanera el hacer reconquistador de la Corona Leonesa».

De todos los momentos de la reconquista, tenemos algunos que brillan con luz propia, una luz que es siempre encendida por nuestros ancestros originarios de toda la Corona Leonesa. Hoy decimos que tal fue la ocasión y tal el momento de uno de los más espectaculares logros. En aquella posición del primero Emirato y después Califato de Córdoba. Por eso apostillamos: «Fue el 29 de junio de 1236, en nuestra festividad actual de San Pedro Apóstol, cuando Córdoba pasa al ámbito cristiano por obra, arriesgada y contundente, de la dinámica, acción bélica de Fernando III y cuyo 786 aniversario ahora conmemoramos».

Ateniéndonos a los relatos tenemos: «Unas campanas que habían tañido en las torres de la catedral de Santiago de Compostela -.- emblemático lugar de la leoneseidad medieval, referente mediático de las cuatro regiones históricas de la Corona Leonesa (Extremadura+ Reino Leonés+Galicia +Asturias) y centro cimero universal del peregrinaje cristiano -.- y que fueron requisadas por Almanzor (en la razia comenzada el 3-7-997), según nos cuenta la tradición, y llevadas a hombros de prisioneros cristianos a Córdoba. Después de la Reconquista, por los ejércitos de la Corona Leonesa, de la ciudad fueron devueltas -.- a hombros de prisioneros mulsumanes.-.- a Galicia para ser reinstaladas en la catedral de Santiago (lugar donde descansan los restos regios de Alfonso IX y Fernando II, padre y abuelo de Fernando III)».

El repique de las campanas de Santiago de Compostela es hoy día posible por la azaña de los leoneses, guiados por Fernando III, en Córdoba a fecha del 29-6-1236.

Para conseguir tal logro, ¡ el de reconquistar la ciudad más importante de toda la conjunta Hispania! , cabalgaron con decisión inquebrantable, denodada y audazmente, durante doce esforzadas jornadas, los leoneses de Fernando III, desde la ciudad de Benavente hasta la gran y esplendorosa urbe de Córdoba.

Córdoba festeja tal acontecimiento como lo deben hacer en toda la Corona Leonesa, desde Finisterre, A Coruña, Vila Nova de Sarria, Vigo, Tuy, Ourense, Pontevedra…, Oviedo, Gijon, Carreño, Covadonga,…, Villafranca, Ponferrada, León, Astorga,, Benavente, Toro, Zamora, Ledesma, Salamanca, Alba, Ciudad Rodrigo,…, Coria, Cáceres, Mérida, Trujillo, Alange, Badajoz,…, en nuestro leonés motivo de concatenación y de universal trascendencia histórica..

Córdoba y su 29-6-1236 está siempre, en la perpetuidad de los tiempos, a través de la Corona Leonesa y de Fernando III, en la memoria de toda Hispania y del orbe cristiano.

Se inició con aquella cabalgada que comenzó en Benavente.

Fue aquel año de 1236.

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