Sánchez se interpreta a sí mismo como Lady Chablis, en el distópico condado de Savannah, a medianoche, en el jardín del bien y del mal. La mujer transgénero le ofrece la chocolatina al atemperado coprotagonista de la farsa en la ciudad donde se pasea el fantasma de un perro inexistente por disposición testamentaria de su amo. Sanchez es el trasunto de Rufus T. Firefly, el epígono del teatro del absurdo de Becket esperando a Godot, mientras ejerce como embajador Frankenstein de Amnesia en Sylvania, con el mismo desparpajo del que con singular impudicia atribuye a otros lo que dijo y resultó no dicho porque se lo atribuye a otro. Ahí tienes la extraordinaria sensibilidad del personaje, pagar un pasaje gratuito a quien no tiene a donde ír. Marxismo grouchiano en estado puro.
Es como aquel suicida que se ahoga a sí mismo en la tina metiendo su cabeza bajo el agua empujándola hasta la asfixia con su propio brazo. Como el moro borracho que nunca consume alcohol porque lo prohibe su religión. Muchos hay que admiran esa inconsistencia e irracional laxitud con la que contradice lo que otros le atribuyen que piensa. No se trata de un sujeto carente de moral, dispuesto a vender a su madre, ni siquiera se trata de un sujeto tentado de ir contra sí mismo. Esta presunción del interlocutor faltaría a la verdad. Sanchez no necesita ser consistente o racional porque atribuyéndole lo uno o lo contrario estaríamos cometiendo un error garrafal, atribuirle propósito o capacidad de pensar. Por eso se le puede ocurrir cualquier cosa, lo uno y lo contrario. Hay cosa menos admirable que el que dice siempre lo que el otro quiere oir sin reparar en las consecuencias. El consecuencialismo solo existe para sujetos racionales.
Es una vasija vacía sujeto a un “telepromter” de testorena residual, como el muñeco Biden… pero sin su edad. Por eso le es tan fácil atribuir realidad al lenguaje, porque las palabras suplantan la realidad hasta extinguirla. La respuesta está en el viento. ¿Por qué habríamos de esperar alguna expresión de racionalidad?. España se aboca al abismo, dirigido por la mano maestra de un demente para el que hundir la economía, o destruir la democracia es un simple juego de azar. El bufón de la corte de los amos del mundo, popes de las religiones de la secta Bildenberg y Davos. El bufón Rufus Firefly con mañas de rufián, orgulloso y fanfarrón, investido de esa autoconfianza, tan socialista, como para imponer a su esposa el estatuto de reina de la fiesta. Feijoó mismo admira esa inconsistencia, esa irracionalidad esencial, esa deslealtad para consigo mismo, y le tiende la mano mientras aspira a reemplazarle repitiendo el conjuro de prometer lo que va a incumplir. Paris bien vale una misa.
Es la manera de razonar del presidente, la paraprosdokia (del griego para, «a pesar de» y prosdokía, «expectativa»). Contra las expectativas. Ningún empleo productivo, todos los empleos públicos, como en Cuba. Viva la cultura del hambre y de los apagones de luz. La inflación una quimera de dos dígitos: la fórmula Tezanos. Sánchez saca de la chistera sus fórmulas anticrisis. Perfectas para tertulianos, y periodistas sobornados, los filibusteros del rufianismo, como el patético Rufián, con tres balas, a modo de huevos, cuando todo sabe que no le conviene cerrar el garito. Ahora cheques bebé ampliados, a no se sabe quien que cumpla las mismas condiciones imposibles del ingreso mínimo, o los trenes gratis del que no puede viajar, a los imaginarios ricos de la banca y de las eléctricas que bien habrían estado dispuestos a regalar 3500 millones de euros, a cambio de no perder en bolsa el 5% de su capital.
Sanchez esgrime el lenguaje inclusivo del pobrismo franciscano del obeso mórbido del Vaticano, comer poco, morir delgado, morir de frío o calor, apagar la calefacción o el aire acondicionado en favor del planeta de los simios. Por fin ha llegado la noche apocalíptica del antipapa. Silvania amenaza nuestra prosperidad. El discurso del hombre que se escucha a si mismo es una parodia, un enfermo político que busca morir matando, creyendo que así sacrifica al Rey Pasmado. A nadie puede demandársele por lo que se le ordena. Ya se basta Felipe VI para destruir el destino de su infanta educada en el transgénero transatlántico. ¿Quien va a responder a favor de quien niega a su padre el reconocimiento, cuando él mismo no lo merece?. ¿Cree acaso que se mantendrá en el equilibrio negando a su padre?. No hay nada mas imbécil que hacer lo que no se te demanda.
El juego suicida de este renegado socialista pone en manos de los verdugos, el gobierno, la nación y la patria. Euskadi es un país que firma la paz con España, el acuerdo de Vergara, que consagra una diferencia imaginaria, siempre a favor. Sanchez legaliza la secesión aboliendo el delito, como legaliza la eutanasia, y alaba a Marruecos que dispone de secretos inconfensables, y hunde las relaciones comerciales con el principal proveedor de gas a cambio de un oscuro silencio sobre los potenciales negocios de su señora u oculta su ropa interior con el escándalo Pegasus. Son tantos y tan variados los desmanes que la perplejidad que produce acaba por convertirse en imploración para que este tipejo se vaya cuanto antes.
De las brasas quedarán las cenizas tras quemar todas las naves, sacrifica a quien le rodea y se pone una medalla comprando voluntades. ¿Pero quién aupará a este necio convertido en un Mr. Chance?. Cuando la historia haga justicia, otros habrán pagado con su vida sus delirios. En una democracia la gente puede salir haciendo chistes de los políticos pero hemos perdido el humor porque ahora estos políticos de tres al cuarto son quienes pueden salir en los medios burlándose de los ciudadanos. En el camarote de los hermanos Marx se pedía sistemáticamente tres huevos duros; los tiempos cambian, ahora son fritos. El bufón de la corte de los milagros no tiene a nadie que le ría sus gracias.