Fiat panis es el lema de la FAO. La FAO es la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura. Su misión primordial es acabar con el hambre en el planeta. Fue fundada en el año 1945 y desde entonces el hambre no ha dejado de aumentar a pesar de que su lema dice a las claras lo que la FAO debe hacer: fabricar pan
Parece ser que la panadería de la FAO dejó de funcionar en el año 1945, el mismo año en que fue fundada con el objetivo de acabar con el hambre en todos los rincones del planeta. La FAO es un de tantas instituciones supranacionales que, cuando tiene que llevar a la práctica sus enunciados, fracasan rotundamente.
Acabo de recibir mi revista de Manos Unidas a la que estoy suscrito desde no sé cuándo. El panorama que pone ante nuestros ojos es desolador y cuestiona rotundamente la labor de la FAO. Me rio yo de las pandemias últimas que nos han llegado al compararlas con la pandemia del hambre. Los últimos datos correspondientes a 2020 arrojan cifras que serían inadmisibles para cualquier institución, para cualquier país, para cualquier gobierno, para cualquier poderoso que tuviera en sus manos remediarla; pero las instituciones, los países, los gobiernos, los poderosos se tapan los ojos para no ver semejante miseria humana y se tapan las narices para no respirar los pútridos efluvios que ellos mismos emanan. Son 900 millones de seres humanos, hermanos nuestros, los que padecen hambre severa; esta cifra supone 120 millones más que en 2019. A la FAO no le funciona la panadería, pero tampoco le funciona la gestión de la función a la que fue encomendada allá en 1945. Cada año la desnutrición, consecuencia inevitable del hambre, mata a casi 4 millones de niños menores de 5 años, Son solo una pequeña parte de lo que la indiferencia del mundo rico que enarbola la bandera de la solidaridad mientras nada hace por evitar lo que podría evitar con tan solo una ínfima aportación de esa riqueza. Es una vergüenza para la humanidad que una parte de ella pase y muera de hambre en pleno siglo XXI, siglo de progreso hasta la náusea, progreso que no llega ni por asomo a esos lugares olvidados donde el agua es una rareza, los pastos un entelequia y el hambre y la sed una realidad cotidiana que se lleva por delante millones de seres humanos ante la frialdad, la indiferencia y el mirar para otro lado de los que, desde sus atalayas de poder, espumean por sus bocas la palabra progreso.
¿Es progreso lo que hace que millones de niños mueran de hambre, de sed, de enfermedades fácilmente curables, que algunos países sean secarrales polvorientos donde tan solo crecen los esqueletos del ganado muerto? ¿Acaso progresamos porque ya tenemos el coche eléctrico con esa pila de litio que aumentará la contaminación? No, señores asentados en el poder político y económico, eso no es progreso pues como dijo Albert Einstein: “Mientras en la tierra haya un solo niño que muera de hambre, que no sea feliz, por favor no me hablen ustedes de progreso”
La panadería de la FAO no funciona, no produce el pan necesario para evitar lo que es la pandemia más vergonzante y virulenta que han conocido los siglos y que se desarrolla en pleno siglo XXI: el hambre.
MAROGA