La comparación tiene su miga y solo podía salir del magín de Salvador Sostres.
Un socio del Real Club de La Moraleja que pasa por un mal momento familiar tiene la ocurrencia de presentarse bastante perjudicado y acompañado de una ‘escort’ brasileña que se pone a hacer toples en la piscina. Unas socias, conocidas como ‘el club de las primeras esposas’, le piden que se cubra y la carioca las despacha al grito de «malfolladas». El socio habría miccionado en unos setos cercanos al socorrista. Cuando el personal del club echa a la ‘escort’, ésta se revuelve a puñetazos e incluso muerde al encargado de la seguridad. Al socio se le ha abierto un expediente y será sancionado.
Sánchez es el socio y Podemos es la ‘escort’ en toples. España es el club y nosotros las malfolladas que les hemos dicho a los comunistas que están quebrantando la Constitución y las más elementales normas de convivencia. A Pablo Iglesias nos costó mucho echarlo, y también se lió a bolsazos contra nuestra libertad, y nos mordió, pero ya es pasado.
Apunta el articulista del diario de Vocento que, a pesar de que el jefe del Ejecutivo acredita ‘méritos’ más que suficientes para ser expulsado de La Moncloa, habrá que esperar un año y medio para poder hacerlo. Es decir, hay que aguardar a las elecciones:
A Sánchez hace tiempo que le hemos abierto un expediente, pero el comité de disciplina del club, es decir, las elecciones generales, no se celebrarán hasta enero de 2024. Por lo tanto no tenemos más remedio que dejarle entrar y que se nos meta hasta en la casa, pero a diferencia de los socios de La Moraleja, nosotros estamos en disposición de asegurar que se nos mea en los setos del socorrista, y hasta en su propia boca, y que si alguien se ahoga en la piscina no habrá quien pueda correr en su rescate, porque se está cargando todas las estructuras del Estado y lo está arruinando.
Sostres se muestra sorprendido por la postura de Sánchez que, al contrario que el empresario que la lió parda en el club de golf, presume de sus ‘hazañas’:
Si el socio se ha borrado de todas las redes sociales, por la vergüenza que está pasando, Sánchez hace gala aún de su gañanería y cada día nos aparece con más ‘escorts’, que ya no sólo muestran lo de arriba sino también lo de abajo. Y encima nos llaman malfolladas, es decir, fascistas, cuando vamos a exigirles algo de decoro, léase respeto a la Ley.
Estamos rodeados de chulos de piscina que han atado al socorrista (o sea, a nuestro sistema de creación de riqueza) para vejarlo de todas las maneras posibles, y no contentos con mearse en los tiestos, se nos mean directamente en la piscina, que es nuestro patrimonio y nuestros ahorros.
Añade que el presidente del Gobierno actúa igual que ese socio díscolo de La Moraleja:
Yo sé que me llamarán clasista y facha y rancio, pero ser como España una democracia avanzada del Occidente fértil, es un grado de privilegio equiparable al de ser miembro de La Moraleja. Y el mismo mal momento que el socio pasa con su familia es el que Sánchez pasaba en su partido, de cuya dirección fue expulsado hasta dos veces, hasta que se presentó con una ‘escort’ en el Gobierno y hemos conocido los años más degradantes de nuestra democracia. ‘Las primeras esposas’ de La Moraleja descubrieron que, además, su consocio se había escaqueado de pagar la invitación de su fulana, tal como Sánchez dijo que no podría dormir con Podemos en el Gobierno.
Confía en que el líder del Partido Popular pueda ejercer de dique de contención:
Feijóo es el mediador bienintencionado que, hasta que consiga echarlo, procurará que Sánchez haga por lo menos sus necesidades en el váter.