OPINIÓN

Manuel del Rosal: «Felicidad interior bruta»

Manuel del Rosal: "Felicidad interior bruta"

Trabajamos en empleos que odiamos para comprar mierda que no necesitamos” Tyler Durden, personaje de la película Fight Club interpretado por Brad Pitt.

“El progreso que no hace feliz a las gentes no es progreso” Jigme Thinley, ex primer ministro de Bután.

“Que cada uno goce de la felicidad que pueda sin disminuir la felicidad de los demás” Aldous Huxley, escritor y filósofo británico autor de “Un mundo feliz”

Esta frase es la antítesis de lo que practica este gobierno desde que subió al poder: gozar de la mayor felicidad, bienestar y privilegios disminuyendo de continuo la felicidad del pueblo.

Bután es un pequeño país en el borde oriental del Himalaya. Es famoso por sus monasterios, fortalezas y espectaculares paisajes. Pero Bután también es famoso por ser el primer país que ha apostado, no por el PIB, sino por la FIB. ¿Y eso por qué? En 1974, el año de su coronación, el rey Jigme Singye Wangchuck dijo: “La felicidad interior bruta es más importante que el producto interior bruto” Jigme tenía 18 años y se convertía en el monarca más joven del mundo. Desde entonces en Bután prevalece la FIB sobre el PIB porque, como dicen ellos: no puede haber felicidad si está basada en tan solo lo material, en la posesión de cosas materiales, en la acumulación de dinero. El verdadero desarrollo de una sociedad tiene lugar cuando los avances en lo material y lo espiritual se complementan y se refuerzan uno a otro.

Esto de que el Estado se preocupe por la felicidad de sus ciudadanos no es nuevo, ya en 1776, el 4 de julio, en su Declaración de Independencia los EEUU formulaban “el principio de igualdad entre todos los hombres, el derecho a la vida, a la libertad y a la búsqueda de la felicidad”. Esa proclamación, no especificaba la manera de buscar la felicidad, pero enseguida explicaron como: aferrándose a los bienes materiales sin importar para nada lo espiritual. La felicidad es consumir para que así te consumas y vivas en la creencia de que tener bienes materiales y acumulando dinero, tu felicidad está asegurada. Pero lo cierto es que los bienes materiales y la acumulación de dinero solo trae el consumo desaforado de drogas, tranquilizantes, ansiolíticos, somníferos, y analgésicos que te impiden mirar dentro de ti, en ese interior tuyo y solo tuyo que es donde se asienta tu felicidad

Debe de ser maravilloso vivir en un país donde se le da más importancia a la felicidad que al consumismo, donde el mismo gobierno busca y hace buscar a sus ciudadanos la felicidad y no la riqueza material. Donde las instituciones basan el progreso en el grado de felicidad de sus ciudadanos, felicidad que se apoya en el equilibrio entre lo material y lo espiritual.

Vivo en un país en el que los gobernantes forman una especie de secta que rinde culto a un líder y que se dedican a mentir y manipular a sus ciudadanos haciéndoles creer que son felices porque están bajo el paraguas de un gobierno que les permite cubrir sus necesidades básicas, que tienen periodos de rebajas, que una vez al año viajan a Punta Cana para volver más cansados que fueron, que disfrutan de bienes materiales que para nada le sirven, sino para endeudarse más y más, que son libres para soñar paraísos terrenales, pero a los que se les cierra el camino hacía sueños más profundos, más auténticos, más reconfortantes porque lo que esa secta de gobierno unida a los bancos, supermercados y empresas les predica constantemente es que para que sean felices han de “tener” y no “ser”, para que, aprisionados en un rimero de objetos inservibles, solo piensen en más objetos, viajes, ropa, diversiones materiales de todo tipo porque si no es así ni el gobierno ni los dueños del consumo desaforado de cosas materiales compradas para a continuación ser tiradas para comprar otras iguales, podrían mantener su poder sobre nosotros. Y, sin embargo, nuestros jóvenes beben cerveza y se divierte creyendo que son felices a pesar de no poder acceder a una vivienda digna, de no ser libres. Los hombres y mujeres se sienten felices con una felicidad de cartón piedra y diseñada desde el gobierno y los mercaderes al tiempo que la desigualdad aumenta, la justicia es escasa, la seguridad lleva camino de ser algo raro. Y el gobierno (cualquiera que sea) y los mercaderes nos manipulan diariamente para hacernos creer que somos felices y que lo somos gracias a ellos que nos dicen como, cuando y donde debemos ser felices: aumentando el PIB ese dios que tan solo hace felices, materialmente felices, a sus sacerdotes que son los gobiernos y sus mercaderes. Y mientras el PIB crece y crece, la FIB disminuye en el mismo porcentaje porque aquí la felicidad se tasa en cuanto tienes, aunque seas un perdulario espiritual.

MAROGA

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