OPINIÓN

Pedro Manuel Hernández López: «El reino de “Amanece que no es poco”»

Castillo de cuento

Érase una vez, “Amanece que no es poco”, un reino de magia y fantasía en el que –con sus más y sus menos—convivían cuatro tipos de castas de Elfos. Las “Positivas” las formaban los “Goodoneselfs” y los “Smartoneselfs” y las “Negativas” los “Assholeselfs” y los “Motherfuckerselfs”. En román paladino, éstos serían los elfos “Buenos”, los elfos “Inteligentes”, los elfos “Gilipollas” (vulgarismo de estúpidos o necios) y los “Hijoputas” (ídem de malvados o crueles).

Al principio, las cuatro castas de elfos coexistían en una cierta paz y armonía sustentadas por la alternancia de poder y de gobierno: durante cuatro años consecutivos gobernaban los Goodones con los Assholes en la oposición y, los cuatro siguientes, los Motherfuckers en el gobierno con los Smartones. Este “élficopacto” –tácito y débil– aunque no garantizaba una “elfoconvivencia” perfecta ni políticamente estable, sí, al menos, les permitía asegurar el equilibrio entre ambas castas para mantener el orden social, la paz, la libertad y la armonía necesarias y convenientes para que el resto de los elfos pudieran vivir –si no felices y despreocupados— al menos, con relativa tranquilidad. Todos se habían acostumbrado a esto y no pedían, de momento, nada más. Eran fáciles de contentar.

Como no conocían otro sistema de convivencia, esta situación continuó así, durante años y años, hasta que un día, de la casta de los “Motherfuckerselfs”(los Hijoputas) surgió un personaje –sombrío, maléfico, egocéntrico, felón, autárquico y ambicioso— que, por algún mágico misterio o siniestro conjuro, descubrió que los “Assholeselfs” (los Gilipollas) –en los vecinos reinos de la “Tierra Media”, descrita por Tolkien como “Endor– casi siempre predominaban sobre el resto y eran mayoría absoluta. Desde entonces, éste motherfuckerelf –a quien todos llamaban “Big Dark Brother” (Gran Hermano Oscuro) — había dedicado todos sus esfuerzos en convencerlos de las grandes ventajas y de los pingües beneficios que les supondría el que los elfos de las “Castas positivas” fueran sometidos y esclavizados por la mayoría absoluta de los estúpidos y negativos “Assholeselfs”.

Los “Motherfuckerselfs” sabían de sobra que –con las dos castas de los elfos “positivos” fuera del juego político—podrían gobernar fácilmente y a su antojo todo el reino de “Amanece que no es poco” y, así, convertirse en los únicos amos y señores, no solo del poder y del gobierno, sino también de todos los tesoros, de la historia, de las tradiciones y de las riquezas que mágicamente se habían ido acumulando, desde la noche oscura de los tiempos y antes de que el fantástico reino fuese habitado por las cuatro razas de elfos –llegadas de las distintas y remotas regiones donde solo había reinado la súper raza de los “Darkselfs”(los Oscuros), de la que –según las ancestrales y orales leyendas de los elfos más ancianos del reino—una gran mayoría de los “Motherfuckerselfs” descendía.

El sagaz “Big Dark Brother”, tras un intenso, insistente, monótono y tribal “jamboree”–encuentro de tribus– se dirigió a los “Assholeselfs” y les susurró, con voz aterciopelada pero solemne y autoritaria, como solo él sabía hacer: << Que ellos, todos los “Assholeselfs”, eran iguales e incluso mejores que los “Smartones” y que los “Goodoneselfs, que ser vagos e indolentes daba igual que ser trabajadores y constantes, que ser tontos y necios daba igual que ser listos e inteligentes y que ser buenos y sinceros daba igual que ser malos y felones >>. No contento del todo y para rematar su demagoga arenga –casi militar y prebélica—hasta se inventó un nuevo, muy costoso e inútil ministerio al que llamó “De igual-Dá”. Los “Assholeselfs” le preguntaron el ¿por qué de ese nombre? A lo que él les respondió –como era su costumbre— <<que porque daba igual que estuviera o que no y que valiese para algo o no>>. Lo que les ocultó aviesamente era como lo habían descrito los elfos de las “castas positivas” con el ingenio y la ironía que les caracterizaba. No les dijo que lo llamaban socarronamente << la extraña y carísima cueva de alquimia donde se creaban problemas inexistentes para ofrecer soluciones equivocadas a cuestiones totalmente innecesarias, y de cuyo presupuesto, vivían y parasitaban infinidad de elfos, elfas y elfes de la casta negativa de los “Motherfuckerselfs”>>.

En ese mágico espaciotemporal y, casi sin saberlo –en el remoto, prodigioso y misterioso reino de las cuatro estirpes de los Elfos—había nacido una nueva divinidad a la que llamaron falsamente “Democracy” porque ninguno elfo de las “Castas Negativas” ni le rendían culto ni la respetaban ni creían en ella. Todos los “Assholeselfs” se creyeron a ojos cerrados el discurso del “Big Dark Brother”–porque llevaban grabado en su código genético su innata “gilipollez—y que ellos serían los únicos beneficiados con la derrota de los Elfos de las “Castas Positivas” y, por eso, se dedicaron –en cuerpo y alma con mucho tesón y un bobalicón entusiasmo –a eliminar para siempre, cualquier vestigio de inteligencia, grandeza, libertad, bondad o belleza que hubiera existido en el mágico y recóndito reino de “Amanece que no es poco”, siguiendo las machaconas consignas que el “Gran Hermano Oscuro” les transmitía a través de cicateros mantras celosamente estudiados.

Aunque la mayoría de los “Assholeselfs” descendían del linaje de las dos razas positivas, a partir del discurso del “Big Dark Brother”, empezaron a avergonzarse de sus nobles orígenes, a poner mucho interés y empeño en dejar patente su taimada y característica “Bullshit” (gilipollez) –a la que no dudaron en llamar –por miedo al “Gran Hermano Oscuro”–“political correctness” (corrección política)—y a obedecer cualquier orden hijoputesca dada por él: desde tirar piedras a sus propios tejados, destruir las históricas estatuas de los nobles e importantes elfos, profanar las tumbas de sus antepasados hasta aplaudir desde sus balcones todas las tardes –siempre a la misma hora según les ordenaban—o ponerse de rodillas delante de otros “Assholeselfs” para implorar su perdón por supuestas y antiguas ofensas ya olvidadas por las “Castas Positivas” pero no por las “Negativas”.

Todas las valiosas y grandes obras –que el talento, el trabajo y la buena gestión social, económica y política de los Goodones y los Smarthones habían creado a lo largo de los siglos—fueron consideradas ofensivas por aquellos que, careciendo de talento, actitudes e inteligencia, se habían dedicado a disfrutar de ellas sin plantarse en ningún momento el porqué de su origen. Los grandes templos de mármol y los majestuosos palacios de piedra fueron demolidos para no ofender a los que no habían sido capaces de construir otra cosa que no fueran chozas de paja, barro y adobes.

Los artísticos cuadros que siempre habían brillado con luz propia en sus vetustos museos y en los que estaban reflejados con bellos colores los acontecimientos y personajes más sublimes de la historia del Reino, fueron proscritos y sustituidos por telas con amorfas manchas por las que los “Assholeselfs” más pudientes llegaban a pagar auténticas fortunas. Con los incunables –que guardaban con absoluto celo los orígenes y la historia del mítico y mágico reino élfico de “Amanece que no es Poco”– hicieron más de lo mismo: los apilaron en el centro de la plaza y los quemaron para que con sus verdades no intoxicaran a las nuevas generaciones de “Assholeselfs”, mientras danzaban como posesos y gritaban los mantras aprendidos: ¡Abajo la cultura, la bondad y la inteligencia! ¡Viva la incultura, la estulticia y la maldad!

Las justas y los torneos entre las castas –en los que los jóvenes elfos demostraban su valentía, su honor y sus mejores cualidades—fueron también prohibidos por aquellos que habían convertido la cobardía en virtud y las mentiras en irrefutables verdades.

Y llegó un día, en que hasta los “Troles” del “Bosque interminable” se horrorizaron al contemplar a las estúpidas e ineptas criaturas surgidas de la aberrante y multicultural mezcla de los Motherfuckers con los Assholes. Eran seres lerdos, rudos, necios y crueles que asesinaban a sus propios hijos en el vientre de sus madres, dejaban morir a los elfos ancianos en soledad y renegaban de su propia historia, de su religión y hasta de su propio idioma élfico. Cuando los Assohles –sumidos en la más abyecta miseria y degeneración—quisieron librarse de los “Motherfuckers, presididos por el “Gran Hermano Oscuro”, buscaron entre los elfos buenos e inteligentes a alguno sobresaliente para que aglutinara a los Goodones y a los Smartones y les ayudasen a liberarse de la tiranía y de la férrea opresión de los megalómanos e histriónicos Motherfuckers. Pero ya era demasiado tarde y la suerte estaba echada. La Bondad, la Belleza, la Verdad y la Inteligencia habían sido sustituidas por la Maldad, la Fealdad, la Mentira y la Necedad e ilegalizadas –mediante múltiples decretos no consensuados—por ser políticamente incorrectas. Los pocos Goodones y Smartones, únicos supervivientes, de esa genocida “razzia, todos habían muerto o estaban desaparecidos. Con ellos había sucumbido uno de los más prodigiosos y míticos reinos de las cuatro castas de los Elfos, el mágico y misterioso reino de “Amanece que no es poco”.
Y colorín colorado, este cuento ha acabado.

Pedro Manuel Hernández López, médico jubilado, periodista y ex senador por Murcia

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