Quisiera opinar sobre el artículo de Mireia Rourera de El Punt Avuí publicado el 19 /09/ 2022 : Límites al Opus.
En primer lugar habla del Opus Dei como una Prelatura Personal “ultraconservadora”. Me parece que utilizar este término es todo un despropósito. La base de la doctrina de la iglesia es el Evangelio. Por consiguiente lo que era pecado antes sigue siéndolo ahora aunque se maquille de “progresismo”. Hay que tener en cuenta, que como dice San Pablo en la primera carta a Timoteo “Dios quiere que todos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad”. Este es el propósito de la Iglesia: la salvación de las almas. El Catecismo de la Iglesia Católica enseña que después de la muerte hay cielo, purgatorio e infierno. Por tanto, se promueve el rechazo al pecado que es una de tantas cosas que se enseña en el Opus Dei. San Josemaría decía que el Opus Dei es una Gran Catequesis. Por tanto el término “ultraconservador” no tiene sentido a tenor de lo expuesto, como tampoco tendría sentido decir que los números racionales son progresistas y lo imaginarios conservadores.
Con el motu proprio Ad Carisma Tuendum se ha propuesto una disposición de manera que en el Opus Dei se subraye la dimensión carismática. Es evidente que siendo la vocación al Opus Dei un carisma, no hay ninguna incongruencia en resaltar este aspecto, considerando además, que como dice San Josemaría en el libro Conversaciones nº 26: “El objetivo único del Opus Dei ha sido contribuir a que haya en medio del mundo hombres y mujeres de todas las razas y condiciones sociales que procuren amar y servir a Dios y a los demás hombres en y a través de su trabajo ordinario”.
Por último, en el artículo aparece una cuestión sobre la intencionalidad del Opus Dei de pretender ser una “diócesis transversal”. En el libro “El Itinerario Jurídico del Opus Dei” no se menciona para nada esta terminología. Se describen las diferentes formas jurídicas por las que pasó el Opus Dei antes de ser Prelatura Personal cuya base se encuentra en el Decreto Presbyterorum Ordinis nº 10 del Concilio vaticano II.
Dr. Amadeo Muntané Sánchez
