OPINIÓN

Manuel del Rosal: «Una marioneta con título de presidente: Pedro Sánchez»

Manuel del Rosal: "Una marioneta con título de presidente: Pedro Sánchez"

“Como marioneta dirigida por manos inexpertas, camina calle abajo dando traspiés, se le doblan las rodillas, recupera el equilibrio y prosigue su marcha vacilante” Michael Ende, autor de “La Historia interminable”

Aquí en España existen muchas marionetas. Unas por necesidad, otras por cobardía, otras por comodidad, otras por ambición de poder, otras por codicia. Llevan sobre sí toda la ignominia que emana de ser movidos por los hilos de quienes usan esas marionetas para su beneficio. Son como hojas que el viento nueve a su antojo y que van cayendo y levantándose según el viento que surge de las manos de quienes mueven las cuerdas tras las bambalinas. No les molesta ser marionetas, no les importa ser maltratados por sus amos, y asumen que serlo es como vender su alma al Diablo por algo que les gratifica, aún a sabiendas que en el momento en que se les ocurra hacer un movimiento contrario al que les ordenan los que mueven las cuerdas, los hilos, caerán en la miseria. Entre todas las marionetas que pululan por España, hay una que sobresale por encima de las demás porque se viste con el traje de presidente a pesar de no gobernar él, sino quienes le manejan moviendo los hilos que le sujetan a quienes le tienen amarrado a la cruz de madera de donde salen los hilos.

Arnaldo Otegui, Aitor Esteban y Pere Aragonés son los que manejan los hilos de la marioneta Pedro Sánchez. Hay más, pero estos son los principales marionetistas que, desde la tramoya, manejan a la marioneta Sánchez. A la marioneta, es decir a Pedro Sánchez no le importa – al menos aparentemente – que le manejen como a un títere, ni tampoco prestarse sumisamente a los movimientos que le ordenan desde los hilos de los que Sánchez cuelga; ni siquiera el maltrato al que le someten le hace ver que es simple y llanamente una marioneta movida por los insaciables nacionalistas, independentistas y demás istas que pululan por esta piel de toro con el único fin de esquilmarla. A la marioneta Sánchez nada le importa, ni siquiera la sumisión, si con ello logra dormir dos noches más en la Moncloa. La marioneta Sánchez se consuela como todos los que se someten a alguien o alguienes: sometiendo a otros – ya se sabe: no sirvas a quien sirvió, ni pidas a quien pidió – Y hace de sus ministros y adláteres marionetas manejadas por él. Y no parecen ministros, ni siquiera parecen personas, son como bustos parlantes que dicen lo que el marionetista Sánchez les ha grabado en un pen drive y se lo ha insertado en sus cerebros de marionetas ministeriales. Pero hay más marionetas en este país de títeres y payasos que se dejan manejar por los medios de comunicación, sobre todo por esa televisión de informaciones y programas más manoseados que el diario de una peluquería, más falsos que un billete de 25 euros y más hediondos que una pústula. Y estas marionetas de títeres y payasos son los periodistas, presentadores de tertulias, tertulianos, intelectuales, expertos, columnistas y demás fauna de las ciencias de información que solo se mueven cuando los que les pagan, agitando las cuerdas de la marioneta, les dicen lo que tienen que hacer, que decir y que manipular, bajo la amenaza de que las cuerdas se rompan y las marionetas de todos esos esbirros caigan y queden postradas en posturas grotescas. Y las últimas marionetas, los ciudadanos, que, como sumisos en estampida, somos incapaces de distinguir, incapaces de reaccionar, incapaces de cortar esos hilos que llegan, desde la cruz de madera hasta nosotros y que nos hacen creer que somos libres mientras nos manejan a su antojo.

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