OPINIÓN

Manuel del Rosal: «El silenciador Fenton y Pedro Sánchez»

Manuel del Rosal: "El silenciador Fenton y Pedro Sánchez"

La propia alabanza es, a manera de una torre elevada, a la cual ha subido un loco presuntuoso, que permanece allí en orgullosa soledad e inadvertido de todos, excepto de él mismo.” Helena Blavatsky

“Cuando hables, procura que tus palabras sean mejores que el silencio” Confucio

En 1940 Arthur C. Clarke publicó un volumen de historias cortas con el título de “Los cuentos de la taberna del Ciervo Blanco” y en uno de ellos nos habla de cómo silenciar lo que no queremos oír. Uno de los personajes al que llaman Bert normalmente molesta con su vozarrón a la clientela de la taberna y esta busca la forma de callarlo. El pasaje del cuento es este: “Cuando desaparecieron los ecos – del vozarrón de Bert – alguien exclamó: – ¡Ojalá hubiera algún modo de hacerle callar! – Fue entonces cuando Harry Purvis replicó: Lo hay, aunque no lo crea – Estaba usted diciendo que existe una manera de hacer callar a Bert. – Pensaba en el silenciador Fenton”

A grosso modo el Silenciador Fenton, según lo que Clarke describe en su libro, está basado en que cuando se obtienen dos grupos de ondas en perfecta disonancia, el resultado total es cero ondas, es decir: el silencio

¿Se imaginan disponer del silenciador Fenton y poder reducir al silencio todo sonido, ruido o voces que nos hacen pasar malos ratos y, en algunas ocasiones, nos hacen la vida imposible?

Yo no puedo soportar el sonido monocorde, monótono, reiterativo y en modo de salmos de auto alabanza de Pedro Sánchez. Mucho menos desde que anda viajando a algunas ciudades para explicar a sus palmeros y mamporreros, que no a los españoles, la bondad de las medidas que está adoptando y va a adoptar para paliar la tremenda crisis en la que estamos inmersos los ciudadanos. Explicar nada explica, ni frente a las cámaras de televisión amigas, ni en las radios a su servicio, ni frente a los entrevistadores comprados para que le hagan preguntas previamente acordadas y que sirven para, apoyándose en ellas, auto alabarse con salmos celestiales. El sonido de las palabras de Sánchez es un sonido monocorde, pesado como el plomo y más falso que un billete de 25 euros. Ni siquiera en los mítines que se ha montado abandona los salmos de auto alabanza, salmos que no admiten preguntas y que son aplaudidos hasta enrojecer sus manos por los palmeros y por los mamporreros de turno. A Sánchez le preparan previamente sus encargados de logística, la ciudad, el sitio y las huestes que le deben seguir como borregos. Es, más o menos esto: Elegida la ciudad que debe ser afín al PSOE, se escoge el sitio donde Sánchez deberá tirar de micrófono para hacer sus auto alabanzas con salmos reiterativos, monótonos y monocordes imposibles de soportar si no es por los palmeros y mamporreros que, como tropa de homúnculos, de alucinados, le siguen al igual que indigentes ciegos y, una vez todos situados en su sitio y advertidos de cómo deben actuar, Pedro comienza a emitir su sonido insoportable. Podríamos decir que Sánchez, para sumar a sus apariciones de auto alabanza en los medios de comunicación, se echa a la calle y sube montañas, pasea llanuras, vadea ríos, entra en aldeas y ciudades recorriendo el camino previamente señalado por los de la logística. Se le ve por plazas amigas rodeado por sus palmeros y mamporreros predicando el fin de los tiempos si Feijóo gana las elecciones; el juicio de los vivos y los muertos que no le voten a él, paradigma de la perfección, y el alcanzar las bienaventuranzas eternas todos los ciudadanos que le voten a él, mesías de los pobres y padrecito de los desventurados. Pero su discurso es tan monocorde, tan reiterativo, tan plúmbeo, tan falso que, al menos yo, no puedo soportarlo. Para mí es como un ruido que no para ni cambia en duración, en intensidad, en registro melódico, en cadencia ni en nada. Es una gota china que socava la mente y la intoxica. Y es por todo eso por lo que desde aquí propongo que los ciudadanos que ya estemos hartos de tanta mentira, tanto postureo, tanta auto alabanza, tanta milonga que conforman el sonido que emite Sánchez, lo callemos de una puñetera vez poniendo ante él el Silenciador Fenton. Para ello, además de estar hartos de Sánchez y de sus ruidos, debemos ponernos de acuerdo para ir hasta la taberna del “Ciervo Blanco” cita en Londres entre las calles Fleet y Embankment y, una vez allí, tener la suerte de encontrar a algún descendiente de Harry Purvis que conozca y sepa cómo conseguir el Silenciador Fenton. Todo sea por silenciar de una puñetera vez los plúmbeos salmos de auto complacencia de Sánchez.

MAROGA

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA

Lo más leído