OPINIÓN

Pedro Manuel Hernández López: «Consejos vendo…que para mí no tengo» (I Parte)

Pedro Manuel Hernández López: "Consejos vendo…que para mí no tengo" (I Parte)

En los últimos tiempos contemplamos incrédulos como los ministros del Ejecutivo de Sánchez, con él a la cabeza, se atreven a darnos lecciones que no se aplican a ellos mismos ni en sus propios partidos y ni en sus actividades cotidianas. A este estado “nirvánico” se llega por soberbia, por prepotencia, por egocentrismo y por creerse estar en posesión del máximo nivel de conocimiento y de absoluta certeza en todo, por el mero hecho de ser alto cargo del partido que gobierna y haber sido bendecido por el gran Capitoste. Si encima este es y se llama Pedro Sánchez, apaga y vámonos…ya ni te cuento. Cuanto más lejos de la realidad viven y están, más consejos venden que para ellos no tienen. Pero eso lo llevan en el sueldo y mucho más teniendo como jefe del clan al mayor trilero y vendedor de humos y, todo, por el módico precio de un voto y de absoluta obediencia.

Este aforismo del refranero español, que nunca suele equivocarse, viene a ser el pariente “culto” de otro muy distinto pero muy similar en su significado: “Una cosa es predicar y otra muy distinta dar trigo”. El título de este artículo surge de la lectura en “El Debate”, publicado y escrito por ese gran periodista y magnifico contertulio Antonio Naranjo, a quien sigo y admiro por sus críticas constructivas y por las múltiples soluciones que suele aportar para intentar resolver –cosa altamente difícil, pues mientras tengamos el Gobierno que tenemos es como pedirle peras al olmo—los graves y acuciantes problemas derivados de este desnortado, cicatero y pluricéfalo totum revolutum social-comunista y separato-independentista que está llevando a esta España postfranquista, constitucional y democrática a un profundo e irreversible caos político y a una devastadora ruina económica y sociolaboral.

Antonio Naranjo inicia su artículo con este titular del 24/10/22 –al que yo voy a referirme y en el que hace franca referencia a otro anterior, escrito el 03/10/22— << Calviño gasta casi 19.000 euros/año en luz, gas y suministros en una vivienda pública “gratis total” >>. En cuanto al otro, lo encabeza así: << Tres ministros de Sánchez viven en pisos gratis y no saben lo que gastan en luz y calefacción>>. Cuando lo he leído y releído –no una vez, sino varias, masticando las palabras, pues no daba a crédito a lo que allí se nos decía—me he quedado, no “a cuadros” como se suele decir, sino totalmente “descuadrado”, mental y psicológicamente hablando.

¿Cómo podía imaginarme que la señora vicepresidenta primera del Gobierno, Nadia Calviño, la “hijísima” del factótum José Mª Calviño Iglesias – el gallego pontevedrés de Lalín—gran celebridad política, a la par que polémica, bajo el primer gobierno socialista del “plurinacionalista”(a efectos fiscales) Felipe González, conocido por los amigos y compañeros de partido durante la clandestinidad, en la que vestir de pana era progre, con el alias de “Isidoro” –el que junto a un barbudo y hoy olvidado, “Alfonzo Guerra”, ¿o mejor debería decir “despechado” por el actual PSOE sanchista…?– se reunía y compraba los periódicos en el famoso “quiosco sevillano”, que hay junto al bar “Nuria”, regentado por el mudo Antonio Dioni. ¡O témpora o mores! –que diría el gran Cicerón–.

Tras la llegada del PSOE al poder en 1982, Calviño-padre fue uno de los principales protagonistas de la llamada “cultura del pelotazo” durante esa época en España. Como uno de los brazos armados del entonces todopoderoso vicepresidente del Gobierno de España, Alfonzo Guerra, aparte de presidir, durante cuatro largos años, el ente público de RTVE, destacó en algunas operaciones muchimillonarias que se gestaron –bajo cuerda, en la sombra, sin luz ni taquígrafos– como la creación del ya extinto “Canal 10” y el supermega y elitista proyecto urbanístico de superlujo “Mar de Chiclana”, en Cádiz. ¿Quién podía asumir que, al igual y además de Calviño, cuatro superministros del Gobierno viven también a cuerpo de rey y ajenos a la dura y cruda realidad económica a la que se enfrentan, día a día, la mayoría de los españoles con los abusivos y astronómicos precios de la luz, gas, alimentos básicos y de primera necesidad? ¿Cómo es posible que con el alto nivel económico que les otorga su alto standing socioeconómico sean tan mezquinos, caraduras y cínicos –no por vivir en pisitos públicos “gratis total”, que también, aunque legalmente están en su derecho– sino por no molestarse en explicarnos y no mostrar el mínimo interés en saber lo que nos cuesta a los españolitos “medios” y “de a pie”, los gastos mensuales de esas minúsculas “soluciones habitacionales” –como las llamaba la avispada y cultísima Mª Antonia Trujillo, la pacense de Paraleda de Zaucejo y ex ministra de Vivienda con ZP—para que puedan cocinar, ducharse, calentarse, leer, ver la TV y demás?.

Todo esto, además de pagarles sus abultados salarios, sus coches oficiales, sus dietas, sus comidas, sus escoltas, y el de sus directores generales, sus secretarios, subsecretarios, asesores, coordinadores de áreas, demás “sursuncordas” y, cómo no, esos importantes e imprescindibles viajes a “ninguna parte” o, en el mejor de los casos, al reino secreto de “Terabithia”, del que todo mundo habla pero nadie sabe con certeza si existe o dónde está.

Puestos a “refranear” tengo que recurrir, casi por imperativo moral a otro viejo y tradicional aforismo –que nos explica por qué uno es o actúa de una manera o de otra—“De casta le viene al galgo (galga) pa que no corra”. Con el podemos entender, que no justificar, muchas afirmaciones, decisiones y actuaciones de Calviño. Pese a haber sido una excelente eurofuncionaria de brillante curriculum, directora de Presupuestos de la Comisión Europea (más de un billón de euros en sus manos, 480 funcionarios a sus órdenes) y la mujer mejor preparada al frente del importante ministerio de Economía con la que Sánchez pretendió presumir y garantizar a Europa que España no era Italia ni la Grecia de Xipras y Varoufakis ni se entregaba a Podemos.

La realidad nos convence de que en según qué políticos, sus deseos siguen una dirección diametralmente opuesta a los resultados obtenidos y, aquí –con la “súper “y “experimentada ministra” en alta gestión económica, “la divina” Calviño—da la impresión, y no ligera, que el presidente Sánchez ha errado de “todas, todas” y lo mismo le ha ocurrido con el resto de su Ejecutivo. No hace falta buscar argumentos en modernos manuales de gestión política y económica, solo basta con mirar la realidad actual y cotidiana de España y compararla con la del resto de países europeos. Como de todos es sabido que “es de bien nacido el ser agradecido”, por esto y solo por esto, hay que darle las gracias –no así al resto de sus compañeros de ministerio, aunque estén todos obligados legalmente a hacerlo– el que haya tenido la cortés deferencia de comunicar a la opinión pública, a través de un periódico de tirada nacional, esos 19.000euros anuales de gastos, que salen no, “del ala”, sino del sufrido bolsillo de todos los contribuyentes y es lo que nos cuesta su particular “solución habitacional oficial”.

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