OPINIÓN

Jacinto Romero Peña: «Doce días de despilfarro a la grande. La Cumbre del Clima en Sharm el Sheik. Que siga la fiesta»

Jacinto Romero Peña: "Doce días de despilfarro a la grande. La Cumbre del Clima en Sharm el Sheik. Que siga la fiesta"

En un mundo regido por la falta de pudor y de responsabilidad. Que vuelva la abeja Maya.

Permítanme que comience afirmando no tener duda alguna sobre la subida de temperaturas medias que estamos experimentando en las últimas décadas. Ninguna, y si quedaba algún atisbo de ella, ha sido evaporada por la actuación de los dos entes que se pegaron a los marcos de los cuadros de Goya, en el Museo del Prado, hace unos días. Estos seres mostraron de manera explícita que se trata de 1,5 grados de incremento, aunque no aclararon si hablamos de grados centígrados o farenheit, lo que tiene su aquél a la hora de determinar la cuantía exacta de la subida. Tampoco dijeron respecto a qué referencia temporal han trabajado, porque desde que Altamira estaba en pleno apogeo de ocupación hasta ahora, la subida de temperaturas ha sido muy superior. No creo que sepan dónde está Altamira.

Para decirnos de una forma más científica en qué situación nos encontramos y qué soluciones deberían ser adoptadas, respecto al cambio climático, se está celebrando en Sharm el Sheik, una localización al sur de la península de Sinaí –Egipto-, la 27 Cumbre del Clima de Naciones Unidas. Se trata de un auténtico enclave de lujo completamente artificial en medio del desierto y junto a la costa, verdadero paraíso para el buceo y el relax. Tiene aeropuerto propio, lo que asegura que los miles de políticos, científicos, pseudocientíficos, diletantes y demás figurantes de diverso pelaje –hasta cuarenta mil he llegado a leer aunque me parece exagerado-, vayan pasando por esta burbuja rebosante de ambrosía a lo largo de doce días, sin pisar la calle, para que nada varíe en sus vidas.

En realidad, se trata de sacar un documento que explique la situación actual del cambio climático y las acciones que deberíamos llevar a cabo para incidir en su mejora. Posiblemente ocho o diez folios, no más. Como si son cincuenta. Y para ello, debería ser suficiente el trabajo de los que se dedican al tema de manera permanente en NNUU durante todo el año. Los borradores deberían circular on line entre todos los países e ir ajustándose con sus aportaciones. Enorme ahorro respecto de los doce días de marras. ¿Alguien va a calcular la de niños que podría atender UNICEF con el dinero de este despilfarro? ¿O es que para convencer a un país sobre una política determinada la única posibilidad es hacerlo en un enclave de este tenor dos horas antes de que se firme el documento? ¿No se puede llamar la atención a la población mundial sobre el problema a través de los medios de comunicación, sin semejante despliegue de desfachatez geográfica?

Vivimos en una época donde la mentira campa a sus anchas, en casi todo y por casi todo. Y a esto se ha llegado mediante una falta de pudor que ya ni siquiera es sonrojante. Forma parte del paisaje. No recuerdo un solo médico que me dijese en su momento lo bueno que era no fumar llevando él un cigarro en la mano. Digo esto porque ahora, estos “profesionales de lo futurible” no van a tener ningún empacho en contarnos lo malos que somos como ciudadanos de la aldea global por el consumo exagerado de agua y oxigeno que llevamos a cabo para nuestras necesidades más vitales. Somos tan indignos como seres que habitamos el planeta, que tenemos la desvergüenza de no solo consumir ambos elementos sino de lanzar CO2 a la atmósfera en el intercambio pulmonar. ¿Cómo os atrevéis?, que diría la ínclita Greta. Y esto nos lo van a decir desde un lugar con un consumo energético galáctico, es decir, con el cigarro en la mano. ¿Se puede ser más impúdico?

Y resulta que en la Cumbre no estarán Rusia, China ni India. Los más contaminantes. ¿Imaginan ustedes que se convocase una reunión al máximo nivel para solucionar los problemas de la sanidad en España y no acudieran miembros del Ministerio de Sanidad? Me dicen por aquí que no dé ideas, así que dejaré la pregunta solo como recurso retórico.

La excusa entre los “activistas” de los países más cercanos al meridiano de Greenwich, los demás debemos ser “pasivistas”, para que los citados anteriormente no cumplieran con los protocolos en años anteriores, o alargaran su presunta implementación, ha sido y es profundamente ideológica. No tienen el mismo nivel de desarrollo que los occidentales por lo que están en su derecho de seguir emitiendo contaminación como si no hubiera mañana. Somos los occidentales los que debemos tomar conciencia plena del respeto al planeta, aunque no lo hagan los gigantes euroasiáticos. Y es que si Eslovenia –mis más cordiales saludos- no contamina, poco importa que lo hagan a la grande Rusia, China e India. Es una gran verdad que no admite discusión alguna. Así que este año se ahorraran la perorata porque los implicados ni siquiera asistirán. Con un par.

De acuerdo, vamos a dejar de viajar para expandirnos, trabajar, o visitar a nuestros familiares, etc. Vamos a dejar de asearnos con agua y a beber solo la tercera parte de lo que tenemos por costumbre. En particular en el aseo, mucha gente demuestra a diario que no es necesario el uso del líquido elemento. Vamos a alegrarnos también de que la próxima huelga de transportes vacíe nuestras carreteras de contaminación y las estanterías de los supermercados de alimentos. Para qué los queremos. Vamos a dejar de comer carne y también vegetales –que por supuesto sienten- para no ser tachados de supremacistas de la naturaleza. Y vamos todos a hacer cursos de apnea en cuanto un iluminado diga que hay que reducir a un tercio el CO2 que emitimos al respirar. Pero Rusia, China e India pueden seguir contaminando como hasta ahora, pueden tener las armas nucleares que les vengan en gana y las vacas que deseen. ¡Faltaría más!

No quiero terminar sin hacer un último apunte. El lugar de la reunión de este año está solo a unos cien kilómetros del monasterio de Santa Catalina del Sinaí, erigido desde finales de la Edad Antigua en el lugar donde, según la tradición, Moisés vio la zarza que ardía sin consumirse. Nada más apropiado para esta celebración anual que conmemora el nacimiento de una nueva religión. En cuanto a Vd., querido lector, al paso que vamos vaya preparándose para volver a Altamira, y si no sabe pintar, apúntese a cursos de dibujo, pero no de apnea, no son buenos para la salud, lo diga Agamenón o su porquero.

Jacinto Romero Peña

 

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