EL BIÓLOGO DEAN HAMER HABLA DEL GEN DE DIOS QUE PRETENDEN ELIMINAR DE NUESTRO ADN

Hay que desprenderse de las anteojeras y orejeras que nos han impuesto

Hay que desprenderse de las anteojeras y orejeras que nos han impuesto

Los curiosos del periodismo de investigación, acostumbrados a bucear en las cloacas del sistema a lo largo del tiempo, nos hemos entrenado en el análisis y en la deducción. Por eso, enseguida columbramos que se estaba cumpliendo lo programado hace décadas, siglos, quizá milenios, pero más en concreto a partir de las dos guerras mundiales, con la aparición y popularización de la radio y más tarde la televisión y el campo de la imagen en general. A esto hay que sumar la creación de organizaciones específicas para dirigir la conducta humana así como la fundación de la ONU y sus organismos internacionales, cuyo modus operandi es la corrupción consensuada y a lo grande.

Se puede decir que la hora de la batalla final contra la humanidad ha llegado y ya no se preocupan por ocultarlo. Es más, su intención es que lo sepamos. Es como si formara parte de una oscura estrategia de desgaste.

La parte más visible y cotidiana del gran programa transformador es la cacareada Agenda 2030, cuya chapa multicolor lucen casi todos los políticos del mundo en sus solapas. Analizando la intrahistoria de sus 17 objetivos (ODS) no se puede negar que estamos a las puertas del llamado Nuevo Orden Mundial, difundido como una gran panacea y abanico de soluciones a los problemas del mundo; un paradigma dictatorial antihumano, con su corpus de doctrina, sacramentos, dogmas de fe, mantras y ritos; aparte de ideólogos y vendedores de paraísos, gurúes y santones. Uno de sus objetivos es la implantación de la ideología de género con sus diferentes flecos de poliamor y multisexos: homosexuales, transexuales, gais, lesbianas, bisexuales, intersexuales, binarios, cisgéneros y leyes trans, todo ello bajo el paraguas de la LGTBI que fagocitó al movimiento queer y al universo foucaultiano al completo, incluida la zoofilia; es decir, el esperpento en toda su esencia. Esto forma parte del proyecto de control de la población, algo que llevan practicando desde siempre, hoy con leyes ad hoc, a través de la eutanasia, los anticonceptivos, la eugenesia, el aborto, la esterilización y los nuevos modelos de familia. Pero el fin último es destrozar la psique social y romper el vínculo con lo sagrado. El biólogo Dean Hamer habla del gen de Dios que los frankenstein de turno querrían eliminar de nuestro ADN.

El cambio climático con todas sus medidas y normativas plagadas de eufemismos es otro de los ítems de la Agenda. Siempre con la dialéctica hegeliana presente: a través del HAARP nos bombardean con microondas, llenan la atmósfera de tóxicos, crean ciclones, terremotos, nevadas, sequías y para subsanar los problemas organizan la gran mentira del clima. Y no podemos pasar por alto los satélites alrededor del planeta, la red 5G y su pléyade de antenas y sensores para el internet de las cosas –incluyendo como “cosas” a los propios seres humanos—, bien a través de la implantación de chips –voluntaria u obligatoria—, o bien vehiculizados en las vacunas de “puntos cuánticos” anunciadas por Bill Gates o algunos de los componentes de las actuales inoculaciones covid, como el óxido de grafeno reducido, que el doctor Pablo Campra Madrid encontró en los viales. Esto se ha convertido en un tema polémico y uno de los motivos de división de la disidencia. Los biólogos se rieron de los imantados, negaron el hecho y lo ridiculizaron, mientras los psicólogos atendíamos a pacientes con las cucharas pegadas al brazo, a los que teníamos que derivar al psiquiatra para que les prescribiera medicación. Siempre he abogado por sumar lo que nos une y prescindir de los matices y las luchas de egos. En realidad, todos luchamos por el despertar de la sociedad y el esclarecimiento de la verdad. Al menos, así debería ser.

Sin lugar a dudas, estamos en la gran feria del engaño en la cual unos duermen en una suerte de coma inducido, al tiempo que obedecen, aceptan y comparten como autómatas la propaganda cocinada en los think tanks del sistema.

Una parte minoritaria ya estaba despierta y otra ha ido saliendo del sueño a lo largo de estos dos años y medio largos, pero aún faltan más conciencias para crear la masa crítica necesaria y que las nuevas consignas se incorporen al inconsciente colectivo. Yo sí creo en la teoría del centésimo mono, en los campos mórficos y en la biología de la creencia, por más que Rupert Sheldrake y Bruce Lipton no sean comprendidos por la ciencia de nuestro tiempo. Siempre ocurre con los descubrimientos que se apartan de lo convencional.

Todo esto parece haber llegado de la nada, pero no es así. Hace ya unos años que los mandatarios Reagan y Gorbachov hablaron por primera vez del Nuevo Orden Mundial. A partir de ahí hemos ido descubriendo indicios y señales que hasta el momento nos habían pasado inadvertidos. Los años previos a Internet fueron de un gran avance en la información a través de la prensa especializada. La llegada de la Red supuso un avance de gigante y propició que el conocimiento de unos pocos llegara a cualquier rincón.

No tengo espacio para pormenorizar sobre las diferentes piezas del fresco, pero espero ir desplegando en artículos posteriores una visión de conjunto, con datos puntuales que contribuyan al esclarecimiento del gran complot contra la humanidad, desde qué frentes, y desde cuándo.

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Autor

Magdalena del Amo

Periodista, escritora y editora, especialista en el Nuevo Orden Mundial y en la “Ideología de género”. En la actualidad es directora de La Regla de Oro Ediciones.

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