OPINIÓN

Pedro Manuel Hernández López: «Yolanda Díaz: sus “fijos-discontinuos” y su complejo de “dermatomo»

Pedro Manuel Hernández López: "Yolanda Díaz: sus “fijos-discontinuos” y su complejo de “dermatomo"

Yolanda Díaz Pérez, la niña de la barriada de san Valentín en Fene ( A Coruña), es una abogada laboralista y política comunista que, tras sólidos méritos propios y con la no menos influyente ayuda del oráculo del «culomollao», D. Santiago Carrillo, bastión y secretario general de PCE– que por cierto sigue teniendo un Paseo en Getafe dedicado a su persona, y el que cuando ella tenía ella cuatro años «le besó las manos», a modo de bendición y de un no lejano y alagüeño futuro político a lomos del comunismo — ha llegado a ocupar la cartera del ministerio de Trabajo, la vicepresidencia tercera y segunda del Gobierno sanchista y, desde hace muy poco, es la fundadora, presidenta y lideresa de «SUMAR», su nuevo «partido-trampolín” de cara a las próximas Elecciones Generales y nacido de la escisión del de Pablo Iglesias Turrión — hasta ahora, su gran mentor, impulsor, asesor, maestro, compañero, y promotor de todos los puestos escalados en el Gobierno de Sánchez– el no menos genuino y auténtico macho-alfa comunista, fundador de Unidas Podemos, ex perroflauta, ex vicepresidente del Gobierno, ex pareja de la duquesa de Galapar y ya, ex casi todo, de todo, al haber sido excluido recientemente por la Complutense para ocupar una plaza de profesor asociado en Ciencias Politicas.

En círculos muy próximos al fundador de Podemos, hay quienes quieren ver en esto, la mano invisible, a modo de una «piccola vendetta», del que fuera en otros y mejores tiempos, a parte de su fiel compañero, colega y amigo… casi su hermano, Íñigo Errejón, diputado a Cortes, fundador y portavoz en el Congreso de » Más Madrid».

Es «La dama roja» monclovita, como la llama y la describe el periodista y escritor, Manuel Sánchez, en su libro de título homólogo. Esa vaporosa y estilosa dama que no para de “dejarse la piel a tiras por su país” junto al resto de la ministerial tribu de los íncolas podemitas y comunistas del Ejecutivo sanchista: Iglesias, Belarra, Montero (duquesa de Galapar), Garzón, Castells y demás conmilitones segundones, o al menos, es lo que dicen y repiten todos, como si de un mantra ideológico se tratase. Lo de por “su país”, no creo que se refieran a España, sino al “suyo”, al de sus votantes, sus perroflautas y adláteres que –huyendo de sus cloacas, como las ratas huyen del agua y del fuego, han impregnado y contaminado a España con su insoportable y nauseabundo hedor a represión bolchevique, a revanchismo, a división, a comunismo, a separatismo, a totalitarismo, a república bananera, a independentismo y a un radical e intolerante anticatoliscismo.

Todo ello es muy propio de ese, su particular pijocomunismo y pseudomarxismo progresista que predican, pero que no profesan, salvo de boquilla. Al final, toda esta parafernalia ideológica y absolutista se queda en “agua de borrajas» y se resume en «dos» –como cuando de niños cantábamos al recitar los «Diez mandamientos de la Ley de Dios»: uno, vivir a costa de lo público y, dos, dar la brasa a todas horas con la guerra civil, en la que sólo hay «buenos» –los republicanos– y «malos” –los partidarios de Franco, al que, pese a llevar enterrado 47 años, lo han hecho grande de tanto citarlo y como sigan así hasta lo elevan a los altares.

Ahora bien, eso sí, todos ellos bien vestidos, bien comidos, bien pagados y bien perfumados para intentar ocultar sus totalitarios y subversivos orígenes ideológicos heredados de Marx, Engels, Lenin, Stalin, Mao Zedong, Castro, Che Guevara, Santiago Carrillo, Largo Caballero y, un largo etcétera de esos líderes marxistas y falsos profetas comunistas a los que hay que «imitar» y de quienes somos y seremos «deudoras y deudores», según las sabias y emotivas palabras de la «melosa» y sofisticada gallega, Yolanda Díaz, nuestra pseudodemócrata, progresista e hipercomunista ministra, la que –en sus mozos años de “pasantía” y de despacho “laboralista”, era la de los vaqueros de tiro corto, la de oscura melena sin teñir de rubio-fashión, era, metafóricamente hablando, la viva imagen –en femenino– del comunismo andante, o , «Yoli», para los viejos amigos y compañeros de la década de los 90..

Como todos, según dicen y nos martillean, «se están dejando la piel a tiras por su país” –«todos a una, como en Fuenteovejuna»—pero mucho más nuestra “dama roja”, creo que si esto es así, cosa poco creíble por dudosa, deberíamos llamarles oficialmente y por méritos propios «El clan de los dermatomos» y desterrar para siempre los demás calificativos. No sé si les sonará la palabreja «dermatomo» ni qué es y para qué sirve, pues es un instrumento solo usado en el campo de la Medicina y, concretamente, en Dermatología e Histología. Para quien no lo sepa, el «dermatomo» es un instrumento quirúrgico –descubierto por Padget en 1939– utilizado para obtener y producir láminas delgadas de piel de un área donante, para usarlas en la realización de injertos de piel en la reconstrucción de zonas cutáneas dañadas por quemaduras o traumatismos severos».
Lo de “El clan de los dermatomos, aparte de compartir lo de “las tiras de piel”, el alias les viene como anillo al dedo ya que pueden recurrir siempre que quieran a este instrumento para reconstruirles sus zonas dañadas con heteroinjertos de esas finas tiras de piel, aunque en lo posible de piel de distinta y opuesta ideología. Nunca segundas partes fueron buenas y, mucho menos, tratándose de esta rancia ideología –que ha provocado miles de muertes y de miseria a lo largo de la historia– siendo su máximo exponente el genocida Stalin, secretario general del Partido Comunista de la Unión Soviética de 1922 hasta 1952 .Como la memoria Histórica y Democrática del «Clan de los Dermatomos» es bastante lábil y selectiva por sectaria, quizás ya no “recuerdan» que en octubre de 2019, el Parlamento Europeo equiparó al comunismo con el «Nazismo» y aprobó una resolución para investigar sus crímenes, porque ambos sistemas totalitarios están emparentados por sus múltiples «asesinatos en masa, genocidios y deportaciones» a una escala nunca vista hasta entonces.

Siguiendo con Yolanda Díaz y su emperrada obsesión con los «fijos-discontinuos», empezaré por recordar que, desde que la reforma laboral de 2021 eliminara el contrato por obra o servicio, este contrato se ha convertido en la fórmula de aquellos empresarios que necesitan más trabajadores en determinadas épocas del año, es decir el contrato «fijo-discontinuo», que es un «contrato indefinido, con fecha de inicio y no de fin, en virtud del cual el trabajador realiza una actividad intermitente a jornada completa o parcial. Por lo tanto, aunque el contrato parezca temporal, es un contrato indefinido que se suspende y se activa en función de cada época del año y de las necesidades de la empresa.

El Gobierno de Pedro Sánchez, con la ministra de Trabajo , a la cabeza, lleva cacareando las bondades de «su reforma laboral» desde su aprobación, y en concreto, el aumento de los contratos indefinidos, aunque según el SEPE, gran parte de esta subida se debe a los llamados contratos fijos-discontinuos –que “ad maiorem gloriam” de Yolanda Díaz– se han multiplicado por 12 desde enero a agosto (ambos incluidos), con un total de 1,39 millones, frente a los 113.682 firmados en el mismo periodo del año pasado. Lo que dicho de otra manera: de los 4,5 millones de contratos indefinidos firmados hasta el octavo mes del año, más del 30% han sido fijos- discontinuos.

Sin embargo, este contrato laboral — el superestrella de la comunista ministra Díaz– conlleva una «continuidad encubierta de esa temporalidad» que ella se empeña tozuda e «históricamente» en negar a por fía –pese a las continuas y razonadas advertencias de su paisano, el sagaz “ourensano” de la villa de Peares y líder del PP, Alberto Núñez Feijoó.

La dimensión del defecto y, en consecuencia, la infravaloración del desempleo se ha disparado a partir de la obsesiva contra reforma laboral impulsada por la «dama roja» monclovita, cuando presentó las cifras del Paro Registrado en mayo y las calificó con la repetitiva y abusiva palabra de «históricas». No es de extrañar. Para todo el equipo ministerial de Sánchez, casi todo es ‘histórico». De seguir así, van a dejar en mantillas a la «chipionera» Rocío Jurado, pues «se les va a morir el adjetivo…de tanto usarlo». El líder del PP vuelve a terciar para intentar hacerle comprender que estos trabajadores –a los que ella considera, pese a todo pronóstico estadísticamente «activos y empleados»– a pesar de tener un contrato laboral de fijo- discontinuo, en realidad, están sin empleo y debieran figurar como «desempleados» a todos los efectos. Por tanto, los datos estadísticos que la sofisticada ministra y la vaporosa gallega comunista se empecina en presentar como «históricos», no son reales y están maquillados — al derecho y al revés– pero esta vez, «ad maiorem gloriam» de Sánchez I «el Felón» y de Díaz, «la Cleopatra» de su gobierno.

La incontestable afirmación de Feijoó, por objetiva, sirvió para que la meliflua ministra comunista, Yolanda , saliera como un miura a intentar descalificar al líder de la oposición reprochándole su falta de memoria, pues considerar como empleados a los trabajadores fijos-discontinuos es una técnica de cómputo utilizada desde tiempo atrás. Expuesto lo anterior, conviene recordar que uno de los objetivos básicos de la reforma de la futura candidata a presidenta del Gobierno consistía en acabar con la precariedad laboral y mejorar la calidad del empleo ¿Considera de verdad, ministra Díaz, que un joven con contrato fijo- discontinuo no tiene unas condiciones laborales precarias…? ¿Cree con sinceridad que trabajar solo dos/tres/cuatro meses al año en un trabajo ocasional y, estar sin trabajo el resto del año supone tener un empleo de calidad y estable…?

Escuchándola, deducimos sus respuestas. Sin embargo, una vez más, Alberto Núñez vuelve a tener razón –pese a su escasa preparación y casi nula experiencia en gestión, como le acusan, un día sí y otro también, aunque diga que «está lloviendo», cuando realmente está lloviendo y todo el mundo va con paraguas por la calle– ya que, lo diga quién lo diga, bien sea la rutilante estrella de la ultraizquierda comunista Yolanda Díaz o incluso el «sursuncorda», los contratos fijos-discontinuos ni suponen acabar con la precariedad ni constituyen un empleo de calidad ni estable.

Otra de las «boutades» de la exquisita y delicada «dama roja» monclovita –la que, según ella misma, acostumbra a «no criticar a nadie y ser muy educada en todo y con todos», claro está, siempre que se trate de sus conmilitones y sobretodo, de su preclaro mentor el «ex todo Pablo Iglesias»– ha sido acusar de falta de preparación y de nula experiencia en gestión a quien ha gobernado una Comunidad Autónoma, la Xunta de Galicia, durante trece o catorce años y, además, lo ha hecho con notables resultados. Sí, sí, no me he equivocado y ustedes lo han leído bien ¿falta de preparación y nula experiencia en gestión, Feijoó…? Esto a todas luces, es un evidente exceso dialéctico y un ataque agudo de “yoismo” de la superestrella ministra comunista. Para ella y su yo- mí- me-conmigo, no está preparado, nadie que ose poner en tela de juicio sus logros y aspiraciones, por supuesto «históricos», aunque se trate del mismísimo Gobernador del Banco España y de su equipo asesor. Por eso…, ella ha llegado a ser la vicepresidenta y la ministra de Trabajo del Reino de España.

Y como, ya casi, me considero un refranero ambulante, termino, para variar, con uno muy conocido y castizo que se usa para resumir casos –como el de nuestra «dama roja», la ministra comunista que se atribuye virtudes– pero no tarda en dar señales que contradicen eso mismo que pregona. En este caso, lo “promocionado” es algún rasgo o atributo que la persona se adjudica «gratuitamente» a sí misma».

Por todo esto y por lo que aún nos queda por oír, ministra ¡Dime de qué presumes y te diré de qué careces…!

Pedro Manuel Hernández López, médico jubilado, periodista y ex senador por Murcia.

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