OPINIÓN

Victor Entrialgo De Castro: «La Selva de las Amazonas»

Victor Entrialgo De Castro: "La Selva de las Amazonas"

La Administración se ha convertido en una selva mucho más impenetrable que los más recónditos rincones del Amazonas donde, si vas con guía, ya puedes ver indios en taparrabos con camisetas del Betis.

La diarrea legislativa de Bruselas más la del «gobierno sociópatacomunista» de Sanchez con sus Ministerios de cartón piedra, -el Ministerio de Igualdisney o el de Consumo-comunista,- más los Parlamentos de pueblo manejan la idea fuerza según la cual un payaso que no necesita fichar puede cambiar el mundo si logra poner sus excrecencias en un boletín oficial.

En vez de interpretar el mundo que hay, tratando de corregir y mejorar la técnica de organización en que el Estado consiste, resulta que una secta de amazonas, aprovechándose de que no hay guardajurados, logra adentrarse en él para diseñar un mundo a su medida, de acuerdo con cuatro dogmas de fácil aprendizaje y un prospecto de colorines en el office de una antigua cocina habilitada en el Ministerio para que puedan entrar ochenta amazonas fuertes de una ministra ignorante que no tiene las cuatro letras. Sus asesoras tienen ocho.

Las amazonas, son una tribu guerrera de atrevidas y sectarias ignorantes que arman líos impresionantes en el Estado y dejan a las víctimas y a las demás mujeres en una absoluta indefensión, admitían a los varones sólo para reproducirse y, en su día, mataban a los bebés.

Ahora, entre la selva legislativa y la jungla administrativa están creando un bosque de incertidumbre e indefensión, una espesura de hojarasca, estupidez e ignorancia atrevida en la que los españoles quedamos atrapados todos los días y por la que tenemos que abrirnos paso con machetes de paciencia infinita hasta llegar a una playa de nudismo intelectual al pie de un piso alto del «Ministerio de Igualdisney» desde donde los días más despejados del otoño se puede contemplar al amanecer el maravilloso espectáculo de una berrea de subsecretarias insultando a los jueces.

Son las generadoras de una basura legislativa y administrativa que sólo para limpiarla del correo electrónico se precisan contratos a tiempo completo. Una basura que genera más elementos contaminantes y dañinos para la capa de ozono que los rebuznos de algunos diputados/as/es en la tribuna de oradores del Parlamento que sonrojan en su tumba a Castelar, Ortega o hasta al mismísimo Cicerón ante la más absoluta indefensión del pueblo soberano que les paga y cuyo mandato se supone están llamados a  representar. Por eso Fiona y sus amazonas suelen preferir eructar ante una cámara en los pasillos del hemiciclo.

Resulta incomprensible para el pueblo soberano que para acceder a la función pública en España debas superar dificiles pruebas intelectuales e incluso médicas despues de años de sacrificado estudio de montones de temas. Incluso para conducir un coche es obligado superar un examen  psicotécnico.

Sin embargo para ser diputado, senador o incluso para conducir el Gobierno de una nación y dilapidar miles de millones de los españoles, puede hacerlo un majadero, un Trepa de profesión, una provocadora o una resentida sin haber trabajado en su vida. Incluso un falsario, un suplantador, un traidor. Da igual. Ellos controlan todas las instituciones y a ellos no lo controla nadie. Y así nos va.

Eso sí. Se jartan a contaminar la vida, la paz social y el ambiente, con la violencia política que traen de fábrica y que ahora freudianamente imputan
a los demás, mientras desde su «Ministerio de Igualdisney» escriben sus escrecencias ideológicas en el Boletín para sacarnos los cuartos y salvarnos a todos de un capitalismo del que curiosamente no se van sino  que se suben, mientras ellos mismos se ponen las cifras del cheque y la cuota de la hipoteca del chalet venezolano o iraní.

Ese futuro del que hablan algunos de estos amorales en los mítines, es en realidad el de ellos, el que sólo así habrían podido conseguir, dejando a su paso una selva de chapuzas, confusión e incertidumbre, abriendo las cárceles a violadores y enemigos de la nación, llenando la selva de normas que incumplir y un arca lleno de animales en los Ministerios.

En la selva de las Amazonas, aparte de los mangutas aplaudidores del PSOE sanchista, elegidos uno a uno por el Trepa del Tibet bunquerizado en Moncloa y la monja comunista de la Matria, dimitido Tarzán, ya sólo queda Chita.

Victor Entrialgo

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