Ni el Caso ni una película de miedo de cuando había sesión continua pueden compararse a los partes de televisión. Misiles y drones sobre Ucrania, un incendio en Camboya, coches quemados en Corea, sequía en el norte, inundaciones en el sur, embalses que bajan y suben con el mismo acento de pánico, una ciudad con carámpanos en Canadá, un Papa muy enfermo, escasez de fármacos para niños en Alemania y de
niños en la España vaciada sin farmacias, subida de la gasolina y de los alimentos básicos, si no hay tiros en EEEUU se dispara la inflación, y un tifón donde ya no pueden ni contarlos.
Al lado de algunos telediarios, Lope y Calderón eran unos flojos y los dramas de Shakespeare culebrones venezolanos. Cuando no hay aquí catástrofes, desgracias, infortunios o tragedias bastantes capaces de acongojarnos, no hay problema, las importamos.
Un robo a mano armada los jueves, montescos y capuletos los sábados, violencias de género con las que no terminan aquellos que iban a hacerlo, Irene, su secretaria, el juglar de Bolaños y la ridícula legislación del Ministerio inventao que no para de sacar violadores a la calle para proteger a las mujeres. En cuanto formen colectivo los abusadores recibirán subvención, serán un nuevo género y para reclamar su estatuto harán con algún pañuelo nuevo una manifestación.
Con órdenes de alejamiento y apartarse algunos metros creyeron descubrir el bálsamo de fierabrás pero no habrá sistema que lo pare sin educación y con discursos y eslóganes de ministras cobardes que dicen por la mañana lo que niegan por la tarde.
Tampoco detienen la amenaza de otro referéndum nulo de autodeterminación que el Gobierno promueve y niega al mismo tiempo, temperaturas bajas ayer y elevadas mañana, con este cambio de climaterio que pretenden imponer parece que algunos hombres y mujeres no saben lo que quieren, ni siquiera los del tiempo.
Hasta por el secuestro del niño Jesus, piden un rescate de 10.000 euros. ¿Lo pueden creer?. Pues parece lo más real de todo, una metáfora de este tiempo de «vacaciones vestidas de tradiciones», a las que las primeras que se apuntan son las asaltacapillas no creyentes del Ministerio.
Toda amenaza es poca para lograr el acongojamiento súbito que sube las audiencias navideñas mientras apenas se habla de este infame gobierno dilapidando subvenciones con normas tan cutres y enrevesadas que ni yendo a pilates puedes interpretarlas.
Así tratarán de frenar durante los cinco meses que faltan Sanchez, Tezanos y Bolaños el mayor grado de animadversión personal generado por un presidente en toda la historia de España.
Tremenda explosión. Terrible incendio. La terminología es abradacabrante, incluso para el deporte. Les advertimos que las imágenes son espeluznantes. ¿Cómo serán, me pregunto los teledihorrarios ucranianos? ¿Serán de más miedo que éstos? Es dificil.
Impresionantes imágenes, lo nunca visto y al final del Teledihorrario, como chuche para rebaño, nos dan una noticia buena de la que ya ni me acuerdo.
Mientras, en medio de una crisis política sin precedentes, el gobierno subasta la Constitución y nos desarma frente a los misiles de sediciosos y rebeldes derogando el código penal a demanda de los que nos amenazan con la ruptura de la Nación dejándonos en flagrante indefensión, en lo que mañana, si no hoy, se llamará traición.
Entre tanto los españoles se lanzan a la calle, pero no para defender la Nación, la libertad y la patria, la tierra de sus padres y sus hijos, ni para ejercer su soberanía, sino para comprar regalos o solazarse. Eso que lo hagan otros.
¿Está secuestrado solo el niño Jesus o estamos secuestrados todos? Algunos teledihorrarios se alimentan con grandilocuencias de tragedias lejanas mientras esconden las nuestras, ni siquiera nos recuerdan que es de todos el cumpleaños y «no nos echan» para comer más que tragedias, uvas y matasuegras.
Víctor Entrialgo
