“La pandemia de Covid no es nada en comparación con la pandemia de estupidez que asola al mundo”.
“Dicen los científicos que el elemento que más abunda en el universo es el hidrógeno. Yo no estoy de acuerdo: el elemento que más abunda en el universo es la estupidez”
El caso de Dani Alves es una muestra más de la estupidez que contamina al mundo. Porque hay que ser estúpido para arriesgar toda tu vida y la de las personas a las que amas por unos minutos de placer que se van pronto y mal como ya decía Jorge Manrique hace más de 500 años (…Cuán presto de va el placer/ cómo, después de acordado, da dolor/) Yo no voy a especular, dejo que la justicia haga su trabajo y, llegado el momento, sentencie. Lo único que creo es que Dani Alves, al menos en esa ocasión, actuó como un estúpido.
En su ensayo “Allegro ma non troppo” Carlo María Cipolla decía que la estupidez ha causado más problemas a la humanidad que las catástrofes naturales, las guerras y las pandemias; que ante un estúpido lo único que podemos hacer es huir y que, aunque así no lo parezca, existen más estúpidos entre los ciudadanos de cuello blanco y corbata que entre los de mono azul. De la estupidez nadie se libra, es por eso por lo que debemos ser muy cuidadosos cuando la vida nos pone en situaciones que, aparentemente, nos parecen apetecibles. En la mayoría de esas ocasiones lo mejor es cambiar de acera.
A las alturas en las que nos encontramos inundados de sexo hasta el colodrillo, solo la estupidez puede hacer que un hombre no pueda dar una salida, digamos no traumática, a su testosterona. Todo el mundo sabe a lo que se puede enfrentar caso de verse involucrado en un caso semejante al de Dani Alves. En los tiempos actuales existen muchas y variadas salidas para apaciguar la subida de la testosterona, pero como dijo el sabio: “Todos los males que asolan al mundo vienen de que no podemos quedarnos quietos y de nuestro aburrimiento”.
Hoy nadie se conforma con lo que tiene por muy bueno que sea y siempre se busca algo novedoso, algo que agite la rutina diaria, olvidando que es esa rutina la que nos permite seguir adelante evitando tropiezos indeseables; somos tan estúpidos que, sabiendo que ya la vida y sin que nosotros participemos, nos trae problemas estando sentados en el sofá de nuestro salón, los buscamos porque no apreciamos lo que tenemos y deseamos lo que no tenemos. Luego, cuando alcanzamos aquello tan deseado, nos percatamos de que, en comparación con lo que tenemos, es una mierda; pero ya es demasiado tarde y solo nos toca apechugar con el resultado de nuestra estupidez.
Ejemplos como los de Dani Alves los tenemos todos los días expuestos pormenorizadamente en los medios de comunicación en los que participan hombres y mujeres, pues nadie se escapa de la estupidez hormonal ya sea masculina o femenina. Y es que los hombres y mujeres hoy más que nunca, debido a que estamos bombardeados por anuncios, mensajes y promesas de paraísos, no podemos quedarnos quietos y, aburridos como estamos, hacemos buena aquella frase: “Cuando el demonio se aburre, mata moscas con el rabo”
MAROGA