“La paz sin sumisión, la belleza sin ostentación y el placer sin molicie”
“No muerdas el cebo del placer hasta que no estés seguro de que no oculta un anzuelo” Thomas Jefferson.
Tres frases de Epicuro: “Nunca deberíamos arriesgar nuestra salud, nuestras amistades, nuestras finanzas o nuestra condición legal por perseguir un deseo innecesario” “Nada es suficiente para quien lo suficiente es poco” “No eches a perder lo que tienes, deseando lo que no tienes”
Rashi y Ockham abogaban siempre por la simplicidad por la sencillez. La felicidad y la ausencia de dolor estaba relacionada con la vida sencilla y la búsqueda de la simplicidad. Debemos saber que la verdad se encuentra en la simplicidad y no en la multiplicidad y confusión de las cosas. Quien no sabe vivir en la sencillez y en la simplicidad no sabrá nunca de los privilegios de esa forma de vida. Epicuro, cuando hablaba sobre el placer, no lo hacía refiriéndose a los placeres en sí mismos, sino a eliminar el dolor mediante la felicidad que da el vivir en paz ¿Hay algo más placentero que vivir en paz?
A Epicuro se le ha relacionado siempre con el placer y con su búsqueda a toda costa. Con el placer en sí mismo sin medida, con el hedonismo por encima de lo demás. Nada más lejos de la verdad. La filosofía de Epicuro habla sobre la eliminación del dolor mediante el placer, pero un placer no dañino. Su epigrama más conocido es: “La felicidad empieza en el estómago” un dicho que nos dio una imagen distorsionada del filósofo, imagen relacionada con el placer por el placer.
Epicuro abogaba por el placer físico y mental, pero hasta el límite en que el placer conduce al dolor. Según él debemos buscar el placer en lo sencillo, en la simplicidad y siempre respetando los límites que establecen cuando el placer nos conduce al dolor. Nunca debemos aceptar un placer que después nos conduce a un mayor sufrimiento. La doctrina de Epicuro es de una lógica y un raciocinio aplastantes y están explicadas en su tratado “El jardín”. Sin embargo, siempre se ha unido el placer y el hedonismo sin tasa a Epicuro. Nada más lejos de la realidad.
El hombre siempre busca satisfacer sus deseos, esta condición del humano está implícita en él desde que puso sus pies en la Tierra. Es normal entonces que el hombre busque la felicidad y la busque satisfaciendo sus deseos, pero ¿todos sus deseos? Epicuro lo dice muy claro al clasificar los deseos en tres clases: naturales y necesarios, naturales y no necesarios y los innaturales e innecesarios. Analicemos cada uno de ellos.
Deseos naturales y necesarios: incluyen las necesidades básicas de supervivencia como la comida, el vestido y el refugio. Son las más fáciles de satisfacer, son prioritarias y pueden por sí mismas hacer feliz al hombre.
-Deseos naturales e innecesarios: Son los que, en su satisfacción pueden conducirnos a lo contrario de lo que buscamos, al dolor. Ejemplos los tenemos en la posesión del lujo, en el viajar, en el sexo por el sexo. Estos deseos van a generar dolor, disconformidad, afectar a nuestra salud, a nuestras finanzas y a nuestra situación familiar.
Innaturales e innecesarios: Entre estos están la búsqueda del poder, la fama, la riqueza etc. que, al no tener límite en sus aspiraciones son los que nos van a conducir a la infelicidad, al dolor y a la incertidumbre e incluso a la ruina.
Hoy, y más que nunca, el hombre busca estúpidamente deseos más allá de los naturales y necesarios y algunos, cegados por ellos, los innecesarios e innaturales. Hoy el hombre no se conforma con vivir modesta, pero felizmente y tiene deseos naturales pero innecesarios que le van a dar una felicidad momentánea para luego proporcionarle dolor. Los que buscan satisfacer sus deseos innaturales e innecesarios son los enfermos de poder, codicia, lujuria y sexo que están inmersos hasta su muerte en una vida aparentemente envidiable, pero que se desarrolla en los albañales y las letrinas pestilentes cuyos olores nauseabundos y repugnantes les impregnan totalmente.
MAROGA