OPINIÓN

Victor Entrialgo De Castro: «En el filo de la traición»

Victor Entrialgo De Castro: "En el filo de la traición"

Marruecos resulta de tal modo esencial para la política exterior española que la propia Escuela Diplomática, donde terminan de formarse los miembros del Servicio exterior, se denominó en sus orígenes Instituto Hispano-árabe de cultura.

Razones geoestratégicas, históricas y culturales determinan la importancia de nuestras relaciones con nuestros vecinos del sur.

Hace más de un siglo Marruecos era también la preocupación. Primera guerra de África 1859-1860, la segunda 1911-1927 con el Desastre de Annual, el Rif, el Barranco el lobo, Abdel-Krim, y el envío de jóvenes a los últimos reductos del imperio, que motivó la polémica entre quienes querían enviar las tropas y quienes en Barcelona convocaron una huelga general o en Madrid trataban de sacar a los jóvenes de reemplazo de los vagones del metro para que no fueran.

Era «el sí pero no», tan característico de la opinión pública española sobre tantas cosas. Primero no querían que fuesen y luego no hubo una opinión pública decidida para que volvieran.  Dentro de un siglo, a buen seguro, Marruecos seguirá siendo una preocupación española.

Cincuenta años despues, en 1975 lla Marcha verde determina la entrega del protectorado del Sáhara y el papel  aliado estratégico de Marruecos para EEUU y controlar los estrechos más el reparto de influencias entre EEUU, Francia con el gobierno y España con la ascendencia del Rey Juan Carlos, primero con Hassan y luego con Mohamed VI.

Un siglo después, la clave de lo que está sucediendo, es que un señor peculiar, que no particular, que juega con fuego, ha girado la política exterior española sin dar explicaciones no solo al Parlamento, como debiera, para formar ese sosegado pero necesario debate nacional, sino ni siquiera a sus propios ministros ni  a su propio partido.

No ha habido explicación de nada ni a nadie, aunque fuese insincera, de un giro de ciento ochenta grados en la política exterior de España de la noche a la mañana, de un día para otro, en un tema trascendental con enormes implicaciones de toda índole: estratégica, energia, migraciones, Magreb, Sahel, yihadismo, desarrollo africano, etc.. Una cosa es que el Presidente tenga la facultad de dirigir la política exterior y otra que no haya ni control ni cuentas.

El hecho de que sea acertada o no, puede discutirse. Lo que no puede discutirse es que tenga que explicarse. No los detalles, como no se pueden explicar al detalle cuestiones de seguridad nacional, pero sí el fundamento de las decisiones para que esté informado y apoye o no esa política el pueblo soberano.

Cuando no se hace así, se invita al soberano a las especulaciones continuas alimentadas por «el secretismo del gobierno» trufado con una serie de acontecimientos simultáneos y concatenados: pérdida de teléfonos de la mujer del presidente, hackeo del del propio presidente, conflicto de intereses injustificable con su mujer en temas africanos y justo a continuación, sin solución de continuidad, el giro en la política exterior.

Los escándalos y chapuzas diarios constituyen el precio que los españoles estamos pagando para que Sanchez siga en el poder con una política que en el interior está colgada del chantaje de sus socios y dedicada al autobombo y la autocomplacencia y en el exterior, si cabe aún más grave, porque estamos tocando los cimientos de la seguridad de la nación, de la certidumbre, de la energía, de la tranquilidad que los españoles demandan acerca del control de las fronteras que previene de peligros o desequilibrios para la economía cuando no peligrosos para la paz social.

Lo fundamental de la errática política exterior de Sánchez, y sobre todo de su no explicación a la Nación, es su falta de control del Parlamento y de la propia Nación. ¿Qué es lo que se le oculta a la nación?

Hay secretos y actuaciones sensibles de Estado para las que está la Ley de secretos oficiales, en los que Sanchez ha adentrado a quienes tienen declarado su intención de romper la unidad constitucional.

Para los demás, reparte lo que llama política de transparencia para ocultar que nunca antes fue tan secreta nuestra acción exterior. Para ello escriben un Libro blanco de la política exterior. Pero ni blanco ni de colores.

La política exterior puede ser discreta pero no secreta y Sanchez ha dado pasos, incluidos conflictos de intereses con su mujer, que colisionan con los intereses generales y le hacen moverse en el filo de la traición.

Victor Entrialgo de Castro

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