OPINIÓN

Victor Entrialgo De Castro: «La tortura autoimpuesta»

Victor Entrialgo De Castro: "La tortura autoimpuesta"

El goteo continuo de delincuentes sexuales saliendo de prisión es una tortura autoimpuesta por las topolinas del gobierno. Un goteo que cae diariamente sobre el caldero del Ministerio y su conciencia, y acabará perforando sus «ilustres» cerebros que para acabar con las diferencias decidieron acabar con los sexos.

Ser o sentir, ese es el dilema. Incluso si no sabes lo que eres ni has averiguado lo que sientes. Si no distingues la personalidad de la aceptación, el deseo y el amor, el culo y las témporas. Como dice Harlem de aquel que llevaba la culera de los pantalones por debajo del trasero, si no sabes donde tienes el culo ¿como vas a saber donde tienes la cabeza?

Pero estas cabezas «ilustres» que sin lustrar nos gobiernan, estas ordinarias vocingleras posmodernas, lo único que han acabado de verdad es con su disfraz de perroflauta. Han descubierto la pedicura, la peluquería y la moda. Algunos incluso la ducha.

De la cárcel, ya se ve, se sale. Del Ministerio ni con agua hirviendo. ¿Donde van a ir si termina la pinza, si se acaba el invento? ¿Donde, si abandonaron el colegio para llegar al gobierno? Saben que el comunismo sin el poder dura lo que un donuts en el patio, mientras sigue retumbando en sus oidos la gotera perforándoles el documento.

Desde Galapagar sabemos que palabras e ideas no son el medio más indicado para averiguar la personalidad de los que nos desgobiernan asi que para averiguar lo que más importa, más que en sus palabras conviene fijarse en el gesto y la fisonomía. Por impremeditados dejan escapar grandes porciones de la personalidad.

El izquierdismo radical, como el liberalismo o el socialismo se pueden simular para hacer carrera. Se puede simular hasta la moderación, que el rostro, «el tonillo», la sonrisa de hiena, la ambición en los ojos o la mandíbula disparada desmienten.

Pero a poco que se repare en los rostros ministeriales de mujeres que quieren liberar a todas las mujeres de los hombres de las demás mientras buscan el suyo, lo que se percibe claramente en su mirada, por razones que sólo ellas conocen y a nadie más que atañe, es una base esencial de amargura, un fondo profundo de tristeza.

Y no es su causa la política, a través de la cual buscan el exorcicio que tenemos que sufrir en su vida pública los demás. Ya venían así de fábrica. He aquí por qué, muy al final, los humanos podemos encontrar motivos de compasión en personas o hechos que nos resultan profundamente desagradables.

Vienen meses en los que vamos a escuchar exabruptos, bravatas e incoherencias que pueden fingirse, como la cólera traída de casa o el lenguaje sobrado o desafiante. El presidente del gobierno es, él mismo, «pura simulación,» pura fachada de traje raquítico repartiendo ayudas a diestro y siniestro, mintiendo incluso mientras duerme y hasta en inglés.

Pero la traición corroe, corcome y afina los rasgos, dice Cicerón de Catilina y hubiese dicho lo mismo de éste otro conjurador, despues de los dolores y las viruelas. Da igual lo que ahora diga él o su mayordomo, el agente inmobiliario Iglesias, o lo que «las Monteros y otras menestrales dicen de otros. ¡Que no está preparao! dicen de Feijóo, ¡qué cachondas!. O Garzón haciendo ecos y oes con un canuto en el Ministerio, o Yoli «la Superiora de las adoratrices chavistas del perpetuo Socorro», la gótica triste de justicia que se presta a que no exista, la flequillo salerosa portacoz, el piolín apoya escraches de Universidades y demás rufianes y mayormonos.

Lo que ha quedado al ventestate  durante todo este tiempo es la personalidad, los gestos, lo que su fisonomía ha dejado entrever y les invalida para estar en el gobierno y en la vida pública, como no sea por el chantaje o la fuerza, que es lo que pretenden con los montajes, la mentira y la trampa.

Si tenemos en cuenta las chapuzas, incoherencias y atrevimientos a lo largo de esta legislatura, lo que se ha puesto de manifiesto son los tics propios de Sanchez que, atrapado por sus socios, no puede salir de la Moncloa ni, lo que es peor, de sí mismo.

Esta falta del liderazgo real es lo que la Nación demanda, que no aumente la división de los españoles sino que se procure la unión de lo que esta gente está desuniendo, en aras de proyectos y logros comunes.

Por eso mientras sigue la tortura autoimpuesta del «yoesyo» que ya debiera haber causado el cese de la ministra por el verdadero responsable de esta inmensa chapuza y continúa el goteo de hombres peligrosos que salen de las cárceles por su irresponsable, dogmático y advertido engreimiento, no parecen arriesgadas las conclusiones siguientes:

Primera, que es preciso derogar una gran parte de ésta «legislación que fue inventada» pese a la oposición de cuando menos 3/4 partes del pueblo que conoce de ellas.

Y segunda, que esa tarea no admite componendas ni debilidades sino un liderazgo fuerte. Un liderazgo que  intente en lo posible la unión de los recursos y la fuerza de la Nación. De las derechas y las izquierdas que así lo estimen. Lo mismo sucede en Europa. Lo que no es autonomía es fragmentación.

Llegan meses en los que en platós y mítines se van a dar grandes voces y a pensar con la laringe. De ahí que no debamos cansarnos de repetir las cosas importantes: «Ser liberal, dejó dicho Marañón, en la Nación que acuñó el término, requiere dos cosas: una estar dispuesto a entenderse con el que piensa de otra manera; y dos, no pensar jamás que el fin justifica los medios, sino que son los medios los que justifican el fin.»

Los fines de Sanchez y «ultradivisorios» no justifican sus medios y además no se corresponden. pero les trae sin cuidado. A él y a los separatistas porque le conviene, y a sus socios comunistas porque para ellos la mentira y la violencia son armas revolucionarias. Como les trae al pairo el goteo de delincuentes sexuales sobre el caldero rebosante del Ministerio. Sólo les importa aferrarse al cargo. ¿Donde iban a ir?

Por eso el liberalismo político es un arma frente a separatistas y totalitarios. Ese es el arma de aquellos para los que, frente a esta «dictadura de mequetrefes» llamando permanentemte la atención y tratando de vivir de ello, la política no ha de ser sino la antítesis de todo esto y, en último término, lo único que
puede ser, honesta eficacia y eficaz honestidad.

Víctor Entrialgo de Castro

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