OPINIÓN

Antonio Sánchez-Cervera: «Gibraltar e Ignacio Molina: un ejemplo hacia el pueblo judío»

Antonio Sánchez-Cervera: "Gibraltar e Ignacio Molina: un ejemplo hacia el pueblo judío"

Ahora, en una época en la que en España, de manera torticera, ficticia y superficial, parece que solo la izquierda enarbola la bandera de la libertad y la solidaridad hacia con los pueblos en la comunidad internacional de las naciones, la historia real nos trae el recuerdo veraz de un lugar, Gibraltar, y de un español, Ignacio Molina, que desempeñó la jefatura del Servicio de Información Militar en el Campo de Gibraltar durante muchos años y, en particular, durante los años de la contienda de la Segunda Guerra Mundial bajo las directrices y el amparo del régimen del Gobierno de Franco.

Ese insigne español, Ignacio Molina Pérez, teniente coronel de la Guardia Civil, facilitó a muchos judíos que eran perseguidos o estaban en peligro la salida por Gibraltar, garantizando así su custodia para no caer en las criminales manos del nazismo alemán.

Gibraltar e Ignacio Molina, en cierto sentido, tuvieron la más excelsa actitud protectora hacia el pueblo judío, de la misma forma que lo tuvieron el gran empresario alemán, Oskar Schindler, y el diplomático español en Budapest, el también español, Ángel Sanz Briz, apodado el ángel de Budapest por sus acciones durante la última guerra mundial.

De hecho, Ignacio Molina, como oficial de inteligencia del Estado Mayor del Gobernador Militar Español del Campo de Gibraltar, actuó como punto de enlace con las autoridades británicas en Gibraltar durante la segunda contienda mundial.

No hay que olvidar que miles de judíos -entre ellos gran número de niños- escaparon del terror nazi a través de España. Hay historiadores que calculan que entre 20.000 y 35.000 judíos huyeron del genocida Adolf Hitler cruzando el territorio español a partir del año 1940. Lo hicieron aprovechando la tolerancia del régimen de Franco, así como España consintió el paso clandestino de al menos 5.000 judíos con destino a Israel e incluso a Sudamérica a través de Melilla para ayudar a quienes huían del vecino Marruecos.
El régimen de Franco no solo no persiguió a los judíos, sino que incluso, en Ceuta, se les aplaudía cuando llegaban, estableciéndose en Melilla como una especie de paso muy tranquilo – paso clandestino – para el tránsito de los judíos que llegaban l de noche y al día siguiente partían hacia Gibraltar, en barco principalmente, para desde allí seguir su periplo hasta Marsella (Francia) y finalmente al puerto israelí de Haifa.

Con estos antecedentes, solo puedo decir, recordando al Primer ministro israelí, Ben Gurion, que nuestra memoria se alimenta de la historia y que el libro de los recuerdos sigue abierto para no olvidar lo que unos hicieron por los otros.

Antonio Sánchez-Cervera

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