OPINIÓN

Victor Entrialgo De Castro: «La explicación de todo»

Victor Entrialgo De Castro: "La explicación de todo"

Uno no sabe nunca cuando una descarga de catecolaminas o una conexión neuronal entre pocas y conocidas células, puede hacernos comprender siquiera una parte de la realidad.

Y menos aún imaginar que todo eso pueda suceder durante la emisión de un documental sobre Jane Fonda.  Pero, de pronto, la biografía de la actriz de Hollywood, activista de mil causas diversas desde los años cincuenta, provoca un fogonazo en el cerebro y de pronto, ante ojos españoles, aparece nítida la visión de gran parte de lo que está sucediendo en este país durante los últimos tiempos.

Víctimas de víctimas. En la falta de afectividad de Jane Fonda madre, sufridora a su vez de la misma carencia que la hija, podría hallarse paradójicamente, la clave para desentrañar el último quinquenio de nuestra historia.

Una persona muy allegada a la actriz revela durante el citado documental que uno de sus mayores méritos, el que resume su vida, es la lucha frente a sus inseguridades. Una lucha que, relata el reportaje, llevó a cabo a través de sus diversos maridos, el segundo de los cuales, Tom Hayden,  le condujo al activismo, a través del cual intentó superar aquellas.

Víctimas de víctimas que tratan de superar conducir su inseguridad a través del activismo. Estamos rodeados de gente así. De Fumanchú a la Malababa, de la asaltacapillas a la Pam, de la Barby sindicalista a su amiga Heidi, de Caraniño a médica y madre, aparentando todos una falsa seguridad que no tienen, todos esos falsos predicadores que viven hoy de rebote en las instituciones, los medios o el Ministerio, tienen un denominador común. Seres que sin el activismo no perderían su trabajo, sino su entera seguridad.

Las causas extravagantes que defienden para sostenerse, la mayor parte relacionadas con el sexo, lo que revela un trauma, son el sostén de su personalidad, pero no como consagración a una vocación, búsqueda de la realización y manifestación de su bonhomía y proyecto vital, sino como apuntalamiento y clavo ardiendo de su biografía.

La sublimación de sus traumas e inseguridades a través del activismo. Este parece su denominador común. Por ellas tratan de superar sus carencias afectivas o de personalidad, como la diva de Hollywood.

Todo, como congéneres humanos que son, resulta muy digno de comprender, lamentar o compadecer. Pero en cuanto miembros de una comunidad política de la que se tratan de apoderar imponiendo y prohibiendo; cuando, como fariseos y tras la máscara de su arrogancia nos lanzan a la cara como activivistas retazos ideológicos de un manual que no leyeron, los demás humanos nos vemos obligados a rechazar su actitud desafiante, infantil grosera y repetitiva insufrible que no tenemos por qué soportar.

La diferencia con el documental de Jane Fonda es que, dudo mucho que nuestras cansinas activistas, ni cuidadas ni operadas, puedan llegar a ser, salvo en la coincidencia aqui tratada, de otro modo comparadas ni por su filmografía, ni por su conversión al cristianismo, ni por el aerobic.

Comprendemos su problema, el que lo explica todo. Y si fuera posible, cosa que dudo, estaríamos sin duda  dispuestos a ayudarles con sus carencias como congéneres. Cada uno tenemos las nuestras.

Pero lo que no estamos dispuestos a soportar es que porque no se soporten a sí mismos, con la excusa de salvarnos con su patrañas y doctrinas se metan en nuestras casas sin permiso y, cada vez que abran la boca, nos tiren sus carencias a la cara y encima pretendan vivir del presupuesto.

 

Víctor Entrialgo

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