OPINIÓN

Victor Entrialgo De Castro: «Un paisaje bíblico»

Victor Entrialgo De Castro: "Un paisaje bíblico"

Asturias es un paraiso natural al que llegan cada vez más españoles y extranjeros y del que sus jóvenes son expulsados despues de haber estudiado mucho, subido al árbol, cogido la flor, comido la manzana y probado la sidra.

Pero de sus maravillosos paisajes bíblicos, como a muchos otros españoles y compatriotas, a los asturianos no los expulsó al mundo Dios, sino casi medio siglo de administraciones ineficientes.

Y no lo han hecho por haber comido la manzana o la fabada, bebido sidra o probado las casadiellas de nuez o la tarta de almendra o avellana, porque no son frutos prohibidos sino muy recomendables, que han tenido que sustituir en lugares casi tan acogedores aunque menos alegres o familiares.

Aunque esta vez sin comerlo como Eva ni beberlo como Adán, tal y como Dios prometió, se volvieron mortales internacionales viajando por esos mundos de Dios contentos, pero en cierto modo obligados como hicieron sus abuelos.

Después de cuarenta años de gobiernos socialistas, el destino de muchos asturianos es otra condena , quizás ilusionante pero desarraigada de Paraiso y Principado donde los mayores, que son mayoría no gobiernan y los jóvenes que no se dedican a la política, tienen que irse.

No pocos viven fuera sus días, unos por obra de su lejano pasado y otros por culpa de su futuro dispersos por medio mundo, adonde despues de echarlos, los políticos van a pedirles el voto.

Incluso en las antípodas anhelan regresar a los paisajes que guardan en el corazón y la retina. Incluso después de media vida o incluso una casi entera siguen teniendo muy presente un paraiso que sí existe pero en nombre del cual, nunca han querido separarse de la España que contribuyeron a crear, y mucho menos matar en nombre de uno que nunco existió, conformándose con añorar la vuelta al lugar en que nacieron aunque muchos vean cada vez más lejos la posibilidad.

Aunque en una emigración más ilustrada y menos sufrida que la de sus abuelos, los jóvenes asturianos viajan por todo el mundo porque es su destino, aquel donde mejor siguen mostrando su valía, obligados por una Administración cada vez más desproporcionada, partidista e ineficiente del territorio donde solo el número de jubilados superan al de  funcionarios y donde, con la industria en retirada, los autónomos resisten como Pelayos.

Víctor Entrialgo

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