Cuando una persona que ocupa un alto cargo institucional de relevante importancia –como el de ministro del Reino de España– y no destaca por la labor desempeñada ni casi aparece en ningún medio informativo periodístico o televisivo por “lo que hace”, es noticia por “lo que no hace”; pero cuando no es noticia ni por “lo uno” ni por “lo otro”, entonces, los españoles como somos muy expertos en sacarle punta a todo y a todos e incluso a reírnos de nuestra propia sombra, a este personajillo de la “re pública” le llamamos cicateramente “fantasma” o le decimos que se parece al “Guadiana”, ese río del sudoeste español que nace en las Lagunas de Ruidera, desaparece, como por arte de magia, infiltrándose en la llanura manchega y vuelve a aparecer en los Ojos del Guadiana. Esta típica característica que nos brinda el río, de “desaparecer” y volver a “aparecer”, nos da mucho juego a la hora de calificar a una persona de diligente, responsable, emprendedora, comprometida, trabajadora y, así, diferenciarla de esa otra, que es indolente, holgazana, vaga e irresponsable. Al referirnos a esta última, le decimos que es un “fantasma” o que se parece al “Guadiana” porque aparece y desaparece frecuente e inexplicablemente y nadie sabe ni qué hace ni dónde está ni si entra o sale ni si ha venido o se le espera. Todo esto es lo que ocurre a nuestro diligente, honesto, trabajador, responsable, comprometido e incansable ministro comunista, el logroñés Alberto Garzón Espinosa. Todas estas cualidades mencionadas, posiblemente, son innatas a su ideológico y comunista ADN.
Lo único destacable positivo, que no ha sido objeto de crítica, chanza, befa o pitorreo por parte de amigos y extraños, de nuestro “súper desaparecido” ministro Garzón desde el 2020 hasta hoy, fue un 7 de febrero de 2013, cuando hizo –sin tener ninguna obligación ni legal ni jurídica– pública su nómina oficial siendo diputado a Cortes. Este gesto, digno de mención, le debió de suponer un esfuerzo y desgaste tan grande, que aparte de esto –desde que juró el cargo de ministro de Consumo– es mucho y, casi todo malo y criticable, lo que se le puede atribuir en esos escasos períodos en los que aparecía y se mostraba ante la opinión pública para luego desaparecer del ruedo político “haciendo mutis por el foro” e imitando al Guadiana. No podemos olvidarnos de sus frecuentes meteduras de pata o “garzonadas”, que casi siempre han merecido acerbas críticas, severas reprimendas e incluso hilarantes burlas de sus propios compañeros de Gobierno y de varios sectores de la sociedad civil. Recordemos la polémica levantada –tras afirmar en una entrevista al periódico británico “The guardian”–que la carne que exporta España es de “mala calidad”.
Sus declaraciones provocaron un auténtico tsunami de protestas en el sector primario (ganadero y cárnico) que llegaron a pedir al Gobierno formalmente una rectificación oficial y el cese fulminante de Garzón. A los pocos días, volvió a las garzonadas recomendando a todos los españoles que “redujeran el consumo de carne por perjudicar seriamente la salud y el planeta” –llegó a proclamar– advirtiendo que el 14,5% de las emisiones de gases de efecto invernadero provienen de la ganadería, especialmente de las macrogranjas. Fue tal el revuelo, que hasta el mismo presidente Sánchez –arropado en su megalómano narcisismo– no dudó en responderle, socarronamente y con displicencia, con la famosa sentencia que figura en todas las hemerotecas: “A mí, donde me pongan un buen chuletón al punto, eso es imbatible”. Tras esta nueva “bufo-garzonada” y, ya en plena campaña de Navidad, llegó la garzoniana “Huelga de los Juguetes” para concienciar a los padre sobre el riesgo de reproducir roles y estereotipos sexistas. La mala influencia sexista de sus compis comunistas Montero y Belarra estaba clara.
Sin olvidar el revuelo ocasionado entre los padres y comerciantes jugueteros –ni corto ni perezoso–anuncia a bombo y platillo que la publicidad dirigida a los niños –de chocolates, dulces, galletas, helados, bebidas calóricas y otros alimentos“ poco saludables”– quedaría prohibida en el 2022. Siguiendo con la lista de sus disparates, su estulticia no podía llegar a más y él a menos, al afirmar simplona y gratuitamente que “La Fiscalía General del Estado depende jerárquicamente del Gobierno”. Aunque en esto, apoya y le da la razón a su jefe de Gobierno, los fiscales cargaron contra Garzón acusándole de desconocer el funcionamiento de las instituciones del Estado de Derecho ¿Y de qué no se le puede acusar ?Como los tontos son “los únicos que siguen tirando piedras contra su propio tejado” una y otra vez y, encima, se ríen, volvió a estar en el ojo del huracán al criticar la detención del rapero Pablo Hasel por “injurias a la monarquía y enaltecimiento del terrorismo. Lo consideró como “un síntoma irrefutable de déficit democrático grave”.
El ministro “fantasma” volvió otra vez a quedarse con el culo al aire en una entrevista en “El transistor — con José Ramón de la Morena– al decir que: “Aunque en España el juego es legal, hay que cambiar de horario de la publicidad televisiva, pues pese a ser un vehículo legal para obtener pingües beneficios, estos pueden ocasionar en las familias graves y patológicas consecuencias”. Aprovechando su momentánea y escurridiza visibilidad en el Consejo de Ministro –pues estaba en fase visible del Guadiana– no le faltó tiempo para denunciar la ausencia de S.M Felipe VI en el acto de entrega de despachos en Barcelona y, acusó formalmente al Rey de “maniobrar contra el Gobierno e incumplir la Constitución, ¿Cabe más desfachatez, ignorancia y estulticia en cabeza humana…? La respuesta es sí.
La nueva “garzonada –que le costó otra severa y formal petición de cese por parte de la Mesa de Turismo, lamentando profundamente que “un ministro de España se pronunciase con tanto desprecio y ensañamiento contra el Turismo español (un sector que ingresó en el 2022 160.000 millones de euros y que da trabajo a 153.856 empresas turísticas)– consistió en calificar al sector turístico y hostelero como un “sector de bajo valor añadido, estacional y precario”. Por último y aunque esta vez no se trató de una nueva y polémica “garzonada” sensu stricto, nuestro culto ministro volvió a ser viral e incluso “trending topic”–por un lapsus disortográfico que no dejó a nadie indiferente y mucho menos a los 46 académicos de la RAE– al declarar durante una entrevista: “Pensemos que estas leyes que ya hemos “pro-po-ni-do” cambiar”. ¡Tal cual, como lo leen!
De los 22 ministros del Ejecutivo sanchista es el ministro que más peticiones de rectificación y de dimisión tiene. Claro que esto solo les ocurre a los ministros que son capaces de plantearles una huelga en toda regla a sus propios compañeros. ¿A qué nivel ha llegado su estulticia e insensatez que hasta el presidente de Aragón, Javier Lambán, le pidió públicamente a Pedro Sánchez que lo cesara fulminantemente porque su “presencia en el Ejecutivo era un claro insulto a la inteligencia” ¡Qué pena que el gran Erasmo de Róterdam no viva…! De vivir, su gran ensayo filosófico “Encomium morae” (El elogio de la locura o de la necedad, según se quiera) se hubiera llamado “Encomium stultitiae Garzonis” (El elogio de la necedad de Garzón). Lo mismo que me ocurre con el ministerio de Consumo –el del “fantasma” Garzón– siempre me pregunto para qué nos sirven otros ministerios, aparte de para despilfarrar miles y miles de millones “ad maiorem gloriam” de sus fundamentalistas titulares Montero y Belarra, entre otros. Concretamente, si no me equivoco, aparte de usarse de puerta giratoria para acabar en una eléctrica o una telefónica, para nada más. A las pruebas me remito.
¿A qué está esperando Garzón para remangarse las mangas y ponerse junto a su compañero Héctor Gómez, ministro de Industria, Comercio y Turismo, a defender a los consumidores, a las pequeñas y medianas empresas, a promocionar y desarrollar la industria, la política comercial de internacionalización, de inversiones y transacciones exteriores? Precio final que no cubre los costes de producción, una crisis energética junto a costes directos e indirectos en progresivo aumento y una falta absoluta de relevo generacional son solo algunas dificultades a las que tienen que enfrentarse los ganaderos, agricultores y pescadores de nuestro país. Pero para eso necesitan la ayuda directa y el apoyo de sus ministros. Para eso están y por ello cobran.
Los gobiernos socialcomunistas de ZP y Sánchez se han mostrado siempre ajenos y displicentes haciendo oídos sordos a los desafíos a los que hacen frente todos aquellos que han consagrado sus vidas a este sector, tan necesario para todos los consumidores, como olvidado por ellos. Por eso hoy toca hablar del Gobierno y del ministro al que hay que buscar como si se tratase de “Wally” –ese personaje creado por el dibujante británico Martin Handford en 1987– al que había que encontrar en distintas y diversas escenas con miles de detalles y personajes que despistan al lector. La diferencia es que Garzón casi siempre viste con chaqueta oscura, camisa blanca y sin corbata, mientras que Wally lo hace con un suéter de rayas horizontales rojas y blancas, gafas, pantalón vaquero, gorro de lana con rayas tojas y blancas, una cámara de fotos colgada al cuello y enseres de camping, libros o bastón. Por su vestimenta y actividad siempre encontraremos antes a “Wally” que al ministro Garzón.
En vista de que no aparece ni da la cara, sería muy conveniente que Sánchez creara y repartiera un nuevo juego entre su Ejecutivo llamado — “Were´s the minister Garzón?” y, al que lo encontrara le ascendiera –como premio a la constancia y tesón– a vicepresidente. Mucho me temo que el número de vicepresidentes no iba a aumentar. ¡Ah, y cuando lo encontremos, seguiremos hablando del Gobierno!
Pedro Manuel Hernández López, médico jubilado, periodista y ex senador por Murcia.