La Revista Angaú informa.
En el mes de Mayo de 2021, anunciábamos nuestro surgimiento y con ello, las intenciones que nos alentaban, como las formas en las que nos desenvolveríamos en el desafío de pensar en los tiempos aquellos…Lo recordamos….
Volver a las palabras.
No alojaremos más nuestros dispositivos en plataformas electrónicas para que naveguen sin rumbo por el océano contaminado que venimos degradando. Proponemos con este accionar que la palabra plasmada en el papel, mediante tinta, mecanografiada, o tipeada y transformada en un archivo adjuntado que te llegue en exclusiva tenga un sentido en su confección cómo en su destino.
Creemos, esperando con frenesí equivocarnos, estar doblando la curva en donde no poner reparos al aceleracionismo en línea recta en el que hace tiempo estamos, nos llevará, indubitable como prontamente, al abismo de una supuesta inteligencia que no será más que la artificialidad de lo humano.
Es imperioso retomar el tiempo, el instante en donde la palabra pensada tenga su correlato con nuestros deseos, pensamientos, fantasías, temores y toda la amplia gama de sensaciones que posibilita nuestra condición que no debe estar condicionada por la forma, por los métodos que nos arrumban al límite en donde ya nos resulta casi imposible comunicarnos.
Ni la insensata persecución para acumular artículos o investigaciones enrique cidas en formatos, que se privan por ello de liberar el pensamiento, siempre esqui vo a las opresiones destinadas a maniatar su dinámica, en aras de una codificación que lo único que denota es el copiar, pegar y repetir lo que dimana de los cemente rios del supuesto conocimiento encarcelado, ni tampoco la frivolidad vulgar y licenciosa de la obscena pornografía de los me gusta y de los bloqueos, con los que las redes y sistemas o dispositivos globales en donde se alojan palabras y sensaciones nos tienen acostumbrado, podrá dotarnos a la humanidad, algo más que lo ineluc table de un destino del que podemos desertar antes que sea finalmente tarde.
Dejar el testimonio de lo escrito en un sólo lugar a sabiendas de tal finitud, de termina la palabra misma con la que se construirá tal conexión de palabras. Escribir nunca debió haber sido comparado con tener un arma o espada, pero tampoco, podemos desconocer las consecuencias que implica verter conceptos o al menos, hilarlos.
Abandonar la irresponsabilidad de que todo lo que digamos tendrá un soporte, una memoria en un espacio indeterminado, es una pretensión antojadiza como imposible. En tal fantasma de lo real, construimos nuestras nociones de lo actual con la pedantería de creer que es tan importante o determinante cómo para no ser borrado u olvidado.
Ahora bien, sí nos comprometemos los que nos vinculamos a diario con las palabras, a confeccionarlas de este modo, bajo esta manera, que puedan permear la intolerante eternidad con las que nacen predestinadas desde nuestra modernidad a esta parte, tal vez estemos contribuyendo a cambiar un sentido que signifique y represente mucho más que una traducción sucinta o inmediata.
A nadie le podemos prohibir, que en caso de que así lo desee, eleve al éter comunicacional lo que solamente produciremos a la vieja usanza, alumbrando al desconcierto del oleaje que tenga que enfrentar y sí le cabe y corresponde el olvido, allí estará enterrado o perdido, como tantas otras palabras, experiencias y aventuras de lo humano.
No pretendemos hacer una escuela de lo casquivano o embanderarnos en una suerte de primitivismo cultural o retorno a un estado originario, queremos ser responsables, como nunca antes, como no nos permite el ahora, con lo que escribimos y dejamos de escribir.
Queremos hacerlo junto al público, sin pedir ninguna reacción inmediata, autómata o robotizada. En el caso de que exista alguna, que sea, con lo que implica una verdadera comunicación entre humanos. Que fluya esa intencionalidad que aún creemos que el otro es posible y su integración no implique o signifique un renunciamiento de lo de cada uno.
Sí lo que expresemos en este espacio que dimos en llamar “Angaú” debe tener una dinámica que lo sostenga en el tiempo, corresponderá a una acción que determinen los lectores y no por una predeterminación con la que nace la presente publicación.
El presente formato de lo electrónico aún se usa, para anunciarlo, para darle progresividad a lo que hacemos y dejaremos de hacer. Tal vez la próxima gran crisis de civilización tenga que ver con un colapso de las formas o ductos energéticos o de comunicación, y sí no nos preparamos para eventos como tales, no tendremos posibilidad de respuesta.
Tal vez, el número décimo de la revista, sea íntegramente manuscrito, indicará que algo pudimos conseguir en el medio de tanta dispersión, confusión e incertidumbre.
Escribir pensando genera algo que para ese otro en cuestión lo determinará en su respuesta, como por ejemplo olvidar, recordar, borrar o reconstruir o deconstruir las palabras y las cosas que significan o que dejan de significar, pero bajo un testimonio que puede estar impreso en algún sitio o lugar de no tan fácil acceso ni a primera mano. En el caso de que sea valioso para lo humano, será guardado, custodiado o en la mente presente, y sí no, se perderá indefectiblemente como un conjunto de palabras ahuecadas y deglutidas por las marejadas de una navegación incierta e indeterminada.
Luego de tantos números, y de dos años transcurridos, la Revista Angáu, tal cómo lo planteamos desde un inicio, sólo será visible, asequible, en formato «manuscrito».
Un saludo, agradeciendo tus palabras, que las queremos ardiendo en su desnudez para que sean pensadas en la gelidez del desconcierto de nuestros tiempos artificiales.