OPINIÓN

Manuel del Rosal: «Sánchez: Un tsunami de soberbia»

Manuel del Rosal: "Sánchez: Un tsunami de soberbia"

“A los mentirosos les huele mal la boca porque es el albañal de sus ruines inmundicias”

“La soberbia es una discapacidad que afecta a pobres infelices mortales que se encuentran de golpe con una miserable cuota de poder” José de San Martín

“El oro hace soberbios y la soberbia necios” Proverbio

Pedro Sánchez, en su escalada de mentiras, olvidó lo que dijo Abraham Lincoln “Puedes engañar a todas las personas una parte el tiempo y a algunas personas todo el tiempo, pero no puedes engañar a todas las personas todo el tiempo” Y lo olvidó porque su soberbia le hizo creer lo contrario

En la historia de nuestra Tierra siempre ha habido tsunamis. Por poner dos ejemplos citaremos los de Indonesia en 2010 y el de 2011 en Tokio que destruyó reactores nucleares.

El pasado día 28 en España se produjo un tsunami al que llamaremos “Tsunami de soberbia”. Una ola de proporciones inusitadas y de color azul arrasó a las izquierdas en general y al PSOE en particular. El Tsunami fue provocado por la nefasta política de un ególatra, narcisista, sin escrúpulos y mentiroso de manual que llevaba cuatro años castigando a España y a los españoles por el motivo único de mantenerse en el poder como fuera, sin que su soberbia narcisista y ególatra le permitiera comprender que no le quieran, que no le voten, que la mayoría no le entienda. Es su soberbia luciferina la generadora de todas las demás taras que adornan su personalidad rayana en la sociopatía, la que le ciega. Todas las encuestas le avisaban, pero Pedro el perdulario, acorazado en su soberbia, no podía creer que los ciudadanos no le iban a votar a él, el elegido por los dioses. Y esa misma soberbia, génesis de todas las demás taras que le adornan, es la que le llevó de inmediato a adelantar las lecciones. Es tan poderosa la soberbia, la egolatría y el narcisismo que le dominan que, junto a su falta de escrúpulos, le han llevado a convocar elecciones para el 23 de julio porque sigue sin comprender, sin admitir, sin aceptar que él, el homínido más perfecto de la especie no guste a los ciudadanos.

Analistas, politólogos, periodistas columnistas, tertulianos y demás expertos hablan de una noche de insomnio para tomar esa decisión, de haber analizado junto a su núcleo duro los pros y contras, de haber elegido esa fecha para que los votantes estén en la playa (por cierto, según todos los expertos, los únicos que se van a ir de vacaciones son los votantes de derechas y, claro, le va a ir mal a Feijóo). De haber puesto en una balanza todas las variantes y haber decidido, ya de madrugada, adelantar las elecciones. Todos se han olvidado de mirar en la personalidad de Pedro Sánchez; si hubieran mirado y hubieran tenido en cuenta todas sus actuaciones en su forma y en su fondo, hubieran visto nítidamente que lo que a Pedro Sánchez le ha llevado al adelanto de elecciones es su monumental soberbia. Pedro está cegado por ella lo que le impide ver con claridad el resultado del 28M y le hace creer que, en julio, y tras una campaña de más de lo mismo como la de las municipales, los ciudadanos no podrán evitar caer rendidos ante la magnificencia de su persona, la fluidez de su verbo y sus irresistibles promesas. Entérense, señores expertos: ni análisis, ni elección de fecha, ni balanza con pros y contras, ni reunión con su núcleo duro; ha sido su soberbia lo que le ha llevado a tomar esa decisión. Y eso es así porque, además de que es su naturaleza, ha finiquitado 61 leyes que tenía pendientes, ha obligado a los ciudadanos a votar – la primera vez que sucede – en periodo estival y ha torpedeado la presidencia de Europa sin pestañear, sin escrúpulos, sin la más mínima empatía hacia los ciudadanos, sin importarle – solo se importa él mismo – el nuevo tsunami que pueda causar a su propio partido al que lleva arrastrando hasta el precipicio desde que se abrazó a Pablo Iglesias, a Otegui, a Junqueras y a Urkullu para crear un monstruoso gobierno en la creencia de que a los ciudadanos – aquí su gran error que no le permitió ver su soberbia – España y la dignidad les importaba un comino al igual que a él. Y no fue así, España y los españoles, en su mayoría, tenemos aún la dignidad suficiente como para no permitir que asesinos convictos y confesos sean tratados como ciudadanos comunes por el señor Sánchez. Lo he dicho siempre: Sánchez es un pigmeo intelectual, un perdulario, un traficante de estupefacientes mentales al tiempo que un soberbio sin escrúpulos, un odre de vileza y felonía tan codicioso de poder como una camada de hienas. Y por esa soberbia, por esa codicia de poder, por esa egolatría, Sánchez provocará el 23 de julio otro tsunami que puede llevarse por delante a su propio partido. Será, al igual que el que ha provocado el 28M, un tsunami de soberbia.

MAROGA

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