Cuando digo que Pedro Sánchez va camino del procesamiento, y lo llevo diciendo desde hace mucho tiempo, no es porque le desee mal a nadie, aunque en su caso, al menos en un primer momento, me dolería menos que ningún otro.
Tampoco porque, paradigma del «trepa» y vacío como un maniqui, sea terrible el daño que está causando a la Nación desde antes incluso de que alcanzara el poder apoyado en golpistas que despreciaron el riesgo de una confrontación civil. Ni siquiera por su responsabilidad en la polarización de los españoles con la reedición del frentismo que ha llevado a cabo, «yo soy yo y mis petulancias,» hasta el mismo momento de irse.
Cierto que su ambición convertida en contumacia, su maquiavelismo y sus retorcidas estrategias, le han reportado victorias parciales. Pero Hitler, Stalin o Mussolini eran grandes estrategas y llevaron a sus pueblos al abismo. Lo dificil es aunar la estrategia con los principios, como Churchill, pero por mucho que presuma de haber jugado al baloncesto este personaje de ínfima categoría moral, aún peor que la baloncestística, no tiene ni talla ni principios.
A traves de un fraude de ley Sanchez persigue ahora, al amparo del texto de una norma, un resultado prohibido por el ordenamiento jurídico. ¿O es que hay mayor fraude en una democracia que conculcar, impedir o siquiera dificultar al pueblo el ejercicio de la soberanía popular convocando unas elecciones un 23 de julio?
Estamos ante un fraude de ley, un ilícito civil que, a través de la prerrogativa constitucional escoge para convocar elecciones una fecha tan señalada como el 23J, durante el periodo vacacional de buena parte del pueblo soberano y en medio de festividades y puentes para quienes no estén esos dias disfrutando de aquél.
Pretende pues generalizar el voto por correo, en manos de un amigo personal, para el que se ciernen los tiempos y por tanto la confusión en la gestión de un instrumento de dudoso control que está concebido para casos excepcionales.
Sanchez persigue así al amparo de su prerrogativa constitucional para convocar elecciones, previa la deliberación del Consejo de Ministros que se ha saltado, como tantas, resultados prohibidos por el ordenamiento jurídico.
Vulnera por un lado el estatuto de los trabajadores y el derecho vacacional de empleadores y trabajadores y, por otro, pretende intencionadamente obstaculizar o impedir de facto en muchos casos el ejercicio de la soberanía, llegando hasta una de las más graves violaciones constitucionales que quepa imaginar.
Si pienso pues que Sanchez va camino del procesamiento no es porque haya gobernado en contra de tres cuartas partes o siquiera la mitad de los españoles sino porque quien le aproxima al abismo, como recuerda Rosa Diez en «Caudillo Sánchez» desvelando los entresijos de su personalidad y trayectoria, es su propia naturaleza.
Es ésta última, cuyas consecuencias sufre la Nación, la que aboca a Sanchez al precipicio y razón última de los daños en muchos casos irreparables causados a los españoles, y es a su vez el mayor obstáculo a los retos que España tiene por delante y a su premisa fundamental, la paz y convivencia entre los españoles. Convivencia que conseguimos con la Transición y que cualquiera que viaje por España, o incluso sin necesidad de hacerlo, constata que podría ser aún mejor si no hubiera personajes que en su exclusiva ambición, procuran la división y el enfrentamiento en su desmedido afán de sostenerse en el poder.
Por eso no es ninguna voluntad la que lleva al presidente camino del procesamiento, ni siquiera la de sus rivales políticos, si no su propia naturaleza, revelada por la mera observación de su trayectoria y personalidad.
Bien es verdad que despues de granjearse a pulso tamaña animadversión, los medios que tiene el poder le facilitarán seguramente el retiro en algún cobijo fuera, gracias a sus homólogos europeos porque son muy graves responsabilidades y hoy por ti mañana por mi.
Pero tanto o más que el gravísimo ataque a su soberanía a través de éste fraude de ley, lo que no le perdonará nunca a Sanchez el pueblo español es que, despues de una pandemia y rodeados de inflación, despues de joderle la vida le haya jodido las vacaciones.
Victor Entrialgo de Castro
