Es curioso que haya sido el diario londinense The Times el que haya clavado la maniobra del temerario y autócrata Sanchez, tras el tsunami que lo puede mandar a casa, donde quiera que pueda vivir que no sienta el mucho cariño que sus súbditos le profesan.
Sea o no interesada, la imagen no puede ser más acertada. Un mono con cartucheras que lleva cinco años pegando tiros al aire, acaba de gastar su última bala. La bala de una convocatoria que debiera haber sido repelida desde que fue disparada con nocturnidad la madrugada de su derrota electoral, porque es la consagración de la dictadura. El paso formal a la autocracia. El momento en que los dictadores ganan o pierden las elecciones pero se las quedan o las repiten hasta que salga lo que pretenden.
España no debiera esperar al 23 de julio para lamentarse de que Sanchez le haya robado unos millones de votos, porque el robo y la felonía ya han sido perpetrados, consumados y su convocatoria electoral es, por sí sola, un ataque contra la soberanía popular, la última bala de un mono pegando tiros, curiosamente el mismo día que confirmamos que Corina era otra sociópata narcisista.
Lo que han armao «el dictador y la buscona» intentando evitar el declive de su otoño no es pequeño pero, como el coronel, no van a tener a nadie que les escriba más que telepizza y cartas llenas de improperios. Octubre es de las pocas cosas que van a ver llegar.
Pedro Sanchez ha llevado a cabo una insurrección con monos, monas y mones del centro y la periferia de los que se ha servido para su propósito personal mientras terminaban el chalet y debían a sus afiliados medio millón de euros. Por eso mismo, aunque sea loable buscar el centro de la Nación, lo que parece desconocer Feijoo es que, despues de los excesos de una revolución, incluso para reconciliar extremos, con violadores y terroristas en la calle y los okupas asaltando casas ajenas, se precisa autoridad e imperio.
Si quieres limpiar la basura legislativa y moral que han vertido y no se puede reciclar, tienes que tener un plan para reconstruir la normalidad y desmontar la civilización del odio que esta panda de monos han construido con aullidos, sin pensamiento, diálogo ni motivos.
En el intento desesperado de salvar su carrera política y detener los movimientos internos del partido, Pedro Sanchez ha disparado su última bala «anulando» las elecciones que ha perdido estrepitosamente y convocando otras, aprovechando que el pueblo no va a estar.
Éste demócrata donde los haya, trata así de apropiarse de todo el espacio a su izquierda, cogiendo desprevenidos a los compañeros y compañeras de la bragueta bajada y la barbilla subida. No podemos más, ni más Madrid, ni más ná. No sabemos siquiera adonde irán a cobijarse estos mones fuera del zoo creado artificialmente por Pedro Sanchez.
¡Pero ojo! porque despues de la última bala y junto al «robo de votos vacacionales» cuando España tiene una oportunidad, aún mermada, para aunar y limpiar, el mono tiene en la recámara cincuenta y tantos escaños que una deficiente ley electoral contra la Nación otorga a separatistas, filoetarras y golpistas, para intentar reconstruir la historia de su indecencia, su felonía y su traición.
Por eso no debiera pasar un sólo día de los próximos cincuenta sin pedir la dimisión del tirano que, con la propia convocatoria, ha gastado su última bala para robarnos la soberanía. Además de hacer lo posible por votar ni un día sin reclamar que se vaya, para que no tengamos que lamentar luego que nos haya robado millones de votos antes de empezar, y para que los españoles podamos, cuanto antes, dedicarnos a las cosas.
Váyase Sr. Sanchez!, sin esperar siquiera a las elecciones, que no son sino la última bala de un macaco impredecible que se ha pasado los ultimos cinco años pegando tiros contra la Nación y contra el pueblo.
A ver si los españoles aprendemos de una puñetera vez, que nadie a quien le guste el poder, debiera ejercerlo.
Victor Entrialgo
