Es más que obvio por la propia evidencia ambiental circundante que en estos momentos oteamos, así nos parece percatar desde nuestra observancia ciudadana no profesionalizada, que hemos tenido varias elecciones [y/o procesos electorales], de diferentes formatos, (tipos, demarcaciones y consultas), en toda España (donde estás incluidas sus quince regionalidades constitucionales), en el año 2023, como que, y de forma análoga, igualmente las hemos tenido, en momentos precedentes, otras pasadas veces, como en el año 2019 y en otras anualidades anteriores, en todo ámbito del espacio abierto y participado que se origina, y no de forma muy espontánea, tras la “Ley Para la Reforma Política [LPRF de 15-12-1976], en aquello que, de forma más que oficializada -.- BOE por medio -.-, dió paso a la (in)transición política hasta el referéndum constitucional [de 6-121978]. Cuestión otra es que es los ciudadanos españoles ya se manejaban, entre ellos mismos, con pautas y comportamientos de la europeidad occidental.
En esas elecciones, tanto las recientes como las anteriores, se ha tratado de cubrir, en una consideración singularizada que aquí efectuamos, mediante los reglados procesos participativos de los ciudadanos españoles, unos puestos/cargos/asentamientos electorales que están proyectados, en nuestra normativa electoral, para el ejercicio cívico, ¡y enteramente legítimo!, de ciertas actividades políticas dentro de las competencias correspondientes de las diferentes instituciones, a las cuales se ha accedido democráticamente en aras de una representatividad que, desde nuestra consideración y sostenido criterio, viene emanada de la libre/secreta/individual/ directa acción electoral de los ciudadanos españoles que han sido convocados a tal efecto y concreta situación. Donde debemos resaltar, en nuestra opinión y sostenido criterio, ¡y así lo hacemos!, el papel básico y fundamental de todos los ciudadanos españoles [la Nación Española libre, soberana y democrática].
Seguramente, en lo que asumimos como una alta probabilidad, cada ciudadano español podrá tener su propio criterio sobre el actual sistema electoral [tanto general como particularizado], con sus diferentes instancias convocantes, que rige en España (el Reino de), donde es conocido por todos que somos muy locuaces y dada nuestra idiosincrasia, que es un tanto peculiar, y la forma en que coloquialmente disponemos y ordenamos, cual si fuéramos plenos propietarios, sobre asuntos de gran calado [incluso aunque nuestras nociones particulares sean un tanto escasas y ni aún llegando a ellas], el que más y el que menos, en lo referente a esta temática electoral, habrá hecho sus pinitos con `un arregla-lo-todo´ que supere, y hasta deje en mantillas, al milagrero `bálsamo de FierAbrás´. No es cuestión solo del momento presente [sea por el “28´M” o el “23´J”], ya que esto, véase repasando nuestra literatura ancestral, se practica desde antiguo.
Dicho lo precedente y como ya están [¿o estamos?] trabajando en la solución ideal/óptima/chachi del amplio trasunto electoral, donde todo quedará, a lo que casi siempre escuchamos, incidentalmente acaso vemos y, las menos ocasiones, a veces leemos, de relumbrón y escaparate, o sea: (1º) más diáfano, (2º) más nítido y (3º) más claro, y sobre todo, con la limpia mental que se anda esgrimiendo -.- a nivel de interactiva y amigable tertulia/charla/ cafelito de barra -.-, menos oscuro, farragoso y alambicado [cual slogan de importante academia], nos vamos a detener y/o fijar en una parte, puede que sea pequeña, de todo lo que es la gran composición arquitectónica electoral. En la oposición.
En estos momentos estamos, lo unos y lo otros, así como los de allá y los de acá, qué andamos escudriñando, con los móviles que echan humo [aun con el ejerciente alcahuetano transmediterráneo Pegasus], por toda la piel de toro e islas y plazas adyacentes, tras el último y genuino rebuscado/apalabrado/afirmado [decisivo y preciso voto parlamentario] que es dirigido/guiado/encaminado hacia el logro, sea o no quimérico, de mayorías suficientes para pasar el trago/trance/aguja del estrecho glorioso termopiliano y/o la pasarela caudina de la investidura. Después los unos serán posición y los otros oposición. Ya pasó eso antes, pero esos antes del pasado [en el recordatorio del fustigado turnismo] posiblemente fueron otros y en otras escenificaciones y composiciones que ahora, con la cadencia y efimeridad de las noticias, ya no son vividas por los ciudadanos españoles.
Ahora, ¡y a pleno sol!, estamos en otra calenturienta postración, y ello con una canícula que pega de lo lindo, hasta dejar en mantillas las escenas, siempre asignadas al régimen/sistema/dictadura previo ( siendo como sí que son tan calcadas de la larga época previa hasta la restauración), de aquellos veranos del rastrojo y respiguéo, siega a hoz de hombres y mujeres, botijo en el ciscal de la era y un par de jumentos [léase burros de raza zamorana/leonesa] prestos a las vueltas con el trillo, mientras los zigzag zag, en sus ocho/infinitos, de la tralla, crujían electrizadamente por encima de la parva. Ahora con estos desaforados gradientes térmicos, ¡que están que se salen!, cuando la desbandada poblacional vacacional está en su auge [¿quien queda en Madrid?], se tejen las mayorías y se alumbran las minorías. Se pasa de la posición a la oposición, onde se podría atribuir en una parte hacia la oposición oficiante [que suele venir del manejo de la gobernanza de la centralidad] y otra parte, mucho más populosa, de la oposición oficiosa.
Parece como si observamos, ¡aya por la raya del horizonte!, con el despejado sol al fondo, sin lluvias en todo el verano y la aceite por las nubes, veraniegos sudorosos, que no fatigados, al `firmante destino casi ciegos, y no por las ascuas/tormentas solares, ´como arracimados caminan los electos de todas las siglas, por un camino no estepario y sin asignación regional particularizada, en pos de estar, entre codo y codo y apretujados escorzos, en el último y feten pacto cual cimero cúmulo de todas las estrategias. Ello es así ya que el resto, un trascendente e importante resto, estará en la oposición. El conjunto de todos [los que logran la posición y los que quedan en la oposición] juega políticamente, pero los campos y las posibilidades cambian ostensiblemente. Es claro que necesitamos un gobierno como es igualmente claro que necesitamos una oposición, sería muy de lamentar por todos [los ciudadanos españoles] el que tal dual situación, ¡que es común!, no se contemple y al mismo tiempo. Se necesita una oposición oficiosa y reglada como una oposición oficiante y policroma.
Nuestros sistemas representativos, tanto del Reino de España como de otros lugares de Europa, América, …, vienen asignados desde un origen lejano [en España se referencian, por la la Corona Leonesa, a las Cortes del año 1188, lo cual le ha dado vitola de Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO ], que tras el cuantificado tamiz de su constitucionalización, desde la individualidad y en aras de sus interacciones grupales, interrelacionadamente [con la evolutiva e históricamente prolija conceptualización de la sociedad], en su plano argumentativo, se adscribe con la delegación funcional [de soberanía decisoria] en unos candidatos [que son controlados]. Sabido es que existe un control estructural [en las instituciones], o sea que la posición sí que es controlada por la oposición, pero que ambas son, a nada que observemos los comportamientos sociales en nuestro derredor que nos son coetáneos, controlada por [toda] la ciudadanía. Tenemos que, en alguna o en muchas formas, aquel papel del pasado que se atribuía casi en exclusividad a la oposición [oficiante], y que prosigue, también parece que se hubiera ampliado hasta llegar a la base ciudadana en otra forma de oposición[oficiosa].
Tal situación precedente, que efectúan [en forma periódica] los ciudadanos [tras el paso de muchas vicisitudes tomados por iguales] en aras de la motivación común de sus [¡legítimos!] intereses varios, se articula en la concretada [delegada] representación amplia [ por la circunstancialidad, esbozada ya antaño, del cubrimiento de largas distancias y/o comunicaciones (situación que ha ido evolucionando, con proceso acelerado, con la aparición de mayores y mejores medios de comunicación, de transmisión e incluso de tangibilidad presencial)], del todo ambiental considerado que asume integralmente la asunción soberanista del conjunto previo.
Tal situación. la de la posición y la de la oposición [oficiante y oficiosa] la tenemos en todas y cada una de nuestras quince regionalidades constitucionales: [1°] Andalucía (87.278 km2 ); [2°] Aragón (47.668 km2 ); [3°] Asturias (10.565 km2); [4°] Baleares (5.014 km2); [5°] Canarias (7.273 km2); [6°] Castilla La Nueva (72.363 km2); [7°] Castilla La Vieja (66.107 km2); [8°] Cataluña (31.930 km2); [9°] Extremadura (41.602 km2); [10°] Galicia (29.434 km2 ); [11°] Reino Leonés (38.491 km2); [12°] Reino Murciano (26.175 km2); [13°] Navarra (10.421 km2); [14°] Reino Valenciano (23,305 km2); [15°] País Vasco (7.261 km2). Cuestión es de quererla ver, así como de analizarla, haciéndolo sin olvido. ¡en ningún momento!, de que son partes alícuotas constitucionales de la Nación Española.
En tal previa situación se dibujan los muy importantes cometidos de la posición y de la oposición y el cómo, es una opinión que apuntamos, en los tiempos actuales, y puede que por la aparición [un tanto previsible] de “la instantaneidad” y de “la mediatez”, tales procesos pueden haberse imbuido y/o madurado hacia otros modos y/o procedimientos de los que antes se carecía, donde ya, tanto la posición como la oposición, jugarían [casi obligadamente] otros posibles roles que no eran imaginados, ¡ ni por asomo!, en los pasados años no tan lejanos. Los ciudadanos a diario ya juegan cotidianamente, estén habitando donde sea, en los planos de “la instantaneidad” y de “la mediatez”, y no solo es que puedan laborar con tales referencias actuantes, es que ya son “educados” desde la infancia en las mismas. Recordamos, por entender que ello puede ser necesario, el que los planos de “la instantaneidad” y de “la mediatez” están ya ubicados en todas y cada una de las quince regionalidades españolas y no son, ¡en modo alguno!, un privilegio y/o monopolio de la gobernanza de la centralidad.
Puede que la Constitución Española [la del 6-12-1978], ya fuera indicativa, sea queriéndolo por sí o insinuándolo por imagen, a la hora de perfilar la proyectiva que se avecinaba, cuando preambularmente indica:”Establecer una sociedad democrática avanzada”. Es más que evidente que, desde la formulación de tal propósito/mandato/lema constitucional, las percepciones de “la instantaneidad” y de “la mediatez”` han evolucionado considerable y extraordinariamente, como lo es el que ello ha afectado, amplia y profundamente, a toda la sociedad española [en todos y cada uno de sus entornos convivenciales], dotándola de una instrumentación y un aparataje técnico con los que antes no se contaba. Fijense que venimos hablando de la posición y de la oposición, donde tales encuadramientos son afectados, `queramos o no´ ó `nos guste o no´, por toda la incidencia, ¡que es global!, sobre “la instantaneidad” y “la mediatez”.
Lo ya indicado se sobreabunda, a cada momento, tanto por sí mismo como por su manejo/uso/disfrute ciudadano, pero también, y ello es muy relevante, por que del mismo se colige otras pautas aplicativas que van desde una dinamicidad global que antes no se tenía, hasta elongaciones más armónicas, ya que registra unas aportaciones vehiculares que jamás se pensaron estarían al alcance, cercano y mediato, de todos y cada uno de los ciudadanos españoles, o que decir de la transversalidad comunicativa a todo los niveles y estadios que antes, de ese antes de la (in)transición [19755-1978], se suponían, incluso puede que por los dedicados a la prospectiva, como inalcanzables.
La cuestión de la posición [con sus tejidas o no tejidas mayorías] es probable, ¿ o acaso seguro?, que estará en una línea más clásica de presunta consonancia con el pasado, mientras que la oposición, asumiéndola como conjetura del análisis y/o del pensamiento crítico, puede que, por la transformación imperante, ostensiblemente haya aumentado. La posición es seguro que estará muy concretada, mientras que la oposición será, lo cual puede ser posible en la medida de los avances tecnológicos, un tanto más abundante.
VALORIO 28-8-2023
En el aniversario de la Proclamación como Monumento Nacional [el 28-8-1844, dentro de la tri provincial regionalidad leonesa], el primero de toda España, de la Catedral de León en el reinado de Isabel II, durante la época moderada, en la presidencia del gobierno de Ramón Mª. Narvaez.