Hace unos años, con sagacidad y cierta inteligencia, Sánchez se apoderó del poder que mantenía Rajoy, lo cual, no es de extrañar, dada la escasa entidad y consistencia del político gallego, muy alejado de la órbita firme y compacta de un Aznar, un Feijoo, una Ayuso.
Después, la legislatura, ha ido colmado el vaso de dichos y afirmaciones de Sánchez y sus ministros (María Jesús Montero, Iceta, Carmen Calvo, Escrivá, Salvador Illa, Grande-Marlaska, Juan Carlos Campo…) sobre la amnistía y el referéndum de autodeterminación, la Seguridad Social, la cesión de impuestos
<<La amnistía no es planteable en un estado constitucional democrático… con nosotros, en España, se cumple la ley…no va haber amnistía…no es constitucional…ni amnistía ni nada de eso…es claramente inconstitucional…referéndum no…amnistía no….por convicción personal, referéndum no…me comprometo a traerlo de vuelta a España y que rinda cuentas ante la justicia…este traspaso de la Seguridad Social es difícil, no se ha singularizado nada respecto a la Seguridad Social…radicalmente falso que el Estado vaya a ceder el 100% de los tributos a Cataluña…>>.
Así las cosas, llegamos a la fecha-trampa del 23 de julio de unas elecciones generales que gana el Partido Popular – el PSOE queda derrotado – pero que Sánchez quiere ser investido a toda costa y, para ello, concierta, primero con Sumar, un acuerdo de Gobierno que no contempla ni la amnistía ni el referéndum ni ningún traspaso. Ese pacto, presuntamente, fue ratificado por los militantes que no fueron preguntados, astuta y expresamente, por su apoyo a la amnistía.
En el camino de esa oscura investidura, al fin, también se alcanza un acuerdo entre Junts y el PSOE sobre una ley de amnistía y otras componendas que afectan a la yugular de nuestro Estado de Derecho, pacto desleal en el que la condenada a 4 años y medio de cárcel por falsedad y prevaricación administrativa, Laura Borràs, no lo da por cumplido hasta que Sánchez, como un párvulo que no ha alcanzado la edad escolar, no haga los deberes que se ha comprometido. Obviamente, para la barcelonesa y sus adláteres, la palabra, la firma y la escritura del sinuoso político madrileño, no valen nada. Saben con seguridad que Sánchez, al menos en política, nunca cumple pues navega siempre en aguas tortuosas, de ahí lo del mecanismo de la verificación internacional. En definitiva, conocen muy bien al hombre, pero mejor perciben al torticero político.
A pesar de todo, la catalana, culpada por amañar contratos, se exhibe altanera ante el personal viniendo a decir que son los socialistas de Sánchez los que se han tenido que tragar todos sus planteamientos y la verdad es que no le falta razón, por eso, ha culminado su desprecio al presidente del Gobierno en funciones, declarando <<durará lo que dure su palabra>>.
Al tiempo, en Bruselas, Puigdemont, consciente y victorioso de que la amnistía es sólo un paripé para terminar forzando la autodeterminación y con ello alzarse con el poder catalán, chulescamente, le airea a Sánchez el golpe de Estado que está dando a nuestra nación.
Mientras tanto, EH Bildu, en el silencio y frotándose las manos, guarda lo que ha pactado con el de la Moncloa a expensas de seguir la ruta que los independentistas catalanes están abriendo para la definitiva ruptura de España.
¿Y el PNV? Una vez más, al acecho de lo que pesque del alzamiento que se está llevando a cabo.
Por cierto, dos apuntes más:
La Ley de amnistía que se presenta supuestamente cargada de constitucionalismo y licitud para que cuele al pueblo llano, es manifiestamente inconstitucional porque precisamente evita la aplicación de la Constitución, es decir, produce, en derecho, un fraude de ley.
«Lo que diga el presidente será lo que ocurra porque ha demostrado que cumple su palabra», ha vociferado la portavoz del Gobierno en funciones con desparpajo y una sonrisa que insulta groseramente la inteligencia de cualquier ciudadano europeo, al menos.
Antonio Sánchez-Cervera