OPINIÓN

Juan José García Jiménez: «Marxismo y Satanismo»

Juan José García Jiménez: "Marxismo y Satanismo"

Quizás la obsesión, propia del marxismo, por la destrucción sea el toque de atención para que algunos autores hayan definido al marxismo como una ideología de posible origen diabólico.
Mencionemos aquí tan solo, aunque no son los únicos, a Richard Wurmbrand, Robert Payne y Paul Kengor.

Estos autores exponen los datos biográficos de Karl Marx, los cuales les conducen a pensar que, posiblemente, éste se encontrara poseído por Satanás.

A lo largo de este artículo vamos a seguir el hilo conductor que nos facilita Richard Wurmbrand en su obra: La otra cara de Karl Marx. ¿Fue Karl Marx un Satanista? Obra que con suma facilidad el lector podrá consultar en Google

Veamos.

El joven Marx es un ser profundamente religioso.

En su primera obra escrita: Die Vereinigung der Gläubibiguen mit Christo (La unión de los fieles con Cristo) escribe:

“Por medio del amor de Cristo volvemos nuestros corazones al mismo tiempo hacia nuestros hermanos, quienes están interiormente ligados a nosotros y por quienes Él se dio a sí mismo en sacrificio”

Estas palabras nos muestran a un Marx que en su intimidad, siendo joven, conocía la senda que podía conducir a los hombres a convertirse en hermanos: El cristianismo. Y de este modo nos lo deja escrito:

“La unión con Cristo proporcionaría una elevación interna, un consuelo en la angustia, una calma confiada y un corazón sensitivo al amor humano, a todo lo noble y grande; no por motivos de ambición y gloria, sino solamente por causa de Cristo”.

Y así nos lo reitera en su obra juvenil Betrachtung eines jünglings bei der wahl eines berufes (Consideraciones de un joven al escoger su carrera):

“La religión en sí nos enseña que el Ideal hacia el cual nos dirigimos se sacrifica a sí mismo por la humanidad, y ¿quién se atreverá a contradecir afirmación tal? Si hemos escogido la posición en la cual podemos lograr el máximo para Él, entonces las cargas nunca nos abrumarán, porque son sólo sacrificios hechos por el bien de todos”

Al concluir sus estudios superiores, en el certificado de graduación, quedaba de forma explícita, en lo concerniente a conocimientos religiosos, que: “Su conocimiento de la fe y moral cristianas está bastante claro y bien fundado. También tiene cierto conocimiento de la historia de la Iglesia Cristiana”.

Pero poco después surge un fenómeno extraño que pocos autores nos han sabido explicar, y los que lo han hecho, han tenido que acudir a la posible “posesión satánica”.

En su juvenil obra titulada: Des verzweiflenden gebet. (Invocación de un desesperado) escribe un verso en el que confiesa: “Deseo vengarme de Aquél que gobierna en lo alto”.

Acababa de terminar sus estudios. La vida le iba bien. Económicamente se encontraba en una situación superior a la de la mayoría de sus compañeros de estudios. ¿Qué ha pasado? Él nos confiesa que no es ateo, sino que se subleva contra El que gobierna en lo alto.

¿Es Karl Marx quien lo dice o, más bien, es el portavoz de quien ha sido poseído?
En el mismo poema continúa diciendo:
Pues un dios ha arrebatado de mí todo
en la maldición y tormento del destino,
todos sus mundos idos irrevocablemente
solamente me resta la venganza.
Construiré mi trono en las alturas,
aquel que en él se sienta solo emana espanto y agonía
en una cumbre inmensa y fría,
Por su baluarte supersticioso espanto,
por su alguacil la más negra agonía.
Quien lo mire con ojos sanos,
regresará mudo, con palidez mortal,
en garras de mortandad ciega y fría.
Que su felicidad prepare su tumba.

Los versos “construiré un trono en las alturas” y “aquél que en él se sienta solo emana espanto y agonía”, nos recuerdan las palabras del engreído Lucifer: “Subiré al Cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios levantaré mi trono” (Isaías 14.13).

De nuevo hemos de insistir en la misma pregunta: ¿Es Karl Marx quien lo dice o aquel que tiene poseída su alma?

En su poema Spielmann (El violinista) exclama Karl Marx:
Los vapores infernales suben
y llenan mi mente hasta que enloquezco
y mi corazón es totalmente cambiado.
¿Ves esta espada?
El príncipe de las Tinieblas me la vendió.
Para mí, marca el compás y da las señales.
Cada vez con más osadía, toco el baile de la muerte.

Nos aclarará el contenido de estos versos el hecho de que, en los ritos de iniciación superior del culto satánico, se le vende una espada encantada al candidato, la cual le asegura el éxito y paga por la misma firmando un contrato con sangre de sus venas, en función del cual, su alma pertenecerá a Satanás tras su muerte.

Pero la pregunta permanece: ¿Es el piadoso y juvenil Karl Marx quien lo dice o, más bien, aquél a quien su alma pertenece se lo hace confesar?

En el drama Eluanem (nombre devenido por la inversión de Emanuel) escribe Karl Marx
“Aún tengo fuerza en mis juveniles brazos
para agarrarte (a la Humanidad) fuertemente y triturarte
con tempestuoso poder
Mientras que para ambos se abre el abismo
desmesuradamente, en la oscuridad
Te hundirás y yo te seguiré riendo a carcajadas,
murmurando en tus oídos:
desciende, amiga, ven conmigo.

En el Apocalipsis 20.3 se nos dice que el Diablo será atado por un ángel y echado al abismo. Parece ser que el anhelo de Karl Marx es arrastrar a toda la Humanidad a ese abismo reservado para el Diablo.

Y junto con Wurmbrand nos preguntamos nosotros ¿Quién habla a través de Marx en este drama? ¿Es razonable suponer que un joven abrigue, como sueño de su vida una visión de la Humanidad entrando en el abismo de la oscuridad -oscuridad exterior es un término bíblico que se refiere al infierno- y así mismo, riendo a carcajadas, mientras acompaña al abismo a aquellos a quienes guio en la incredulidad?

Es conveniente que tengamos presente que no existe un solo lugar del mundo en el que se cultive este ideal, a excepción de aquellos ritos de iniciación de la iglesia de Satanás, en los niveles más altos.

Y llegado el momento de la muerte del protagonista, exclama Karl Marx en Eluanem:

Arruinado, arruinado.
Mi tiempo ha terminado.
El reloj se ha detenido.
La casa enana se ha derrumbado.
Pronto abrazaré la eternidad en mi pecho
y pronto rugirá gigantescas maldiciones
sobre la humanidad
Todo lo que existe merece ser destruido
Todo incluyendo el proletariado y los camaradas
Palabras estas que habrían de ser citadas por Karl Marx en el 18 Brumario.

Los satánicos creen en la vida eterna. Una vida eterna de odio magnificado en extremo. De ahí que la eternidad sea, para los diabólicos, equivalente a tormento. Recordemos como en Mateo 8.29 le reprochan a Jesús los demonios: ¿Has venido para atormentarnos antes de tiempo?”.

Especula Richard Wurmbrand y dice: “Comenzamos a comprender lo que le ha sucedido al joven Marx. Había tenido convicciones cristianas, pero su vida no había sido acorde con ellas. La correspondencia con su padre da testimonio del despilfarro de grandes sumas de dinero en placeres y de sus constantes querellas con la autoridad paterna sobre estas y otras cuestiones. Luego puede que haya sucumbido a las doctrinas de la altamente secreta Iglesia de Satanás y recibido los ritos de iniciación. Y Satanás que habla a través de sus adoradores en sus orgías alucinógenas le convierte en su vocero cuando pronuncia en su poesía “Invocación de un desesperado” las palabras: “Deseo vengarme de Aquel que gobierna en lo alto”.

El socio de Marx en la Primera Internacional, el anarquista ruso, Mikhail Bakunin, escribió: “Aquí entra Satanás, el eterno rebelde, el primer librepensador y emancipador de los pueblos. El hace que el hombre se avergüence de su ignorancia y obediencia bestiales. Él lo libera, le estampa en su frente el sello de la libertad y humanidad, urgiéndole a desobedecer y a comer el fruto del conocimiento”.

Bakunin cuando expone la metodología que habrá de seguir la implantación de la Revolución, sin tapujos, expone: “En esta revolución tendremos que despertar al diablo en las gentes para provocar las pasiones más bajas”.

Moisés Hess, el hombre de máxima influencia en el espíritu de Karl Marx le presentó a Proudhon.

Proudhon, en su obra “Filosofía de la miseria”, se expresa del siguiente modo: “Alcanzamos conocimiento a pesar de Dios. Alcanzamos la sociedad a pesar de Él. Cada paso de avance es una victoria en la cual vencemos al Divino”. Para posteriormente exclamar, invocando al Diablo: “Ven, Satanás. Calumniado por los pequeños y por los reyes. Dios es estupidez y cobardía; Dios es hipocresía y falsedad; Dios es tiranía y pobreza; Dios es maligno. Cuando la humanidad se inclina ante un altar, la humanidad, esclava de reyes y sacerdotes, será condenada… Juro, Dios, con mi mano extendida hacia los cielos, que tú no eres más que el verdugo de mi razón… Dios es esencialmente anti-civilizado, anti-liberal, anti-humano”.

Estas palabras de Proudhon no tienen nada de originales. Estas palabras son utilizadas de modo usual en los sermones pronunciados durante los servicios de adoración satánica.

Karl Marx y Proudhon, como no podía ser menos, utilizaban un modo de peinado en su cabello y barba según lo pautado por la secta satánica del siglo XIX de Joanna Southcott.

Karl Marx culmina su drama Eulanem con los siguientes versos:
Si existe algo que devore,
saltaré adentro, aunque traiga al mundo a su ruina
El mundo que se dilata entre mí y el abismo
lo destrozaré en pedazos con mis perennes maldiciones.
estrecharé mis brazos alrededor de su cruel realidad;
abrazándome, el mundo sucumbirá estúpidamente,
y, entonces, se hundirá en la nada absoluta,
fenecido, inexistente: eso sería vivir verdaderamente..
En Eulanem Marx hace exactamente igual a lo que hace el Diablo: conducir a la Humanidad a la condenación.
Reflexionando dice Wurmbrand: “Es probable que Eulanem sea el único drama en el mundo cuyos personajes están conscientes de su propia corrupción, de la cual hacen gala y celebran con convicción. En este drama no hay blanco y negro. No existe Claudio ni Ofelia, Yago ni Desdémona, Aquí todo es negro y todos revelan aspectos mefistofélicos. Todos son satánicos, todos están corrompidos y condenados”.
En su poesía Das bleiche Mádchen (La Doncella Pálida) Karl Marx escribe:
Por tanto el cielo he perdido,
esto, yo bien lo sé.
Mi alma otrora fiel a Dios,
seleccionada está para el infierno.
No caben comentarios.

Marx moría abatido. Abatidos también mueren todos los satánicos. “Que inútil y vacía es la vida, pero cuán deseable” le decía a su amigo Friederich Engels en su carta del día 20 de mayo de 1882.
Lenin da forma práctica al pensamiento marxista.

Es posible que Lenin fuera el único que percibiera en profundidad lo que suponía el marxismo cuando dijo: “Después de medio siglo, ni un solo marxista ha comprendido a Marx”.
Quizás Lenin se percatara de que Marx se debatía en mundos que se encontraban más allá de las esferas terrenas. Mundos a través de los cuales únicamente podría canalizar su principal fijación: El odio.

Al ser consciente, Lenin, de los verdaderos objetivos que Marx persigue y que él comparte le lleva a afirmar:

“El hambre nos acerca objetivamente a nuestra meta final, el socialismo, etapa inmediatamente posterior al capitalismo. El hambre destruye no solamente la fe en el Zar, también en Dios”.

Los beneficios que encuentra Lenin en el hambre como herramienta revolucionaria los expresa de este modo:
“Ahora y sólo ahora, cuando en las zonas afectadas por el hambre y la antropofagia y las carreteras están pavimentadas con cientos de cadáveres, si no miles, es cuando podemos (y por lo tanto debemos) insistir en la apropiación de los objetos de valor (de la iglesia), con la energía más implacable y despiadada, sin reparar en medios para aplastar toda resistencia (…) Un momento como el del hambre y la desesperación es único para crear entre las masas campesinas una disposición que nos garantice su simpatía o en cualquier caso neutralidad (…) Debemos declarar ahora (al clero) una guerra decisiva y despiadada, y someter su resistencia con una brutalidad que no olviden durante décadas (…) Cuantos más representantes de la burguesía y el clero reaccionarios consigamos ejecutar en este asunto mejor…”

El odio, era lo primero que advertían algunos de los visitantes de Lenin en el Kremlin. Su viejo compañero Struve lo describe de este modo:
“Su principal Einstellung (fijación) -para usar el nuevo y popular termino psicológico era el odio. Lenin adoptó la doctrina de Marx sobre todo porque respondía a esa Einstellung primordial de su mente. La doctrina de la lucha de clases, implacable y generalizada, con el objetivo final de la destrucción y el exterminio ( ) demostró ser afín a su actitud emocional respecto a la realidad circundante. Había en ese odio algo repulsivo y terrible, aunque arraigado en repulsiones concretas -debería decir incluso animales-, era, al mismo tiempo abstracto y frío, como todo el ser de Lenin”.

En una carta dirigida el 22 de marzo de 1919 a Lenin del dirigente bolchevique Gorter, avergonzado de lo que veía en su entorno, describía así las actividades de la Cheka de Dzerzhinski:
“En esta organización gangrenada de criminalidad, de violencia y de arbitrariedad, dominada por canallas y criminales de derecho común, hombres armados hasta los dientes ejecutaban a todo aquel que no les gustaba, requisaban, saqueaban, violaban, metían en prisión, hacían circular billetes falsos, exigían sobornos, a continuación hacían cantar a aquellos a los que habían arrancado estos sobornos, y después los liberaban a cambio de sumas diez o veinte veces superiores”.

Para los cuerpos la tortura, para las almas la mentira -proclamaba orgulloso Lenin.
Toda la actuación de Lenin queda asentada en el trípode odio, mentira y crimen. Elementos estos que, sin duda, dibujan el perfil demoníaco.
Parece como si en Lenin, al igual que sucedía en Marx, existiera un secreto. El mismo Lenin escribe en una carta sus apreciaciones sobre el estado soviético:
“El Estado no funciona como deseábamos. ¿Cómo funciona? El coche no obedece. Hay un hombre al volante que parece guiarlo, pero el coche no camina en la dirección deseada. Se mueve según el deseo de otra fuerza”

Quizás se habían vendido a una fuerza que confiaban poder manipular, pero que resultó ser más poderosa de lo que ellos suponían, llevándolos al desánimo.
Lo cierto es que en 1921 escribía:
“Espero que nos cuelguen de una soga apestosa. Yo no he perdido la esperanza de que esto suceda (…) si sucede, estará bien hecho.”

A este deseo de ser colgados de una soga apestosa lo daría plena satisfacción, si no con el mismo Lenin, si con sus más íntimos colaboradores, su sucesor: Iosif Vissarionovich Dzhugashvili, más conocido por su apodo: Stalin.

NOTA
Es curioso. El año 1917, meses antes del triunfo de la Revolución Bolchevique en Rusia, se producen las apariciones de Nuestra Señora de Fátima en Portugal. En aque-llos momentos la Iglesia Católica ya había condenado el liberalismo. No podía ser menos. El liberalismo se asentaba en el hombre es un lobo para el hombre (Hobbes). Pero la Virgen en Fátima habló de los errores que Rusia propagaría por todo el orbe. Todavía el marxismo no tenía el poder en Rusia. ¿Por qué esta mención especial?.¿No sería porque el marxismo habría de convertirse en las andaderas que utilizara el Diablo para someter al mundo? No lo sé, pero este hecho me llama la atención profunda-mente.

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA

Lo más leído