Mientras el pueblo indolente, como casi siempre, se olvida de defender la Nación y se va de puente, salvo los valientes, el PP vuelve a las andadas y aparece de nuevo como cómplice de lo que está pasando.
¿Reunirse con Sánchez para renovar el Consejo General del Poder Judicial? De ninguna manera. La negativa a la invitación trampa de Sanchez tiene que ser expresa y radical.
Sánchez tiene secuestrada a la Nación para lo que ha colonizado las instituciones: Tribunal Constitucional, convertido en tribunal «político», Consejo de Estado, Tribunal de Cuentas, Defensor del Pueblo, Tribunal Supremo ocupado hasta ahora con manifiestos y nombramientos. Sólo le falta el Consejo General del Poder Judicial, a por el que va como poseso. Si consigue eso, apaga y vámonos.
Mientras la Nación, -qué sistema político es éste-, parece pender de la perseverancia y el buen hacer del juez Llarena o el juez García-Castellón, el pueblo parece esperar, como siempre a lo largo de la historia a cuando sea, dramáticamente, demasiado tarde.
Ese pueblo debe saber que la izquierda desde hace 20 años, desde Zapatero, se dió cuenta de que solo podría gobernar España con el País Vasco y Cataluña, es decir, con los separatistas, etarras, etc… Para lo cual el PSOE está dispuesto a entregarlo todo, España, la Nación, y como dice Pérez Reverte, incluso a su madre, de modo tan perverso que en realidad no está entregando a la suya sino a la patria, o sea la nuestra. De ahí Sumar: Cataluña+P.Vasco+CGPJ=Apaga y Vámonos.
Una suma que podrían hacer incluso los del informe PISA que muestra una educación degradada con los mejores estudiantes que se han tenido que ir y los otros que en gran medida pasan, mientras la revolución y la defensa de la Constitución la están haciendo los jubilaos.
Desgraciada y dramáticamente los facinerosos provocadores que okupan el Estado están poniendo de manifiesto que éste sólo reaccionará ante la violencia, mientras asistimos a la farsa patética de una fiesta de Constitución convocada por aquellos que la están violando permanente y flagrantemente.
Víctor Entrialgo