“¿Por qué debería preocuparme por la posteridad? ¿Qué ha hecho la posteridad por mí? Groucho Marx
Pedro Sánchez es tan ignorante que está convencido que sus actos en vida, sus mentiras, sus intrigas, su narcisismo, sus libros editados por decreto ley, su entrega a quienes le mantienen en el poder, sus poses estudiadas etc. le van a garantizar pasar a la posteridad. Está tan ciego de amor a sí mismo que ni siquiera se plantea que la posteridad – si es que le llega – sea una posteridad negativa . El último capítulo de su argumento para la posteridad es la publicación de su libro Tierra firme ante quienes ya le están adulando antes de que el libro estuviera impreso. Y la adulación para Sánchez es más necesaria que el aire para respirar
Pedro Sánchez busca desesperadamente la posteridad. La busca desde la política y desde la literatura. Para lo primero sus pasos van encaminados a hacer creer a quienes escriban su posteridad que él es un hombre de Estado y desde la literatura a hacerles creer que es un Cervantes. Pedro acaba de presentar ante 14 ministros palmeros su nuevo libro titulado Tierra firme que, como el anterior titulado Manual de resistencia es un panegírico de sí mismo. Ciertamente hemos de decir que Pedro no ha escrito sus libros solo, ha necesitado la aportación inestimable de la señora Lozano; esto hay que entenderlo, pues Pedro está urdiendo su posteridad con los mimbres de la política y la literatura y necesita apoyos. Pedro está convencido de que, con sus mentiras, su arrogancia, sus traiciones, sus poses forzadas, su conducta deshonesta, sus escándalos sofocados, sus intrigas, su venalidad, sus libros de autobombo y su descomunal egolatría, alcanzará la posteridad. Puede que sí, pero esos libros ridículos, vanos y fatuos y esas actuaciones políticas pervertidas le llevarán a la posteridad no como un hombre de Estado ni como un Cervantes, sino tan solo como un político de esos que mienten, perjuran, roban, defraudan traicionan, intrigan, escandalizan, abusan… y un escritor – a medias – que no sabe escribir, salvo para vanagloriarse como un Narciso del siglo XXI. Olvida Pedro que la posteridad, si es que la posteridad se acuerde de él, es un tribunal cuya formación se ignora y que toma sus decisiones cuando ya estás muerto y no puedes recurrir, y que los cementerios están a rebosar de gente imprescindible y de ególatras míseros. Es posible y probable que cuando le llegue el momento de pasar – si es pasa – a la posteridad haya acumulado tal cantidad de pecados que no le cabían más en ese odre vacío de sentimientos y empatías que es su pecho que la posteridad, espantada ante tanta perversión, le abandone tratando de salvarse a la desesperada de tanta ignominia como se asienta en su alma.
Pedro Sánchez ha presentado su libro “Tierra firme” escrito, como el anterior “Manual de resistencia” con la inestimable ayuda de la señora Lozano. Es más que evidente que el señor Sánchez es incapaz de escribir una historia, ni siquiera una tesis, él solito. La presentación ha corrido a cargo de los impuestos que pagamos todos los españoles; es por eso que, las regalías que obtenga su publicación serán repartidas entre todos y cada uno de los ciudadanos, digo yo.
Catorce ministros palmeros, arrobados ante su jefe, han asistido a la parafernalia de la presentación. No pueden actuar de otra forma quienes cobran de Sánchez. Si repasamos las hemerotecas de la democracia de cualquier país, difícilmente encontraremos un presidente que, adueñándose de las instituciones y con el dinero de los impuestos de los ciudadanos a más de su cara dura como el cemento, haya presentado un panegírico de él mismo como persona, como político y como presidente en la creencia estúpida, característica de los autócratas, de creer que con ello la posteridad -si es que llega a ella – le tendrá reservado un lugar en el Olimpo de los grandes hombres; cuando en realidad, ya instalado en la posteridad, verá que esta solo le va a servir para llorar ante su propia tumba.
MAROGA