Cuando creíamos que el colmo de la estupidez, de la maldad, del cinismo, de la prepotencia o de todas juntas a la vez –vaya Ud.a saber– del servil vocero y gran bufón del histriónico, felón y megalómano reyezuelo, su sanchidad Pedro I el «Mentiroso»– ya había rebasado y con creces todos los limites éticos, morales, jurídicos, políticos y, hasta los que se recogen en aquel «Manual de urbanidad y buenas maneras» que los de mi generación –la del 48 y algunas más– estudiamos en las Escuelas Públicas , me entero, a través de los distintos medios informativos que , una vez más y, seguro que no será la última, «el Patxi, pá los amigos» –el mismo que fue nombrado lehendakari, en su momento, con el apoyo directo y expreso del PP, ese partido al que, en su nueva «etapa laboral», denosta y ataca acerbamente– confirmó ayer, 19 de diciembre de 2023 (¡Y se ruega no olvidar está fecha!) que su grupo votará, con sus «demócratas y progresistas» socios de gobierno, a favor de la toma en consideración de la proposición de Ley del partido de la meliflua «fashionaria» vicepresidenta, Yolanda Díaz, para «modificar el Código Penal y eliminar el delito de las injurias a la Corona y al Gobierno, las ofensas a los sentimientos religiosos, los ultrajes a los símbolos del Estado español (la Bandera, el Escudo.y el Himno Nacional) y el enaltecimiento del terrorismo».
Esta es la idiosincrasia de España, no de la nuestra , sino de la «suya», la sanchista. Ser «diferente» al resto de naciones. No como rezaba en aquel vetusto slogan– asacado por el entonces ministro de Información y Turismo , Manuel Fraga Iribarne en 1960 — en el que España no era ni mejor ni peor, sino muy «diferente» a la mayoría de los países de Europa que la seguían considerando un lugar de destino muy remoto y aislado de sus vecinos.
El lema propuesto, en aquellos difíciles años «post autárquicos» –enfocado al turismo extranjero– supo sacar ventaja de aquella mala fama española. Ojalá, lo de «Spain is different!» de ahora, se pareciera en algo al de aquellos años. La gran diferencia estriba en que ahora es diferente «en» y «para» todo lo malo que uno pueda imaginarse en cualquier aspecto de nuestra cotidiana y habitual vida política, social, económica , educativa y, hasta en los hábitos más personales e intransferibles de nuestra esfera religiosa, moral, educativa y familiar.
El Partido Sanchista(PS) vuelve arrojarse a los brazos de «Sumar» y venderse al resto de partidos de la ultra izquierda– por un nimio número de votos– para amparar unos delitos e infracciones típicas antijurídicas, imputables y culpables sometidas a una sanción penal y, a veces, a las condiciones objetivas de punibilidad por tratarse de acciones u omisiones tipificadas por la Ley y el Derecho Penal en cualquier país que «sea» y, a la vez, se sienta plenamente democrático.
Aunque a Europa ya no le extrañan nada las salidas de tono del presidente Sánchez, por estar bastante acostumbrada a sus meteduras de pata y a sus exabruptos –como los recientes contra Benjamín Netanyahu, el primer ministro israelí y, a Manfred Weber, eurodiputado alemán y actual presidente del PPE en el Parlamento Europeo de Estrasburgo– no creo que tarde mucho en pedirle cuentas y explicaciones sobre las últimas concesiones a las propuestas de sus socios de gobierno, los «neocomunistas» de Sumar.
Su presidenta, la «fashionaria» Yoli, sigue confundiendo el «culo con las temporas», olvidándose de que ella no es quien ni está capacitada para dictaminar ni distinguir los intereses políticos ni los sentimientos religiosos de unos españoles respecto de los otros, sino para atender los que están señalados por la Ley –la que nos hace iguales y libres, la que no distingue entre colores politicos, la que supera la esfera de lo personal y de lo particular– y que anida en lo público y en lo general.
En este caso, es la ley que regula y ordena los símbolos del Estado español, los de todos los ciudadanos –con independencia de la Comunidad Autónoma donde residan, de su ideología política y sus creencias religiosas– y que, a su vez, sanciona con penas a todos los transgresores. Solo la Ley puede distinguir. En caso contrario se «dictaría» una «ministrada» –una actuación afortunadamente ya superada desde hace más de 40 años, pese a que algunos –como la «meliflua y blonde» Yoli, la comunista vicepresidenta del Gobierno sanchista– se obcecan en mantener.
Al igual que su compadre y presidente Sánchez, el vocero y bufón Patxi –«el de pá los amigos»– el neo ministro de Transportes –el servil y agradecido «Óscarcerbero»– asi como el resto de ministros, ministras y «ministres» –aunque desconozco quienes son estos últimos– valiéndose del demagogo populismo que les caracteriza, intentan, una vez más, convencernos– en la exposición de motivos de su pretendida norma– que «las restricciones que conforman las fronteras de la «libertad de expresión» deben ser muy medidas y justificadas, con sanciones proporcionadas, y sin que en ningún momento estas restrinjan el debate público y la libre participación política de la ciudadanía»(…) .Además, la formación «fucsia» señala que el «cauce penal» es una «vía que amordaza y reprime la libertad de expresión» y, por eso su máxima aspiración es blindarla y «recuperar las libertades públicas»(…) –en su opinión– recortadas durante el Gobierno del PP, como no podía ser de otra manera.
A este paso, el PP de Núñez Feijóo, va a ser también el único responsable de que Napoleón (Bonaparte)– esa pelicula de rabiosa actualidad que se exhibe en todas las salas de cine y está magníficamente interpretada por Joaquín Phoenix bajo las órdenes del no menos magistral director y prolífico guionista británico Ridley Scott– fuese derrotado en la Batalla de Waterloo por el duque de Wellintong en 1815.
La coalición comunista –aunque «feminista y progresista», como ellos se empeñan en airear a los cuatro vientos– acaudillada por su lideresa expone que : (…) «estaríamos hablando de delitos que chocan frontalmente con la libertad de expresión desde su propio enunciado y, que procede derogar. Son artículos del Código Penal cuya influencia provienen de la dictadura(¿?) y que, por tanto, no tienen cabida en un sistema democrático y plural», como el propuesto por el presidente Sánchez.
Sin embargo, quizás nuestra viecepresidenta «pijaprogre» y comunista Yolanda –de un modo intencionado más que por desconocimiento– se olvida que el actual Código Penal se promulgó en 1995, bajo el Gobierno de Felipe González, y que desde esa fecha ha sido modificado en multitud de ocasiones.
El grupúsculo de la «Yoli» , con su primera proposición de ley intenta derogar y modificar los artículos del Código Penal — el 490.3, 491 y 504 referidos a las calumnias o injurias a la Familia Real, el Gobierno y otras instituciones del Estado, el 525, relativo a las ofensas religiosas, el 543, referido a los ultrajes a símbolos del Estado o de una comunidad autónoma y el 578, referido al enaltecimiento del terrorismo»–(…) que chocan frontalmente con la libertad de expresión o que tienen un difícil encaje de bolillos en un sistema democrático.
Su intención, por suprimir lo que ellos consideran delitos contra la «libertad de expresión», contrasta abierta y paradójicamente con su energíca condena –por los «mensajes ofensivos» de los alumnos de un colegio mayor de La Rioja en un chat privado de WhatsApp hace unas semanas o contra los cánticos machistas de colegiales universitarios durante las novatadas en el colegio mayor «Elías Ahúja» de Madrid– contra lo que, en su día, la misma izquierda podemita y comunista de ahora arremetió en tromba.
La ex «marquesa de Galapagar»–ex pareja del «coletas» Iglesias y ex titular, a su vez, del ministerio de Igual-dá (que esté o no esté para lo que sirve…)–respecto a estos sucesos, llegó a manifestar públicamente, «ex cátedra» y a modo de sentencia irrefutable desde la tribuna del Congreso : «Esto es cultura de la violación y es terror sexual»(…).
Su entonces compañera de partido –que no amiga, Yolanda Díaz– también denunció los gritos de los estudiantes y los calificó de «un comportamiento absolutamente intolerable que demostraba la urgente e imperiosa necesidad de seguir avanzando frente a las actitudes machistas». «Educar en igualdad y una educación sexual integral es fundamental para evitar sucesos tan lamentables»(…).
Contrasta también y mucho que el nuevo partido –con nombre de «operación aritmética» y que preside– proponga, con el apoyo del Gobierno de turno, eliminar los artículos del Código Penal que, a su juicio, «chocan frontalmente contra la libertad de expresión»(…), como el del enaltecimiento del terrorismo, mientras durante esa legislatura aprobaron –a iniciativa del PSOE y sus socios– una reforma de la Ley penal para castigar con penas de cárcel de entre tres meses y un año a los «violentos y acosadores» de «Provida» que se acerquen a rezar frente a las clínicas abortistas porque, a su juicio, supone un acoso a la libertad de las mujeres.
Siguen aplicando la «ley del embudo» a todos los demás — esa vetusta y ancestral ley descrita por el agudo peruano jurisconsulto, literato y periodista, Manuel Atanasio Fuentes, en su famosa «Sátira a la ley» (1820)– y «vendiendoles esos consejos que para ellos, si tienen», pero que no se los aplican a sí mismos, porque son políticamente incompatibles con sus cicateros y espurios intereses.
Termino –como lo he hecho en muchos de mis articulos– afirmando una vez más: «Estos son los principios de Pedro Sanchez y que sus socios también comparten, y ya saben… si no nos gustan…tienen otros».
Pedro Manuel Hernández López, médico jubilado y Lcdo.en Periodismo.