Parece ser que fue el filósofo Platón, hace ya unos cuantos siglos, el primero en pensar y manifestar que “es necesario que todo cambie, para que todo siga igual”
Recientemente, en el siglo pasado, el escritor italiano Lampedusa, hizo célebre tal sentencia en su novela “El Gatopardo”
En la actualidad nuestros inigualables, nunca mejor dicho, dirigentes han hecho suyo esta aseveración y la ponen en la práctica todos los días. No es de extrañar, ellos ya están en el poder y disfrutan de las mieles del mismo todos los días.
Solo tenemos que estar atentos a las noticias para entusiasmarnos con los cambios que nos anuncian, un día sí y otro también. Naturalmente, todos ellos encaminados a aumentar nuestro bienestar y en consecuencia nuestra felicidad. Nunca nos dirán que van a cambiar algo para mal, sino todo lo contrario.
La cuestión se plantea cuando se materializan los cambios que tanto pregonan. La verdad es que nos quedamos asombrados, pues todo va a cambiar, pero todo sigue igual, en el mejor de los casos, y generalmente peor, pues vamos de cabeza al abismo.
Se cambia la política nacional para lograr la cohesión del país, el entendimiento entre todos, eso nos dicen. ¿Alguien se lo cree? Apostamos a que ni “cum fraude” y sus fieles, mientras les convenga, servidores. Simplemente es una maniobra para que todo siga igual, ellos en el curul y el resto esperando milagros. Prueba de lo dicho es que recientemente nuestro dirigente ha visitado al presidente de la comunidad catalana y ha aceptado de buen grado que lo recibiese con el protocolo y honores que reserva a un jefe de un gobierno extranjero. A los españoles nos ha ofendido, pues es como decirnos que en esa comunidad no somos nadie, gente extraña. ¿Pero a él? Pues nada, tan tranquilo. En caso necesario lo justificará diciendo que es todo para consensuar la convivencia, cuando en verdad es para mantenerse en el poder.
Están pregonando que hay que cambiar nuestro modo de viajar, pues hay que tomar medidas para frenar la contaminación; hablan incluso de suprimir vuelos entre diversas capitales de provincia, pero “cum fraude” para un viaje de unos setenta kilómetros utiliza su jet (decimos “su” porque tenemos la impresión de que es de su propiedad particular). Aun así, tengan en cuenta que harán todo lo posible para reducir el CO2.
Para lograr que nuestro país sea una balsa de aceite quieren suprimir varios artículos del código penal, pues dicen que chocan con la libertad de expresión reconocida en la Constitución. Por ejemplo, injurias a la Corona y al gobierno, a varios organismos superiores básicos. También pretenden despenalizar el enaltecimiento y la justificación pública del terrorismo, la participación en actos terroristas y los que humillen a las víctimas. En definitiva, basados en la libertad cada uno podrá hacer lo que le dé la gana. Se olvidan de un principio de convivencia básico, consistente en que la “la libertad de uno termina donde empieza la de los demás”
En definitiva, estamos convencidos de que los anuncios de los cambios que pretenden hacer es solo una cortina de humo para tener entretenida y expectante a la población, y más vale que sea así, aunque sea tomarle el pelo a la gente, pues si en verdad los llegasen a materializar sería la ruina de nuestro país.
Sin embargo, como somos mal pensados, lo reconocemos, sospechamos que ciertos cambios que anuncian y que al parecer están tramitando con traidores, son en previsión de la pérdida del poder; así podrán alegar su generosidad y buenas intenciones cuando tengan que rendir cuentas por todo el daño que nos han hecho. El tiempo lo dirá.